Vol. 25 - Num. 98
Originales
Elena García-Ochoa Fernándeza, M.ª Elena Cabezas Tapiab, Mireya Orío Hernándezc
aServicio de Pediatría. Hospital Universitario Rey Juan Carlos. Móstoles. Madrid. España.
bPediatra. CS de Villaviciosa de Odón. Villaviciosa de Odón. Villaviciosa de Odón. Madrid. España.
cPediatra. CS Alcalde Bartolomé González. Móstoles. Madrid. España.
Correspondencia: ME Cabezas. Correo electrónico: cabezastapia@hotmail.com
Cómo citar este artículo: García-Ochoa Fernández E, Cabezas Tapia ME, Orío Hernández M. Valoración y seguimiento de pacientes con talla baja en Atención Primaria . Rev Pediatr Aten Primaria. 2023;25:155-63.
Publicado en Internet: 09-05-2023 - Número de visitas: 7385
Resumen
Introducción: entre las funciones del pediatra de Atención Primaria está la valoración antropométrica. Es importante incluirla en las revisiones del niño sano para detectar casos de talla baja, estudiarlos, derivarlos a Endocrinología si es preciso y realizar el tratamiento correspondiente.
Objetivo: describir y analizar el manejo de niños con talla baja en un centro de salud de Atención Primaria.
Material y métodos: estudio descriptivo retrospectivo sobre niños con talla baja de entre 2 y 16 años, cuyo centro de salud es el de Villaviciosa de Odón, del 1 de enero de 2020 al 1 de enero de 2022. Se seleccionaron las historias clínicas con la aplicación Consult@web y se revisaron en AP Madrid y Horus. Se realizó el análisis estadístico mediante SPSS.
Resultados: se seleccionaron 62 pacientes, de los cuales 19 cumplían criterios de talla baja. Un 16% tenía antecedentes de talla baja familiar y un 16%, de retraso constitucional de crecimiento y desarrollo. La talla media al diagnóstico fue -2,36 ± 0,49 desviaciones estándar. Las pruebas complementarias más frecuentemente solicitadas fueron edad ósea (74%) y analítica de sangre (78%). El diagnóstico más frecuente fue talla baja idiopática (58%). Un 32% recibió tratamiento con hormona de crecimiento. El seguimiento se realizó exclusivamente en Atención Primaria en el 32%. Ante el pequeño tamaño muestral, no se ha obtenido significación estadística en las comparaciones.
Conclusiones: la talla baja es un motivo frecuente de consulta en Atención Primaria, siendo importante realizar una valoración completa, reconociendo aquellos datos de alarma que hagan sospechar patología asociada.
Palabras clave
● Crecimiento ● Retraso constitucional de crecimiento ● Talla baja ● Talla baja familiarEl crecimiento es un proceso biológico complejo determinado por factores genéticos, hormonales y ambientales1,2, siendo un excelente indicador del estado de salud1.
La talla baja (TB) es un motivo de consulta muy frecuente en Atención Primaria (AP)3,4. Se define como talla menor a -2 desviaciones estándar (DE) o al percentil 3 para la edad, sexo y raza, talla inferior a -2 DE de su talla diana3-5, o velocidad de crecimiento inferior a -1 DE durante 2-3 años3,4.
Los hipocrecimientos se clasifican según su origen en:
El pediatra de Atención Primaria es quien establece el diagnóstico de TB en función de la población de referencia y debe diferenciar aquellos procesos patológicos que requieren tratamiento de las variantes de la normalidad6-8.
Los pilares fundamentales para el diagnóstico son la historia clínica y la exploración física2,7,8. La anamnesis debe incluir los antecedentes prenatales, perinatales y familiares, haciendo hincapié en la presencia de enfermedades genéticas, el desarrollo puberal y la talla de ambos progenitores, a partir de la cual se calcula la talla diana o talla genética mediante la fórmula de Tanner8 (talla esperable para los hijos de una pareja determinada, asumiendo un proceso normal de herencia). La exploración debe incluir una correcta valoración auxológica, comprobando si la TB es armónica mediante la medición de los segmentos corporales y la envergadura3,5,8. Se debe prestar atención al desarrollo sexual, rasgos dismórficos y alteraciones cutáneas3,5,8.
Otra herramienta empleada es la edad ósea, que se determina mediante la comparación con el atlas de Greulich-Pyle9 y permite estimar la talla proyectada, que es la que alcanzaría el paciente si mantuviera el mismo percentil, y calcular el pronóstico de talla mediante métodos como el de Bayley-Pinneau6,8.
Solo un grupo reducido de pacientes requiere un estudio más completo para aclarar la etiología3,8, incluyendo analítica de sangre y cariotipo; de ahí la importancia de manejar estos parámetros desde AP5,7.
Objetivo: describir y analizar el manejo de la TB en AP para determinar los aspectos mejorables en la práctica clínica habitual.
Estudio observacional, descriptivo y retrospectivo en el que se han utilizado las historias clínicas del programa AP Madrid, tras la aprobación por el Comité de Ética e Investigación de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid). Al tratarse de un estudio no experimental, no ha sido preciso solicitar consentimiento informado. Se ha mantenido el anonimato de los pacientes durante la recogida de datos y el desarrollo del estudio.
Se incluyeron aquellos niños del centro de salud Villaviciosa de Odón (Madrid) con diagnóstico de TB del 1 de enero de 2000 al 1 de enero de 2022, de entre 2 y 16 años en el momento del diagnóstico. Para el reclutamiento se revisaron las historias clínicas seleccionadas mediante Consult@web, con la Codificación Internacional de AP y mediante buscador libre.
Se revisaron las historias clínicas y se recogieron las variables que se muestran en la Tabla 1.
Tabla 1. Valoración y seguimiento de pacientes con talla baja en Atención Primaria. Variables recogidas | |
---|---|
Variables cualitativas | Variables cuantitativas |
Nominales/Dicotómicas | Continuas |
Sexo | Longitud al nacimiento (cm) |
Crecimiento intrauterino retardado (CIR) | Longitud al nacimiento (p) |
Pequeño para la edad gestacional (PEG) | Longitud al nacimiento (DE) |
Lactancia materna | Peso al nacimiento (g) |
Prematuridad | Peso al nacimiento (p) |
Problemas de alimentación | Peso al nacimiento (DE) |
Uso de medicación crónica | Perímetro cefálico (cm) |
Tipo de medicación crónica | Perímetro cefálico (p) |
Enfermedades previas | Perímetro cefálico (DE) |
Tipo de enfermedad previa | Talla madre (cm) |
Antecedentes familiares de RCCD | Talla madre (p) |
Antecedentes familiares de TB | Talla padre (cm) |
Rasgos dismórficos | Talla padre (p) |
Edad ósea (sí o no) | Talla diana (cm) |
Alteración analítica encontrada | Talla diana (p) |
Otras pruebas complementarias | Talla diana (DE) |
Tipo de prueba complementaria | Talla al diagnóstico (cm) |
Tratamiento | Talla al diagnóstico (DE) |
Tipo de tratamiento | Peso al diagnóstico (kg) |
Seguimiento | Peso al diagnóstico (DE) |
Edad ósea (adelantada, retrasada, acorde) | Índice de masa corporal (kg/m2 y DE) |
Analítica de sangre (normal, patológica, no realizada) | Velocidad de crecimiento (cm y DE) |
Diagnóstico final | Pronóstico de talla adulta (cm) |
Ordinales | Discretas |
Estadío Tanner al diagnóstico | Edad al diagnóstico |
Duración lactancia materna |
Para los parámetros antropométricos se utilizaron las tablas de crecimiento del profesor Hernández 198810, y se realizaron los cálculos de DE y pronóstico de talla mediante la herramienta www.webpediatrica.com.
Para el análisis estadístico se utilizó en paquete informático IBM SPSS versión 22 para Windows.
Primero se comprobó la normalidad de la muestra mediante el test de Kolmogorov-Smirnov.
Las variables cualitativas se expresaron como frecuencias y las cuantitativas como media ± DE o como mediana con rango intercuartílico. Las variables cuantitativas continuas de distribución normal se compararon mediante el test T de Student y las de distribución no paramétrica, mediante la U de Mann-Whitney. Se realizó el análisis de correlación entre variables mediante el coeficiente de correlación por rangos de Spearman.
Se consideró la significación estadística si la p era menor a 0,05, por lo que el intervalo de confianza fue del 95%.
Se reclutaron 62 pacientes. De ellos, solo 19 (30,6%) cumplían criterios de inclusión. De los 43 pacientes excluidos, 23 (54%) consultaron por TB, pero no cumplían criterios antropométricos; 6 (14%) presentaban únicamente estancamiento ponderal; 5 (12%) retraso puberal; 4 (9%) habían sido diagnosticados en el periodo de lactante; 4 (9%) presentaban adelanto puberal con mal pronóstico de talla, pero sin criterios de TB; y 1 (2%) estaba siendo seguido en un centro privado sin haber podido recabar más información.
De los pacientes incluidos, 11 eran varones (58%) y 8 mujeres (42%). La edad media fue de 7 años, con mediana de 8 años (2-14), y rango intercuartílico de 8 años (3-10).
En cuanto a los antecedentes prenatales, 2 (10,5%) tenían diagnóstico de crecimiento intrauterino retardado (CIR), mientras que 15 (79%) presentaban ecografía prenatal normal. En los otros 2 (10,5%) no se disponía de dicha información.
La antropometría al nacimiento fue normal en un 68% (13), cumpliendo un 10,5% (2) criterios de PEG. En un 21% (4) no constaba en la historia clínica. En cuanto a los datos disponibles:
Solo 1 paciente (5%) fue prematuro, con una antropometría neonatal en percentiles adecuados para la edad gestacional.
En cuanto a la alimentación, un 52,6% recibió lactancia materna (10), un 15,8% lactancia artificial (3), y en un 31,6% (6) no estaba registrado en la historia clínica. El 37% (7) tuvo algún problema de alimentación (problemas de lactancia, reflujo gastroesofágico o comedor selectivo).
Un 42% (8) padecía alguna enfermedad: 3 trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH); 1 retraso madurativo global; 1 dermatitis atópica severa y trastorno de la conducta alimentaria de la infancia; 1 síndrome de Noonan; 1 meningitis neumocócica con insuficiencia renal crónica (IRC) grado III como complicación; y 1 trastorno del espectro autista (TEA). De ellos, el 50% recibía medicación: el paciente con meningitis e IRC recibía antiepilépticos, calcio y bicarbonato; el paciente con dermatitis atópica grave, dupilumab; y dos de los pacientes con TDAH, metilfenidato.
En la historia clínica se refería antecedente de TBF en un 16% (3), estando registrada la talla de los progenitores solo en dos de ellos, con talla materna inferior o igual al p3 y talla del padre normal.
Solo en 15 de los 19 pacientes estudiados estaba registrada la talla de los progenitores:
Por otro lado, 3 pacientes (16%) tenían antecedente familiar de RCCD, tratándose de la madre en el 100%. En 9 casos, el desarrollo puberal de los progenitores fue normal (47%) y en 7 no estaba registrado (37%).
De los 19 pacientes estudiados, 4 presentaban rasgos dismórficos (21%): uno era el paciente con síndrome de Noonan, otro el paciente con retraso madurativo global y en los otros dos estaba registrado este dato sin más información.
En cuanto al desarrollo puberal, un 58% (11) presentaba un estadio de Tanner I al diagnóstico, un 11% (2) estadio II y un 5% (1) estadio V. En un 26% (5) no constaba este dato.
En referencia a la antropometría al diagnóstico:
La velocidad de crecimiento pudo calcularse en 15 pacientes (79%), siendo la media -0,7 ± 1,7 DE. Solo en 3 casos fue inferior al p3, de los cuales 2 fueron déficit de GH y 1 TBI.
Se realizó edad ósea a 14 pacientes (74%), siendo acorde en 5 (36%), adelantada en 1 (7%) y retrasada en 7 (50%). En 1 de ellos no figuraba el resultado (7%). Solo en 8 de los pacientes se disponía de informe de edad ósea simultáneo a la medición de la talla, pudiendo calcularse en estos casos el pronóstico de talla adulta mediante el método de Bayley-Pinneau, siendo la media en los varones (6) de 161,5 cm (-2,3 DE), y en las mujeres (2) de 145,5 cm (-2,8 DE).
Se solicitó analítica de sangre en 15 casos (79%), en el resto no se consideró necesaria. En aquellos en los que se realizó, 9 fueron normales (60%) y en 6 (40%) se encontró alguna alteración (2 casos de hipercolesterolemia, 3 con IGF1 bajo, y 1 con datos de IRC). Los valores de IGF1 no pueden solicitarse desde AP y se obtuvieron revisando la historia clínica hospitalaria.
Se realizaron otras pruebas complementarias en el ámbito hospitalario a 10 pacientes (53%), incluyendo test de estímulo con clonidina, hipoglucemia insulínica, cariotipo u otros estudios genéticos y resonancia magnética cerebral.
El diagnóstico fue de TBI en 11 casos (58%): 4 tallas bajas familiares y 1 RCCD. En el resto, el diagnóstico fue: déficit de GH en 3 (16%); síndrome de Noonan en 1 (5%); PEG sin crecimiento recuperador en 1 (5%); TB en contexto de IRC en 1 (5%); y 2 casos con diagnóstico reciente, pendientes de completar estudio para establecer el diagnóstico (11%).
Un 32% (6) recibió tratamiento con GH: 3 por déficit de GH, 1 por IRC, 1 por PEG sin crecimiento recuperador; en el último caso no se dispone de información, ya que el tratamiento se indicó en un centro privado.
En un 32% (6) el seguimiento fue exclusivo en AP: 2 con TBF; 2 en los que se ha iniciado el proceso diagnóstico recientemente; 1 con RCCD; y 1 con TBI. El otro 68% (13) requirió valoración en el ámbito hospitalario.
Pese a que se estudió un largo periodo de tiempo, la muestra obtenida fue pequeña, por lo que no se ha alcanzado significación estadística en las asociaciones estudiadas.
En la Tabla 2 se exponen las comparaciones obtenidas entre las variables cualitativas y la talla media al diagnóstico expresada en DE, realizadas mediante la U de Mann-Withney con la significación estadística obtenida.
Tabla 2. Valoración y seguimiento de pacientes con talla baja en Atención Primaria. Variables cualitativas en relación con la talla al diagnóstico expresada en desviación estándar (DE) |
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Variables | Talla media al diagnóstico en DE | Significación estadística(p <0,05) | |
Antecedente de RCCD | Sí | -2,17 | 0,35 |
No | -2,23 | ||
Antecedente de TBF | Sí | -2,20 | 1,00 |
No | -2,23 | ||
Sexo | Varón | -2,39 | 0,97 |
Mujer | -2,32 | ||
CIR | Sí | -3,11 | 0,41 |
No | -2,28 | ||
PEG | Sí | -3,11 | 0,44 |
No | -2,27 | ||
Prematuridad | Sí | -2,30 | 0,86 |
No | -2,36 | ||
Lactancia materna | Sí | -2,48 | 0,87 |
No | -2,33 | ||
Problemas de alimentación | Sí | -2,48 | 0,67 |
No | -2,29 | ||
Rasgos dismórficos | Sí | -2,22 | 0,69 |
No | -2,40 | ||
Enfermedades previas | Sí | -2,14 | 0,09 |
No | -2,49 | ||
Medicación previa | Sí | -2,10 | 0,15 |
No | -2,43 | ||
Realización de edad ósea | Sí | -2,27 | 0,87 |
No | -2,33 | ||
Otras pruebas complementarias | Sí | -2,08 | 0,79 |
No | -2,45 | ||
Seguimiento | AP | -2,22 | 0,38 |
Hospital | -2,43 | ||
Tratamiento | Sí | -2,56 | 0,93 |
No | -2,27 |
En la Tabla 3 se exponen las comparaciones entre las variables cualitativas y la edad media al diagnóstico, realizadas mediante la T de Student, con la significación estadística correspondiente.
Tabla 3. Valoración y seguimiento de pacientes con talla baja en Atención Primaria. Variables cualitativas en relación con la edad media al diagnóstico expresada en DE (desviación estándar) |
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---|---|---|---|
Variables | Edad media al diagnóstico | Significación estadística(p <0,05) | |
Antecedente de RCCD | Sí | 4 | 0,054 |
No | 6,7 | ||
Antecedente de TBF | Sí | 11,33 | 0,41 |
No | 5,69 | ||
CIR | Sí | 6 | 0,75 |
No | 7,53 | ||
PEG | Sí | 6 | 0,69 |
No | 7,08 | ||
Lactancia materna | Sí | 5,4 | 0,24 |
No | 7,67 | ||
Problemas de alimentación | Sí | 5,57 | 0,64 |
No | 7,83 | ||
Enfermedades previas | Sí | 7,86 | 0,17 |
No | 6,5 | ||
Medicación previa | Sí | 9,5 | 0,34 |
No | 6,33 | ||
Seguimiento | AP | 8,25 | 0,55 |
Hospital | 6,09 | ||
Tratamiento | Sí | 7,5 | 0,91 |
No | 6,77 |
El diagnóstico de TB se realizó de forma más precoz en los pacientes con antecedente familiar de RCCD sin llegar a alcanzar significación estadística (p = 0,054).
En la Tabla 4 se expone la correlación obtenida entre las variables cuantitativas y la talla al diagnóstico expresada en DE, realizada mediante la correlación ρ de Spearman, con la significación estadística correspondiente.
Tabla 4. Valoración y seguimiento de pacientes con talla baja en Atención Primaria. Variables cuantitativas en relación con la talla al diagnóstico expresada en desviación estándar (DE) |
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Variables | Significación estadística (p <0,05) |
Edad | 0,15 |
Duración lactancia materna | 0,76 |
Longitud al nacimiento (cm) | 0,80 |
Longitud al nacimiento (DE) | 0,80 |
Peso al nacimiento (g) | 0,83 |
Peso al nacimiento (DE) | 0,15 |
Pronóstico de talla | 0,09 |
Talla madre (cm) | 0,71 |
Talla padre (cm) | 0,29 |
Talla diana (DE) | 0,48 |
Velocidad crecimiento (DE) | 0,35 |
El número de consultas por TB es cada vez más frecuente, determinado por el concepto social que se tiene de la talla como indicador de salud y en relación con los estándares de belleza11. Una valoración exhaustiva de la historia clínica, la exploración física y la realización de pruebas complementarias de primer nivel puede orientar el diagnóstico sin precisar derivación hospitalaria en muchos casos.
La evaluación del crecimiento está incluida en los programas de salud infantil, como la guía del grupo PrevInfand de la Asociación Española de Pediatría de AP, en todos los grupos de edad12.
Por ello, la monitorización del crecimiento como parte de estos programas debería formar parte de las tareas rutinarias del pediatra de AP. Un niño que crece de forma adecuada es probable que no tenga patologías relevantes5,11.
En España se han realizado estudios de crecimiento a lo largo del tiempo, observándose diferencias entre ellos y el estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que presentan distintos criterios de selección de la muestra. El estudio de la OMS incluye pacientes de diferentes países y tiene en cuenta parámetros nutricionales, y se recomienda en los niños más pequeños, especialmente los alimentados mediante lactancia materna, en los que no se objetivan diferencias raciales. Tras este periodo, se considera más adecuado usar los estudios españoles integrados13. En pacientes con diagnósticos específicos, como síndrome de Turner, Noonan o Down, se utilizan gráficas específicas13.
En AP se emplean habitualmente las gráficas de la OMS, mientras que en el ámbito hospitalario suelen usarse las gráficas de Hernández de 198810 o las de los Estudios Españoles de Crecimiento de 2010. Por los motivos mencionados, y dado que la muestra de estudio abarca un largo periodo de tiempo iniciado en el año 2000, en este estudio se han empleado las gráficas de Hernández de 198810.
En cuanto a los resultados del estudio, cabe destacar que de todos los pacientes que se recogieron según codificación o texto libre un 70% no cumplía criterios de TB, porcentaje más elevado que en otros estudios, en los que ronda el 50%7. Esto puede estar influido por la preocupación familiar por la talla, dado el concepto social mencionado, por la realización de mediciones incorrectas, por el uso de diferentes gráficas o por una codificación no acorde con el diagnóstico, ya que es frecuente que el código inicial sea el del motivo de consulta y no el del diagnóstico final.
En referencia a los antecedentes familiares, hay que tener en cuenta que la TBF a menudo pasa desapercibida, ya que en este entorno pueden considerar una TB como normal8. Por ello, la talla parental debería registrarse en AP en la primera visita para evitar que pacientes con TB patológica, y que además tengan antecedentes de TBF, pasen desapercibidos.
Con respecto a la exploración física, llama la atención el hecho de que en ningún paciente se llevó a cabo o se registró la valoración de los segmentos corporales y la envergadura.
En esta serie cabe destacar el alto porcentaje de pacientes con rasgos dismórficos (21%), pudiendo estar en relación con mayor frecuentación a los centros sanitarios de los pacientes con patologías diagnosticadas.
El diagnóstico de TBI se realiza por exclusión, pudiendo confirmarse únicamente con la evolución y con pruebas complementarias en aquellos que lo precisen6,14. En el presente estudio se llegó a un diagnóstico nosológico preciso en algo más de la mitad de los casos, lo cual coincide con lo observado en otros estudios4. El diagnóstico más frecuente fue el de TBI (58%), seguido de déficit de GH, lo cual contrasta con estudios realizados en el ámbito hospitalario, en los que, si bien el diagnóstico más frecuente también fue la TBI, el siguiente fue la TB asociada a PEG1.
En relación con la alta frecuencia de TBI, encontramos diversidad de datos en la literatura1,7,15, posiblemente en relación con que se han ido descubriendo causas de TB que previamente se definían como idiopáticas, y a la diferente disponibilidad de pruebas según los distintos centros, como los estudios genéticos1.
También es llamativo el alto porcentaje de casos de déficit de GH (16%), superior a lo publicado por Sevilla Ramos et al. (4%)1 y Rodríguez et al. (5,1%)7, aunque similar a lo publicado por Majcher (18,7%)15. El tratamiento con GH también fue mayor que lo reportado en otras series (32%, frente a un 15%)1.
En cuanto a las limitaciones del estudio, hay que destacar su carácter retrospectivo basado en la revisión de historias clínicas y el hecho de que, en la mayoría de las historias clínicas de AP faltaba información fundamental a la hora de estudiar a un paciente con TB. Esto hizo que fuera preciso revisar las historias clínicas hospitalarias para completar la recogida de datos.
Además, el tamaño muestral es pequeño y se concentra en una población concreta, lo cual afecta a su validez, magnitud y aplicabilidad, sin haber alcanzado la significación estadística preestablecida en su diseño en ninguna de las asociaciones realizadas.
Hemos comprobado que existen múltiples estudios de TB en el ámbito hospitalario, pero muy pocos en AP. Por todo ello, sería conveniente llevar a cabo un estudio multicéntrico que incluyera otros centros de salud y otras áreas de salud para poder extraer conclusiones significativas.
El pediatra de AP es habitualmente el profesional encargado de realizar la valoración de la talla y la velocidad de crecimiento, siendo el primero en detectar una patología a este nivel, tanto cuando constituye el motivo de consulta, como cuando realiza la valoración auxológica en las revisiones del programa de salud infantil.
En la serie estudiada se constata la existencia de errores en cuanto a los diagnósticos, codificaciones y en el registro de los datos, que no se ajustan a los estándares. Por ello, resultaría interesante valorar cómo se realiza el abordaje de los pacientes con TB en la consulta de Atención Primaria en otros centros y otras áreas de salud, mediante estudios multicéntricos, para analizar si estos errores son comunes, determinar las causas y aplicar las medidas necesarias para optimizar los recursos y el manejo de estos pacientes.
Las autoras declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo. Este estudio no ha recibido financiación. El estudio ha sido presentado en junio de 2022 como Trabajo de Fin de Máster en el Máster Propio Pediatría de Atención Primaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Contribución de las autoras: autoría principal (EGF), colaboración y revisión (MECT, MHO).
AP: Atención Primaria · CIR: crecimiento intrauterino retardado · DE: desviación estándar · GH: growth hormone/ hormona de crecimiento · IGF1: insulin-like growth factor-1/factor de crecimiento insulínico tipo 1 · IRC: insuficiencia renal crónica · OMS: Organización Mundial de la Salud · PEG: pequeño para la edad gestacional · RCCD: retraso constitucional de crecimiento y desarrollo · TB: talla baja · TBF: talla baja familiar · TBI: talla baja idiopática · TDAH: trastorno por déficit de atención e hiperactividad · TEA: trastorno del espectro autista.
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