Vol. 27 - Num. 108
Colaboraciones especiales
Susana Esteban Lópeza, Cristina Constenla Villosladab, Iñaki Alegría Collc
aPediatra. CS de Plentzia. Vizcaya. España.
bPediatra. CS Marín. Pontevedra. España.
cPediatra. Hospital General de Gambo. Oromía. Etiopía.
Correspondencia: S Esteban. Correo electrónico: sesteban0@gmail.com
Cómo citar este artículo: Esteban López S, Constenla Villoslada C, Alegría Coll I. Atención a la infancia migrante (II) . Rev Pediatr Aten Primaria. 2025;27:[en prensa].
Publicado en Internet: 13-10-2025 - Número de visitas: 932
Resumen
La atención a los niños migrantes debe comprender actividades preventivas, como vacunación, tratamiento de déficits nutricionales, el abordaje de la salud mental y psicosocial, el conocimiento de las redes comunitarias y los consejos al niño viajero. Estos aspectos se abordan en esta segunda parte.
Palabras clave
● Duelo ● Menores no acompañados ● Migrante ● Mutilación genital femenina ● RefugiadoLos niños migrantes tienen más probabilidades de no haber recibido todas las vacunas necesarias para su edad1,2. Se debe aprovechar cada visita para actualizar el calendario vacunal, utilizando pautas aceleradas de vacunación y vacunas combinadas. En la última década, gracias al trabajo de la alianza global para las vacunas (GAVI) la mayor parte de los niños de países de renta baja han sido vacunados frente a difteria, tétanos, tos ferina, polio, hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo b (Hib), neumococo y sarampión.
Consideraciones generales:
Se recalca la importancia de profundizar en la anamnesis para conocer los antecedentes familiares (ej.: anemia hemolítica por déficit de glucosa 6 fosfato deshidrogenasa, déficits de lactasa, etc.), los antecedentes personales, los hábitos alimentarios y las prácticas tradicionales para valorar si son saludables. El parámetro más útil para evaluar el estado nutricional es el seguimiento del crecimiento longitudinal con su propia velocidad de crecimiento. El retraso de talla, una vez descartadas otras causas de hipocrecimiento, se debe valorar durante un tiempo prudente, entre 12 y 18 meses, tiempo en el que la mayoría de los niños realizan el catch-up3.
Recomendaciones para promover hábitos saludables:
La profilaxis se realizará mediante educación sanitaria sobre alimentación y, en ocasiones, mediante suplementación, como en el caso de lactancia materna prolongada sin introducción de alimentación complementaria, introducción precoz de leche de vaca, consumo insuficiente de alimentos ricos en hierro, o ante la sospecha de falta de absorción de hierro debido a inhibidores (té o pan rico en fitatos en el Sudeste Asiático o cuscús muy rico en fibra en el Magreb).
No es infrecuente el raquitismo carencial en la infancia de piel oscura alimentada con lactancia materna prolongada y que no se expone al sol porque culturalmente no tienen este hábito. La profilaxis se ha de considerar en lactantes menores de 12-18 meses, adolescentes de piel muy oscura y en aquellos cuyas madres van muy tapadas.
Es una práctica ancestral que constituye una violación de los derechos humanos reconocida internacionalmente. Con la inclusión de la eliminación de la mutilación genital femenina en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, el compromiso de la comunidad internacional para ponerle fin es más sólido que nunca5,6. Esta práctica se lleva a cabo en 30 países de 3 continentes distintos. Muchas de las niñas adolescentes migrantes van a proceder de estos países, lo cual no implica necesariamente riesgo, ya que el principal factor de riesgo es la presencia de mutilación en la madre. Se aprovecharán las visitas de salud para abordar este tema desde el respeto, ya que para los padres constituye una práctica necesaria para la integración de su hija en su sociedad.
Se recuerda también que la firma del documento de compromiso preventivo es una herramienta fundamental en caso de viaje. El documento está desarrollado para que los padres tomen conciencia y tengan un apoyo, frente a su sociedad, en su decisión de no practicarla7.
Hay dos factores hacia los que debemos estar sensibilizados: el duelo migratorio y la adaptación familiar, especialmente de quienes hayan estado separados de sus padres durante años. Además, hay que añadir el choque cultural, ya que, por un lado, tienen su cultura y lengua, y por otro lado, las de su tierra de acogida.
Existen varios estudios publicados sobre el impacto social y emocional de la infancia migrante. Estos trabajos han sido realizados en distintos países europeos8-10 (España, Portugal, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, Reino Unido…) y en Australia y Nueva Zelanda. No son estudios homogéneos, ya que ofrecen gran diversidad en cuanto a las edades, generaciones estudiadas y/o refugiados. Todos los estudios demuestran una abundante evidencia sobre el alto riesgo de sufrir problemas mentales y psicosociales, predominantemente trastornos internalizantes (trastorno de estrés postraumático, depresión y ansiedad). Por el contrario, los síntomas externalizantes (comportamientos agresivos, falta de atención, desobediencia, conductas delictivas) no parecen ser más comunes en los niños migrantes que en los niños de la población mayoritaria de acogida.
En una revisión bibliográfica a propósito de un estudio extenso11 se establece que la aculturación, la discriminación social y económica y las barreras lingüístico-culturales son el verdadero detonante de los problemas y dificultades de índole emocional y conductual en los niños en edad de primaria y adolescentes; y no la condición de pertenecer a otro país y a otra cultura. Igualmente, se ha podido demostrar que estos síntomas están agravados en niños refugiados, sobre todo en menores no acompañados o separados de su familia.
En España se publicó en el año 2019 una revisión señalando que la sintomatología neurológica más frecuente es el insomnio, con mayor riesgo para los migrantes de segunda generación, los individuos que migran de zonas rurales a urbanas, las familias monoparentales y aquellos con ingresos familiares bajos o con mal estado de salud12.
Varios estudios epidemiológicos de adolescentes no acompañados solicitantes de asilo en Bélgica y los Países Bajos han confirmado su vulnerabilidad, demostrando altas tasas de depresión y trastorno de estrés postraumático durante los primeros años después del reasentamiento13. Al mismo tiempo, también hay indicios de que los niños no acompañados a menudo son ingeniosos y llegan con una visión clara de un futuro positivo en el nuevo país, a pesar del sufrimiento que puedan haber soportado.
La aplicación cuidadosa de intervenciones breves y estructuradas que ofrecen respuestas inmediatas a la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático puede reforzar la salud mental de los niños y los jóvenes.
El equipo de Pediatría debe tener en cuenta:
Un estudio realizado en el 2017 en el que se entrevistó a 50 menores no acompañados, con edades entre 14 y 18 años15, identifica tres aspectos clave como determinantes en su adaptación a largo plazo: la creación de recursos de apoyo educativos, la continuidad de la atención por educadores formados o mediadores culturales y la atención al malestar emocional.
Por lo tanto, conocer y generar red entre los servicios sociales, agentes comunitarios y posibles asociaciones son actos que mejoran el estado de salud y su integración social, lo cual revierte en la salud de toda la comunidad.
El viaje internacional de un menor16,17 a su país de origen durante las vacaciones para visitar amigos y familiares (viajero VFR, por sus siglas en inglés, Visiting Friends and Relatives) es frecuente. Tienen riesgo de sufrir enfermedades infecciosas porque han perdido la inmunidad y viven en ocasiones en entornos higiénico-sanitarios deficientes. Un artículo recientemente publicado demuestra el repunte en la incidencia de enfermedades infecciosas en los VFR a la vuelta del viaje; señala que de 100 niños, 24 son diagnosticados de malaria y solo un 4% habían recibido profilaxis18. Se debe prever la posibilidad de viajar y anteponer las medidas oportunas, planificando además una cita en vacunación internacional. Se les facilitarán los consejos que aparecen recogidos en el decálogo de la infancia viajera17.
Los profesionales sanitarios debemos dar una respuesta específica y profesional a la población migrante. La gran heterogeneidad de esta población y la vulnerabilidad de la infancia hacen necesario dotarnos de conocimientos, herramientas y formación.
La visión integral de la persona, de la familia y de su contexto social debe empezar por una visita de acogida en la que deben primar la empatía y el clima de confianza. Son importantes una anamnesis detallada y específica que incluya la historia social, la ruta migratoria y conocer la situación actual en el país de acogida y redes sociales disponibles.
La exploración física debe ser minuciosa y detallada, con especial relevancia en la valoración del crecimiento, estado nutricional y desarrollo psicomotor.
Debemos realizar una valoración del estado vacunal, actualizar la inmunización, realizar exámenes complementarios, valorar la salud mental y hacer una evaluación psicosocial.
La red comunitaria y de recursos es, a su vez, de suma importancia. Conocer y generar red con ellos pueden mejorar su estado de salud e integración social, lo que revierte en la salud de toda la comunidad.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
Todos los autores han contribuido de forma equivalente en la elaboración del manuscrito publicado.
CRIES: Children’s Revised Impact of Event Scale · GAVI: alianza global para las vacunas · Hib: Haemophilus influenzae tipo b · PANNI: Programa de Atención al Niño y a la Niña Inmigrantes · PSC: Pediatric Symptom Checklist · VFR: Visiting Friends and Relatives.