Vol. 12 - Num. 19
Talleres
aMédico de Familia. Centro de Orientación Familiar/Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad Ciudad Jardín. Badajoz. España.
Cómo citar este artículo: Peinado Rodríguez MT. Sexualidad en los niños: la asignatura pendiente. Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12(Supl 19):s245-s253.
Publicado en Internet: 20-11-2010 - Número de visitas: 10428
Resumen
Parecería que la sexualidad comienza en la adolescencia, a juzgar por la falta de educación sexual que precede a esta etapa de la vida. Sin embargo, si queremos educar en sexualidad a partir de los 14 años, habremos llegado demasiado tarde.
La educación sexual es la asignatura pendiente de los padres, de la escuela y de los profesionales de la salud. Los pediatras están en ese lugar privilegiado para trabajar en la prevención y promoción de la salud sexual abordando abiertamente estas cuestiones desde la sutileza y el conocimiento científico.
El objetivo es trabajar para atender sin demandas. Los jóvenes quieren que seamos los profesionales de la salud, junto con los padres, los que les eduquemos en la salud sexual y reproductiva.
Palabras clave
● Educación ● Pediatría ● SexualidadQue chicos y chicas aprendan a conocerse y aceptarse, que expresen su sexualidad de forma positiva es fuente de bienestar y salud.
Aunque en la actualidad exista un consenso entre sociedad, familia y escuela de la importancia de la educación sexual, se sigue cometiendo un error, y es que educar en sexualidad no es solo hablar de reproducción y genitalidad, se deja de lado educar en habilidades, actitudes y valores, que son las destrezas que les ayudarán a no situarse en riesgo y disfrutar la sexualidad libre de peligros de coerción y violencia.
En el año 1948, en una enciclopedia de 4.º grado, aparecía: “Anatomía genital; los hombres y las mujeres tienen genitales externos e internos masculinos y femeninos que los caracterizan. Su objetivo es la procreación”1.
Si hoy en día introducimos en un buscador “Información sexual” aparecen 4 450 000 resultados a los que cualquier niño o niña y adolescente tiene acceso sin restricciones, más que las que sus padres puedan o sepan imponer o habilitar; sin contar con el bombardeo de otros medios de comunicación social como televisión, radio, revistas, etc. Significa esto que los niños y adolescentes pueden tener mucha información, buena o mala, pero ninguna formación que les ayude a ser críticos y diferenciar la información de calidad, frente a la que no lo es. No obstante, entre tanta información, ¿a qué fuente dan ellos credibilidad real?
En julio de 2004, el Ministerio de Sanidad y Consumo mostraba los resultados de la primera Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales realizada conjuntamente por el Plan Nacional sobre el Sida y el Instituto Nacional de Estadística (INE), en una muestra de 10 838 personas de entre 18 y 49 años2.
Este estudio constituye una radiografía precisa de la complejidad de los hábitos de los hombres y mujeres de nuestro país y nos ayuda a comprender el aumento de las Infecciones de transmisión sexual, el aumento de las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), de las gestaciones no deseadas, de la violencia de género y, en resumen, de la falta de educación sexual que les hace ponerse en riesgo.
En esta encuesta, la principal fuente de información para ambos sexos y para todos los grupos de edad sobre temas sexuales son las amistades y los hermanos y hermanas. Por tanto, aunque se recibe mucha información, son sus “iguales” quienes la proporcionan. Sin embargo, si preguntamos a los chicos quién les gustaría que les facilitara la información sobre temas sexuales, más del 50% prefieren que sean los padres y un 25%, educadores o sanitarios.
Si damos un paso más, nos encontramos con otra encuesta publicada en 2010: “Encuesta Nacional de Salud Sexual 2009” y es que el Plan de Calidad del SNS contempla el objetivo de “Realizar una encuesta para generar conocimiento sobre la salud sexual en mujeres y hombres útil para identificar las necesidades de información y atención sanitaria existente”. Se realizaron casi 10 000 entrevistas a partir de 16 años y ha sido la primera en incluir la perspectiva de género. Bien, pues cinco años después, pocos son los cambios en la población, lo que significa que la ansiada “Educación Sexual” no llega, fallamos en salud sexual y reproductiva, es “nuestra asignatura pendiente”.
A continuación, se comentan algunas cuestiones de dicha encuesta que pueden reforzarnos en nuestro papel de educación para la salud:
La lectura de esta parte de la encuesta es que los chicos y chicas, hombres y mujeres necesitan de los sanitarios de Atención Primaria, léase médicos de familia, pediatras y enfermería, para todas las cuestiones relacionadas con la Salud Sexual y Reproductiva.
De otra parte, en la citada encuesta, la edad de inicio de las relaciones coitales se sitúa en torno a los 17-18 años y, de ellos, el 40% de los casos no habían usado ningún método anticonceptivo en las primeras relaciones.
Los datos de la encuesta también nos dice que cada año hay aún un millón de personas que tienen relaciones sexuales con parejas ocasionales sin preservativo (un 22,2% de los hombres y un 18,6% de las mujeres no se protegen de las ITS en sus relaciones esporádicas u ocasionales). Estas relaciones de riesgo pueden implicar peligros físicos como las infecciones de transmisión sexual, el sida, los embarazos no deseados, los abusos sexuales, el sexo no consentido ligado a la violencia de género, etc.
Por todo ello, si pretendemos comenzar a educar en sexualidad a un adolescente, habremos llegado demasiado tarde, porque el aprendizaje para aumentar el capital de salud de las personas ha de realizarse antes de los 16 años, y en los primeros 14 años de la vida de las personas están directamente involucrados los pediatras.
La familia es imprescindible en la transmisión de valores, tan importantes para lograr una sexualidad plena, libre de riesgos y ellos junto con el pediatra, ayudarán al niño a dar los primeros pasos también en el terreno de la sexualidad.
Las consultas de Pediatría de Atención Primaria son espacios de privilegio para la educación sexual, sin esperar a ser espacios donde se consultan los problemas derivados de la no educación sexual, es decir, no se puede esperar que lo que nos consulten sean solo los riesgos, pues deberían ser lugares de referencia para asegurar una conducta sexual gratificante, sin miedos, sin exponerse a riesgos.
Por estas consultas pasan todos los niños, las niñas y sus familias, que son otro pilar importante en la educación sexual. Por este motivo, la Unidad de Pediatría (pediatra y enfermero/a) debe garantizar comportamientos afectivos y sexuales responsables, aunque perder el miedo a hablar de sexualidad sería un paso importante.
La evidencia científica de la que se dispone indica que los hábitos sexuales son muy difíciles de modificar, y que solo con información no se logra promover cambios en el comportamiento. Una vez más, factores como las actitudes, los valores y las creencias, las habilidades y destrezas implicadas, la accesibilidad de los recursos y la respuesta del entorno inmediato se muestran como elementos clave a la hora de conseguir cambios duraderos en esta área del comportamiento.
Sin embargo, pese a su dificultad, los beneficios para la salud de la población que pueden derivarse de la promoción de una conducta sexual saludable, principalmente entre la población juvenil, convierten en prioritarias las intervenciones en este ámbito.
En 2001, la Academia Americana de Pediatría elaboró una serie de recomendaciones para los pediatras, que siguen vigentes en la actualidad3.
Una de las dimensiones de las personas es la sexualidad y si la misión que tenemos encomendada los equipos de la Atención Primaria de Salud es contemplar e integrar todos los aspectos de las personas, es indudable que la salud sexual y reproductiva constituye un aspecto más que se debe tener en cuenta3.
No debemos esperar a tener demandas problematizadas; debemos comenzar la educación sexual hablando de algunos aspectos, aunque no nos pregunten, como se hace con otros aspectos de la vida del niño.
No olvidemos que en Atención Primaria, aparte de lo asistencial, tenemos dos misiones encomendadas que son la promoción y la prevención de la salud, muy importantes en la búsqueda de que las demandas no vengan problematizadas.
Podríamos comenzar visualizando la sexualidad desde una dimensión positiva, no asociada a riesgos, porque hasta ahora no ha dado resultado con esa asociación y nuestros adolescentes y jóvenes siguen situándose en riesgo. Podríamos pensar que se debe a la propia idiosincrasia de ser jóvenes, que también, pero si educamos desde niños ciertas habilidades, podríamos conseguir una sexualidad gratificante y sin riesgos.
Les faltan habilidades sociales para hablar de estos temas, para rechazar una relación, para saber que están influidos por mitos y creencias erróneas, pero que parecen reales por la transmisión tan potente que la sociedad hace de ellas.
No tienen percepción real del riesgo, y si a esto le añadimos el alcohol y las drogas, tendremos el caldo de cultivo perfecto para que sexualidad sea igual a riesgo.
¿Qué cuñas deberíamos meter en consulta a padres e hijos para fomentar la sexualidad sin riesgos?
Juguetes y estereotipos de género4: los juegos y juguetes pueden transmitir estereotipos de género, de forma que no solo limitan socialmente la libertad de escoger un juego o juguete, sino que crean roles que se reproducen en la realidad adulta y en la vida personal y laboral.
Hay diferencias entre chicos y chicas que debemos ayudar a desterrar, ya que empiezan a manifestarse en la infancia. Es en esta fase de la vida donde el juego y el juguete se convierten en importantes instrumentos educativos, socializadores y transmisores de un determinado sistema de valores.
A pesar de los cambios que se han producido en la sociedad, parece que estos no han llegado a los juguetes infantiles. En la publicidad todavía se muestra a las niñas jugando con juguetes con los que no juegan los niños y viceversa. Los juegos y juguetes dirigidos a la niña reproducen las actividades y ocupaciones consideradas femeninas socialmente, y estas son: la maternidad, las tareas domésticas y los juguetes relacionados con la estética y la belleza del aspecto físico. Mientras que los juegos y juguetes para niños están relacionados con el ejercicio de proezas físicas, la fuerza, la astucia, el poder, la valentía, la lucha, el desafío, etc.
Desde la primera infancia, hay que hablar a los padres del aspecto sexuado de sus hijos, de su desarrollo; así, algunas consultas dejarían de producirse. Por ejemplo, el pequeño sangrado vaginal de una niña o la leve galactorrea por pezón dejarían de ser consultados.
La autora declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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