Vol. 23 - Num. 30
Casos clínicos. Salud mental
Elena Galindo Lalanaa, Rebeca Hernández Abadíab, Laura Belenguer Polaa, Carlos Nagore Gonzáleza, Ana Escribano Garcíaa, M.ª Pilar Lalana Josac
aMIR-Pediatría. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza. España.
bServicio de Pediatría. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza. España.
cPediatra. CS San José Centro. Zaragoza. España.
Cómo citar este artículo: Galindo Lalana E, Hernández Abadía R, Belenguer Pola L, Nagore González C, Escribano García A, Lalana Josa MP. El niño mal comedor o trastorno del espectro autista. Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2021(30):307.
Publicado en Internet: 30-11--0001 - Número de visitas: 3259
El niño pequeño mal comedor y selectivo produce ansiedad y temor en los padres. Sin embargo, el pediatra no debe quedarse solo con esta posibilidad, debiendo profundizar en la anamnesis. Los trastornos del espectro autista (TEA) se inician en la infancia y afectan a la comunicación social y a la conducta, con la presencia de comportamientos e intereses repetitivos y restringidos de enorme variabilidad. Los rituales autistas con la comida pueden ser interpretados por los padres como niños malos comedores, selectivos o caprichosos, cuando en realidad se trata de intereses restringidos. Ante esta posibilidad, el pediatra de Atención Primaria se encuentra en una situación privilegiada para diagnosticar, de forma precoz, la posibilidad de un TEA.
Se presentan tres casos de niños con síntoma guía relacionado con rituales en la comida y cuyos padres consideraban malos comedores.
Caso 1: niño de dos años y medio que acude a control de peso. Los padres lo ven delgado. Solo come zanahorias, patatas y leche. Tras anamnesis se detecta alto grado de ansiedad en el niño si intentan cambiar el ritual asociado a la comida, huele los alimentos, los coloca en orden y cantidad determinada y debe comer siempre en el mismo lugar. Además, múltiples rituales que los padres interpretaban como capricho o “cabezonería”. Retraso del lenguaje con ecolalia.
Caso 2: niña de tres años que acude a programa de salud infantil. Refiere la madre que es mala comedora de siempre pero actualmente solo come espaguetis blancos, mandarinas y yogur. Tras anamnesis se detectan problemas de relación en el colegio que los padres y profesores achacan a timidez y no haber estado escolarizada con anterioridad.
Caso 3: niño de cuatro años que acude a consulta por urticaria. En la anamnesis por posibles alimentos desencadenantes se constata alimentación muy selectiva con patatas fritas, palomitas y pan. La introducción de nuevos alimentos le genera gran ansiedad y “rabietas” que los padres intentan gestionar sin mucho éxito. Se constata mirada esquiva, poco juego simbólico y retraso del lenguaje.
El pediatra de Atención Primaria juega un papel esencial en la detección temprana de los TEA y su derivación a un programa de Atención Temprana. La intervención irá dirigida a cambiar el foco de atención de estos niños hacia los objetos por un interés creciente por el mundo social. Para conseguir esto será necesario estar atentos a “mi niño no me come”.
Los autores declaran no presentar conflicto de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
TEA: trastornos del espectro autista.
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