Vol. 25 - Num. 100
Leído. Libros, revistas e Internet
Publicado en Internet: 21-12-2023 - Número de visitas: 1801
Me quito el cráneo ante Sergio del Molino. Por lo que cuenta y por encontrar el tono adecuado para transmitir la gran tragedia de su vida. Se podría asegurar, sin duda, que es la obra que nunca hubiera querido escribir, a pesar de lo cual logra pasar por el filtro literario y con maestría el dolor de ese tiempo de tránsito en el que vive atrapado queriendo salir.
En esa “hora violeta” a la que alude metafóricamente el título, sufre y llora sin esconderse; ríe y bebe sintiéndose culpable en los pocos momentos gratos; vive en una constante fragilidad, y con todo ello crea esta honesta y bellísima obra. Bibliografía básica para los que atendemos a niños enfermos.
Los profesionales sanitarios arrastramos carencias en áreas no evaluables, tan necesarias o más que la tecnología y la ciencia. No nos enseñan a ponernos en el lugar del enfermo, del familiar, de padres como Sergio y Cris cuando reciben, como un disparo en el alma y en el cuerpo, la noticia de la leucemia de su hijo Pablo. Ni a acompañarlos emocionalmente en el calvario que inician devastados, sobreinformados y desilusionados, tantos padres que, como ellos, momentos antes imaginaban un futuro normal.
Sin embargo, ser buen profesional requiere, además de conocimientos, entender lo que viven los pacientes y sus familias. Especialmente, el sufrimiento de los padres que pierden un hijo. Quizá no haya un dolor mayor. No hay palabras. Ni siquiera para nombrar su tragedia. No son huérfanos ni viudos. ¿Huérfilos? El lenguaje ayuda al duelo.
¿Se puede enseñar empatía?: parece que sí. Hay una parte teórica que se puede y se debe enseñar (y la literatura es una excelente herramienta docente) y otra que se aprende a través de las actitudes de los que nos rodean. El momento oportuno en medicina, el kairós para cultivar la empatía y la compasión, es el pregrado. Pero cualquiera es bueno para leer este conmovedor y apasionante libro que no solo tiene premios, sino mucha vida.
No conozco personalmente a Sergio del Molino, pero me gustaba como escritor y ahora me cautiva como padre. Y le agradezco su reiterado reconocimiento y gratitud a los profesionales sanitarios, al sistema público de salud, incluso a la médula francesa.
Carmen Martínez González
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