Vol. 15 - Num. 59
Notas clínicas
Ana Isabel Martín Fernándeza, Enrique Montano Navarrob, E Armela Sánchez-Crespoc, L Vara de Andrésa, Ana Caballero Cazalillac
aMIR-MFyC. CS Pinto. Pinto. Madrid. España.
bMédico de familia. CS de Pinto. Pinto. Madrid. España.
cMIR-MFyC. CS Isabel II. Parla. Madrid. España.
Correspondencia: AI Martín. Correo electrónico: a.i.martinfernandez@gmail.com
Cómo citar este artículo: Martín Fernández AI, Montano Navarro E, Armela Sánchez-Crespo E, Vara de Andrés L, Caballero Cazalilla A. Urticaria de contacto por Aloe vera. Rev Pediatr Aten Primaria. 2013;15:239-44.
Publicado en Internet: 05-09-2013 - Número de visitas: 25457
Resumen
El Aloe vera es un producto ampliamente usado en alimentación y cosmética. Aunque es considerado una planta medicinal por sus múltiples propiedades, no es un producto inocuo, ya que presenta ciertos componentes irritantes que pueden producir efectos secundarios. La dermatitis alérgica de contacto se presenta entre los mismos.
Presentamos el caso de un niño de seis años en el que observamos una urticaria tras la aplicación directa del jugo de la planta de Aloe, con buena respuesta al tratamiento convencional de la urticaria.
Tras esta revisión bibliográfica, podemos concluir que no puede recomendarse el uso de Aloe vera para el tratamiento de ninguna patología específica debido a que no existe suficiente evidencia de su eficacia en la práctica clínica.
Palabras clave
● Aloe vera ● Dermatitis de contacto ● Plantas medicinales ● UrticariaLa urticaria es un proceso inflamatorio localizado en la región superficial de la piel, generalmente benigno. Se trata de una enfermedad conocida desde la antigüedad1 caracterizada por la presencia de lesiones papulosas, edematosas, eritematosas y pruriginosas, tipo habones o ronchas. En el 50% de los casos se presenta angioedema asociado a urticaria, afectando a la dermis profunda, al tejido celular subcutáneo y/o a las mucosas2.
Se trata de un proceso común que afecta aproximadamente al 20% de la población en algún momento de su vida3. En el caso de los niños, se presenta en un porcentaje pequeño4, produciéndose en la mitad de los casos entre los tres y los seis años5.
Según su tiempo de evolución5-6, se clasifica en aguda, la más frecuente7, con una duración inferior a seis semanas; aguda recidivante, si los episodios son recurrentes o intermitentes a lo largo del tiempo de modo aislado; y crónica, cuando se producen la mayoría de los días de la semana durante un periodo superior a seis semanas. Las lesiones de urticaria aguda y crónica pueden ser indistinguibles, siendo la duración de los síntomas lo que determina el tipo de urticaria7.
El diagnóstico diferencial se realiza con otras enfermedades cutáneas con similares lesiones, como la vasculitis urticarial, la urticaria papular, el eritema multiforme, la dermatitis herpetiforme o la mastocitosis cutánea5.
A pesar de una correcta evaluación, muchos casos de urticaria son idiopáticos o de origen incierto6. Hasta en un 50% de los casos agudos no se conocerá el agente casual4 y, pese a que las series identifican la etiología de la urticaria crónica hasta en un 40%, en la práctica real este porcentaje no supera el 20%4,5.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se basa en la duración, la distribución y la morfología de las lesiones, no siendo necesario llevar a cabo pruebas complementarias salvo excepciones, como en los casos complicados3,4.
Una buena anamnesis y exploración física constituyen las herramientas diagnósticas más importantes5. Según los datos clínicos, se valorará solicitar pruebas complementarias específicas como un estudio alergológico para cuantificar la presencia de IgE (pruebas cutáneas con el alérgeno y cuantificación de IgE específica)5 cuando sospechemos de un desencadenante concreto o test de provocación específicos confirmatorios2.
La clasificación de la urticaria puede incluir múltiples etiologías (Tabla 1)5,8. La eficacia de la terapéutica radica en descubrir cuál es el agente etiológico responsable de la urticaria. Evitar su contacto o ingesta constituye el pilar fundamental en el esquema terapéutico2,5.
El Aloe vera (Aloe barbadensis miller),perteneciente a la familia de las Liliaceae, es un arbusto perenne que ha sido utilizado durante siglos para la salud y la belleza. En la actualidad, se está introduciendo en productos alimentarios como yogures o bebidas. Su pulpa contiene un gel transparente que se utiliza en la mayoría de productos comerciales cosméticos (cremas, lociones, jabones, champús y limpiadores faciales)9,10.
Entre sus componentes activos encontramos vitaminas, enzimas, minerales, monosacáridos y polisacáridos, antraquinonas, ácidos grasos, hormonas y ácido salícílico10. La mayoría de los fabricantes procesan el gel de Aloe evitando los extractos irritantes9, sin embargo, en ocasiones se utiliza este extracto directamente de la planta, sin procesar, produciéndose en ocasiones una importante reacción alérgica11, como en el caso clínico que presentamos.
Varón de seis años sin alergias medicamentosas conocidas. Entre sus antecedentes destaca un episodio de bronquiolitis a los 12 meses y brotes recurrentes de dermatitis atópica. En seguimiento en las consultas de Alergología por asma episódica estacional con sensibilización a pólenes (gramíneas, olivos, malezas), ácaros y queso, que asocia rinoconjuntivitis. Precisa tratamiento con inmunoterapia específica para pólenes (gramíneas y olivo) por vía sublingual, fluticasona tópica nasal y antihistamínicos orales, asociando budesonida y salbutamol inhalados durante los periodos de crisis.
Durante un brote de dermatitis atópica, le administran el jugo directo de la planta Aloe vera sobre uno de los hombros, desarrollando en pocos minutos lesiones habonosas confluentes e intensamente pruriginosas por toda la superficie de la espalda (Figs. 1-3), sin asociar afectación de la vía aérea. Se pauta dexclorfeniramina con mejoría de la clínica en las siguientes horas. Tras tres días de tratamiento en dosis habituales, las lesiones desaparecieron por completo sin dejar cicatrices.
La urticaria de contacto ocurre solo cuando la sustancia es absorbida percutáneamente o a través del contacto de mucosas, produciéndose una reacción localizada o sistémica6, nunca de forma espontánea. Existen pocos casos descritos de urticaria por contacto por el Aloe vera9,11.
Algunas revisiones12,13 atribuyen al Aloe vera propiedades cicatrizantes14 y de radioprotección15, efecto antiinflamatorio10, potente laxante16 y antiséptico10, por lo que es frecuente su uso doméstico.
De forma experimental, se estudian posibles propiedades antivirales (herpes simple, herpes zóster, varicela e influenza)17, antidiabéticas18, inmunomoduladoras19 e incluso antitumorales20. Aunque la mayoría de estos usos son interesantes, son precisos ensayos controlados para determinar su eficacia. Revisiones sistemáticas concluyen que predominan la escasez de ensayos clínicos controlados y que la mayoría presentan defectos metodológicos, por lo que la seguridad y la eficacia no siempre se han demostrado21-23.
Los efectos adversos por Aloe vera evidenciados en la bibliografía están relacionados con su vía de administración. Mientras que de forma tópica puede producir episodios de dermatitis de contacto, eritema y fototoxicidad, la administración oral se ha asociado con desequilibrio electrolítico, diarrea e incluso disfunción renal10.
Álvarez Perea et al.9 describen una reacción secundaria al Aloe, que relaciona con alergia de contacto mediada por IgE. Hasta ahora, el Aloe vera era un sensibilizador poco frecuente pero debido a su uso cada vez más común en la industria cosmética y alimentaria es posible identificar más reacciones.
En cuanto al tratamiento, aproximadamente dos tercios de las urticarias de nueva aparición serán autolimitadas y se resolverán espontáneamente, por lo que el tratamiento inicial se centrará en el alivio de los síntomas24. Como en el caso que exponemos, los antihistamínicos constituyen los medicamentos de primera línea para el tratamiento sintomático siendo efectivos en el control del prurito así como en la disminución del número y el tamaño de las lesiones.
No hay diferencias significativas entre los antihistamínicos más antiguos y los más modernos en el control de los síntomas de la urticaria. Sobre la asociación de antihistamínicos H1 y H2, existe una controversia por resolver, ya que mientras que algunos textos recomiendan que no parece mejorar el curso clínico4, otros estudios aleatorizados concluyen que la combinación de ambos antihitamínicos, H1 y H2, puede ser más eficaz para la urticaria aguda que un anhistamínico H1 solo25,26.
Los antihistamínicos de primera generación son más eficaces que los de segunda sobre el prurito nocturno por su mayor efecto sedante4,5. En las urticarias crónicas con difícil control de los síntomas pueden asociar antihistamínicos H1 con antihistamínicos H2, aunque no hay evidencia de que esa asociación sea eficaz4.
Los antagonistas de leucotrienos (montelukast y zafirlukast) han demostrado ser superiores frente al placebo en el tratamiento de pacientes con urticaria crónica, esto indica que también los leucotrienos pueden contribuir en la producción del habón3.
Los casos más graves requieren tratamiento con corticoide vía oral en ciclos cortos hasta conseguir el control del episodio4,24.
En general, no deben utilizarse corticoides tópicos ni antihistamínicos tópicos, ya que su eficacia es limitada frente a las lesiones dérmicas y son capaces de desencadenar reacciones de fotosensibilidad2.
Es precisa la realización de más estudios clínicos controlados para determinar la eficacia del Aloe vera. En el caso de la detección de reacciones adversas, conviene conocer cómo ha sido utilizado el producto. La aplicación del extracto directo (no procesado) sobre la piel puede originar una importante reacción alérgica debido a los componentes irritantes. Para el tratamiento de las mismas pueden recomendarse iguales medidas que para la urticaria aguda. Si se trata de un material procesado, conviene realizar un análisis cuantitativo y cualitativo del producto (concentración, fórmula…), ya que existen múltiples formatos que pueden cambiar las características y ser los posibles responsables del efecto adverso.
Consideramos que hasta el momento, y según la bibliografía revisada, no puede recomendarse el uso del Aloe vera para el tratamiento de ninguna patología específica pues, pese a sus múltiples propiedades y sus resultados prometedores, no existe suficiente evidencia de su eficacia en la práctica.
A María Rodríguez Ortega (Servicio de Cirugía General del Hospital Infanta Cristina, Parla, Madrid), por su ayuda en la corrección del manuscrito final.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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