Vol. 23 - Num. 91
Leído. Libros, revistas e Internet
El grupo catalán COPEDI-CAT, compuesto por 120 pediatras e investigadores de 71 centros de Atención Primaria, de hospitales públicos y privados de Cataluña, se creó en marzo 2020 con el fin de investigar sobre la infección por SARS-CoV-2 en Pediatría. Entre julio y octubre de 2020 llevaron a cabo un estudio prospectivo y multicéntrico para analizar la epidemiología, clínica y dinámica de transmisión de la COVID-19 en menores de 16 años. Es, de hecho, el estudio más amplio sobre COVID pediátrica realizado en nuestro país, hasta el punto de influir positivamente en la decisión gubernamental de apertura de las escuelas para el curso escolar 2020-2021.
Se realizó en el ámbito de la Atención Primaria, lo que permitió un seguimiento muy estrecho y fiable de las dinámicas de los casos. En las encuestas se tuvo en cuenta la clínica de la infección, su gravedad, secuelas y comorbilidades, además de otros datos sobre la convivencia: superficie de la vivienda, número de convivientes y tabaquismo. Se estudió la cronología del contagio y el grado de transmisión, tanto en el colegio como en el domicilio.
Reclutaron un total de 1040 menores de 16 años y objetivaron que cerca de la mitad (47,2%) de los casos no tuvo síntomas, especialmente durante el periodo escolar. Los síntomas fueron mayoritariamente leves (fiebre, tos, cefalea y malestar). Solo un 2,6% necesitó ingreso (por clínica o por riesgo de gravedad). No se reportó ningún fallecimiento.
Casi las tres cuartas parte de los casos pediátricos (72,7%) fueron secundarios al de un adulto, pero únicamente el 7,7% de los niños fueron caso índice de contagio en el hogar. Además, su tasa de ataque secundario fue significativamente menor que la que presentaron los adultos y, curiosamente, más baja durante la escolarización que durante el verano.
Los autores concluyen que los niños no son el motor de la pandemia, que los centros educativos son lugares seguros y que los menores no tienen un papel importante en la transmisión del SARS-CoV-2, de modo que se espera que cualquier intervención sobre ellos no tenga apenas impacto en la reducción de la transmisión del SARS-CoV-2.
Comentario de la autora de la reseña: el estudio plasma lo que estamos observando en nuestras consultas de Pediatría desde el inicio de la pandemia. En base a ello, quizá deberíamos plantearnos dejar a los niños al margen de estrategias de control epidemiológico y evitar acciones sobre ellos, como uso de mascarillas, distanciamiento social e, incluso, replantear su vacunación contra el SARS-CoV-2, tal y como insiste la Organización Mundial de la Salud, por su bajo riesgo frente a la COVID-19 y por solidaridad con los países en vías de desarrollo. Son necesarios más debates serios sobre esta cuestión para analizar el problema desde diferentes perspectivas y acercarnos así un poco más a la realidad.
Marta Carrera Polanco.
Agosto de 2021
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