Vol. 21 - Num. 84
Grupo PrevInfad/PAPPS Infancia y Adolescencia
Francisco Javier Sánchez Ruiz-Cabelloa, Marina de la Vega de Carranzab, Ana M.ª Campos Martínezc, M.ª Jesús Esparza Olcinad, José Galbe Sánchez-Venturae, Ana Gallego Iborraf, Jaime García Aguadod, Carmen Rosa Pallás Alonsog, Álvaro Rando Diegoh, M.ª José San Miguel Muñozi, Julia Colomer Revueltaj, Olga Cortés Ricok, José M.ª Mengual Gill
aPediatra. CS Zaidín Sur. Granada. España.
bMIR-Pediatría. Hospital Materno-Infantil Virgen de las Nieves. Granada. España.
cServicio de Pediatría. Hospital de Motril. Granada. España.
dPediatra. Madrid. España.
ePediatra. CS Torrero La Paz. Zaragoza. España.
fPediatra. CS Trinidad. Málaga. España.
gServicio de Neonatología. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España.
hPediatra. CS Mejorada del Campo. Velilla de San Antonio. Madrid. España.
iPediatra. CS Paterna. Valencia. España.
jDepartamento de Pediatría, Obstetricia y Ginecología. Unidad de Pediatría. Universidad de Valencia. Valencia. España.
kPediatra. CS Canillejas. Madrid. España.
lPediatra. CS Delicias Sur. Zaragoza. España.
Correspondencia: FJ Sánchez. Correo electrónico: jsanchezrc@gmail.com
Cómo citar este artículo: Sánchez Ruiz-Cabello FJ, de la Vega de Carranza M, Campos Martínez AM, Esparza Olcina MJ, Galbe Sánchez-Ventura J, Gallego Iborra A, et al. Promoción de la actividad física en la infancia y la adolescencia (parte 2) . Rev Pediatr Aten Primaria. 2019;21:415-25.
Publicado en Internet: 10-10-2019 - Número de visitas: 9906
Resumen
La actualización sobre las actividades de promoción de la actividad física en la infancia y adolescencia se aborda en dos partes. En la primera se analizan los beneficios en salud y los posibles riesgos de la actividad física. En la segunda se valora la evidencia sobre la eficacia de las intervenciones dirigidas a la promoción de la actividad física y disminución del sedentarismo en la edad pediátrica. El grupo PrevInfad sugiere hacer intervenciones dirigidas a la promoción de la actividad física o a la disminución del sedentarismo tanto en Atención Primaria como en el entorno escolar o comunitario.
Palabras clave
● Adolescente ● Ejercicio ● Niño ● Promoción de la salud ● SedentarismoLa mayoría de las investigaciones han tratado sobre intervenciones dirigidas a la prevención del sobrepeso1 y la obesidad2 y son analizadas en el capítulo de PrevInfad sobre obesidad.
Analizamos a continuación intervenciones dirigidas a la promoción de la AF o disminución del sedentarismo ubicadas o dirigidas en el entorno escolar, nivel comunitario u otros diseños de investigación ajenos a la Atención Primaria (AP).
Para que la intervención sea efectiva, se recomienda identificar a la población de alto riesgo para impartir en ellos el consejo y que sea coste-efectivo. Los factores de riesgo incluyen sobrepeso, hipertensión, personas con dietas poco saludables y personas sedentarias. En AP la AF puede promoverse de diferentes formas como dar consejos orales, dar información por escrito o prescribiendo programas específicos de ejercicio físico. Existe evidencia de la efectividad del consejo breve y las intervenciones que promueven la AF en adultos sedentarios3 y también podrían serlo en niños. La evidencia sugiere que la combinación de dieta y AF es más efectiva que por separado3,4.
Stone y McKenzie publicaron en 1998 una revisión realizada en EE. UU. en la que se comprobó que las intervenciones escolares dan resultados positivos significativos para el aumento de la AF de moderada a vigorosa en niños5.
La revisión realizada por Sallis en el año 2000 sobre intervenciones realizadas desde los centros sanitarios para el fomento de la AF en niños y adolescentes reveló que no existían estudios que evaluaran intervenciones dirigidas a niños en AP6.
En 2007 van Sluijs7 revisó 57 estudios sobre la efectividad de las intervenciones para promover la AF en niños y adolescentes, concluyendo que existe evidencia para usar estrategias que potencien la AF. Destaca que la evidencia de la efectividad fue limitada para niños en condiciones sociales desfavorables mientras que fue fuerte cuando las intervenciones se producían en adolescentes y en el ámbito escolar, familiar o comunitario.
Los programas de intervención para la promoción de AF en niños escolares fueron revisados por Medina Blanco et al. en 20118. El propósito de esta revisión sistemática fue evaluar programas de promoción de AF en niños de 6 a 12 años. Se incluyeron estudios cuasi experimentales y aleatorizados con seguimiento de al menos 12 meses recogidos en siete estudios que valoraron la AF mediante acelerómetro o podómetro. Esta revisión fue la primera que incluyó únicamente estudios de intervención realizados en escuelas en niños de 6 a 12 años mediante valoraciones objetivas de la AF en un periodo de seguimiento igual o superior a 12 meses. Los resultados fueron heterogéneos ya que, aunque hubo evidencias directas de cambios positivos, estas no fueron consistentes, porque en cinco de los siete estudios utilizados no encontraron diferencias significativas, incluyendo el estudio experimental de mayor tiempo de observación. Los moderados resultados de esas intervenciones sugieren la necesidad de diseñar nuevos estudios y programas que traten de promover, aún más, la AF a estas edades.
El British Medical Journal (BMJ) publicó en 2012 una revisión sistemática con metaanálisis para determinar, y en qué medida, si las intervenciones para promover la AF afectan a los niveles de actividad general de los niños9. Se seleccionaron ensayos controlados aleatorizados y ensayos clínicos controlados en los que la intervención incorporó factores diseñados para aumentar la AF en niños y adolescentes durante al menos cuatro semanas. Se obtuvieron treinta estudios que cumplían los criterios de inclusión. El efecto combinado de la intervención en todos los estudios fue pequeño o insignificante para la AF total (diferencia de medias estandarizada 0,12, intervalo de confianza del 95% [IC 95] 0,04 a 0,20, p <0,01) y pequeña para actividad moderada o vigorosa (0,16, IC 95: 0,08 a 0,24, p <0,001). Finalmente se concluyó que las intervenciones en AF tienen solo un pequeño efecto (aproximadamente cuatro minutos más caminando o corriendo por día) en los niveles de actividad general de los niños. Este hallazgo puede explicar, en parte, por qué tales intervenciones han tenido un éxito limitado en la reducción del índice de masa corporal (IMC) o la grasa corporal de los niños.
En 2013 la Colaboración Cochrane también realizó una revisión sobre programas de AF en la escuela para promover el ejercicio y el estado físico en niños y adolescentes de 6 a 18 años10. Su propósito fue resumir la evidencia sobre la efectividad de las intervenciones escolares en la promoción de la AF y el estado físico en niños y adolescentes. Tras realizar una revisión de 13 841 estudios, solo se incluyeron 26 ensayos controlados aleatorizados cuyos resultados primarios incluían tasas de AF moderada y vigorosa durante la jornada escolar y el tiempo dedicado a la televisión. Los resultados secundarios de estos ensayos estaban relacionados con medidas del estado de salud física como la presión arterial sistólica y diastólica, el colesterol en la sangre, el IMC, el consumo máximo de oxígeno (VO2 máx.) y el pulso.
En general se obtuvo cierta evidencia de que las intervenciones de AF en la escuela tuvieron un impacto positivo en cuatro de las nueve medidas de resultado. Específicamente, se observaron efectos positivos para la duración de la AF, la visualización de la televisión, el VO2 máx. y la colesterolemia. En cambio, tuvieron poco efecto sobre las tasas de AF, la presión arterial sistólica y diastólica, el IMC y la frecuencia del pulso.
La revisión sistemática de 2009 se actualizó en 2013, añadiéndose tres nuevos criterios de inclusión (un diseño al azar, la invitación a todos los niños que asisten a la escuela a participar en el programa y periodos de intervención de mínimo 12 semanas) por lo que 12 de los 26 estudios originales fueron excluidos. Además, se identificaron otros estudios publicados entre julio de 2007 y octubre de 2011 en los que también se evaluó la eficacia de las intervenciones físicas en las escuelas y, en su caso, se incluyeron. En total se examinaron 2378 títulos adicionales de los cuales solo 30 cumplieron con todos los criterios de inclusión, por lo que en esta actualización aparecen 44 estudios que presentan datos completos de 36 593 participantes durante periodos de intervención de 12 semanas a 6 años. Tras esta nueva revisión, se observaron pocos cambios en los resultados, con la excepción de las tasas de colesterol en la sangre y la AF. Hubo alguna evidencia que sugirió que las intervenciones de AF en la escuela llevaban a una mayor proporción de niños que realizaban AF moderada a vigorosa durante las horas escolares (odds ratio [OR]: 2,74, IC 95: 2,01 a 3,75). También se observó que los niños que pasaron más tiempo dedicado a la AF de moderada a vigorosa también dedicaron menos tiempo a ver la televisión, y habían mejorado el VO2 máx. En cambio, las conclusiones generales de esta actualización no difieren significativamente de las informadas en la revisión original. La conclusión de los autores fue que la evidencia sugiere que la implementación de intervenciones de AF en la escuela en este momento es recomendable dados los efectos positivos sobre el comportamiento y los resultados de la salud física ya que, aunque la magnitud del efecto es pequeña, no presenta riesgos.
En 2014 un metaanálisis de Dellert11 analizó intervenciones dirigidas a padres y niños y su efecto sobre la AF o el IMC. El metaanálisis encontró 21 intervenciones, todas con grupo control, de alta calidad y dirigidas a familias, ninguna de las cuales se situó en el contexto de AP. Las intervenciones utilizadas en estos estudios abordaron la educación de las familias en relación con el ejercicio físico y la dieta. Son estudios en los que no importaba si los niños tenían o no sobrepeso y las intervenciones duraron desde 2 días hasta 4 años. Los resultados indicaron que no hubo cambio significativo en el IMC y que sí había significación estadística para el aumento de la AF y concluyen que las intervenciones en padres y niños tienen un significativo efecto sobre el aumento de la AF.
En otra revisión sistemática del año 201612, centrada en la efectividad de intervenciones y estrategias dirigidas exclusivamente a disminuir el sedentarismo en niños y adolescentes, se incluyeron 21 estudios, de los cuales 8 son de calidad moderada y 13 de calidad baja. Las estrategias de intervención eran heterogéneas o no quedaban muy claras, por lo que no encuentran evidencia convincente sobre la eficacia de las intervenciones dirigidas a disminuir la conducta sedentaria. De los cuatro estudios que sitúan en clínicas de AP, todos ellos van dirigidos a población obesa y el resto de los estudios que analizan van dirigidos al entorno comunitario y escolar.
Una revisión sistemática reciente13 fue dirigida a descubrir si las intervenciones son efectivas para mejorar los niveles de AF y dietas saludables dentro de los centros de cuidados infantiles: se incluyeron 22 artículos, 16 de ellos sobre intervenciones de AF y algunos de ellos de alta calidad, y concluyen que las intervenciones en los centros de cuidados infantiles pueden ser efectivas para mejorar la AF, con un tamaño del efecto moderado.
En el siguiente apartado vamos a analizar evidencias en intervenciones dirigidas para evitar el sedentarismo o aumentar la AF en la población pediátrica general y en el ámbito de la AP.
Quedan excluidos trabajos dirigidos a intervenciones en niños con sobrepeso2,14, los que incluyen resultados centrados solo en el peso1,15 o los realizados en intervenciones escolares y comunitarias ajenas a AP5-13.
El Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria16 recomienda utilizar el ejercicio físico como un fármaco universal, con pocos acontecimientos adversos y bajo coste (grado de evidencia A) e incorporar el consejo y prescripción de la AF en la consulta de AP motivando y reforzando al paciente en cada visita, aunque este no sea el motivo de consulta (grado de evidencia B).
El Community Preventive Services Task Force17 publicó en 2016 una revisión sistemática para examinar la efectividad de las intervenciones conductuales dirigidas a reducir el sedentarismo y el tiempo de pantalla, bien solas o combinadas con dieta y AF. En todas se recoge el tiempo de pantalla y en algunas también la AF y peso, centrándose en trabajos en población menor de 13 años desde 1966 hasta 2013. Se obtuvieron 49 estudios: 12 centrados en el tiempo de pantalla y los 37 restantes centrados en la combinación de disminuir el sedentarismo, aumentar la AF y realizar una dieta sana. Nueve estudios fueron en población de bajo nivel de ingresos, tres de ellos en niños afroamericanos con bajo nivel de ingresos y tres en niños con discapacidades. La mayoría de los estudios fueron en niños sin sobrepeso y solo siete eran en población obesa. En un total de 35 estudios se recogió la AF. La media de duración fue de 6 meses, con un rango de 3 a 15 meses. De forma adicional se evaluó el coste-beneficio, pero los resultados no fueron concluyentes. Además, cabe señalar que no identificaron acontecimientos adversos.
El trabajo de Ford18 es un estudio piloto aleatorio con casos y controles sobre 28 familias de niños entre 7 y 12 años afroamericanos de nivel socioeconómico bajo, en consultas médicas de controles de salud y en un centro de AP de Atlanta. La intervención fue un consejo breve de 5 a 10 minutos sobre 15 familias, con 13 familias en el grupo control. Los resultados disminuyeron las horas semanales frente a la pantalla del televisor con una media de -13,7 horas y también se incrementó la participación en deportes organizados, con una media de +2,5 horas. Este pequeño estudio piloto concluye que los efectos sobre el descenso del tiempo de pantalla y el aumento de la AF sugieren que puede ser efectiva una intervención conductual. Además, descubren la ausencia de este tipo de estudios en AP.
Birken19 publicó un estudio sobre la efectividad del consejo breve en AP, consiguiendo un resultado parcial. El objetivo fue determinar si una intervención en la edad preescolar era efectiva en cuanto a la reducción del tiempo de pantalla y la reducción del tiempo de la comida frente al televisor, además de disminuir el IMC. Es un ensayo clínico aleatorizado con un seguimiento de un año, ubicado en AP de una región de Canadá y dirigido a niños de tres años mediante un consejo de 10 minutos. La muestra final fue de 132 niños: 64 en el grupo de intervención y 68 en el grupo control. No hubo beneficio en la reducción del tiempo de pantalla y sí en la reducción de comer frente al televisor. Indican que no hay apenas trabajos situados en AP y descubren un ensayo clínico conductual en AP sobre población con sobrepeso en el cual el consejo fue efectivo para disminuir sedentarismo20. Asimismo, describen que no hay análisis de coste-efectividad en AP sobre población pediátrica, aunque sí hay estudios coste-efectivos en adultos sobre intervenciones enfocadas al cambio de conducta individual.
Downing realizó un metaanálisis21 dirigido a evaluar la efectividad de las intervenciones para disminuir el sedentarismo en niños de 0 a 5 años. Se analizaron 17 estudios y concluyeron que, a pesar de la heterogeneidad de los métodos, muchas de las intervenciones para reducir el sedentarismo en esta edad mostraron una reducción significativa del mismo. Sugieren que esta conclusión debe ser un punto de partida para comenzar a intervenir fomentando un estilo de vida saludable. Cabe destacar que, de las tres intervenciones situadas en AP, una fue la de Birken19, que no resultó efectiva, y las otras dos20,22 estaban dirigidas a niños con sobrepeso.
En 2007, Salmon23, en una revisión sistemática sobre la efectividad de las intervenciones sobre AF en población sin sobrepeso de 4 a 19 años, incluyeron 76 estudios, de ellos 57 en ámbito escolar, 9 en familias, 4 en la comunidad y 6 en AP y concluyen que las intervenciones en AP, aunque fueron prometedoras, no permitían obtener conclusiones por la escasa calidad de los trabajos:
En la revisión sistemática de Salmon se evalúa la calidad de los estudios como moderada-baja, con muestras escasas, apenas datos de las intervenciones, no tienen medidas objetivas de AF, la muestra y el análisis de datos es débil y algunos no tienen grupo control. Concluyen que hacen falta más evidencias, ya que dos de los seis estudios en AP no obtienen beneficios sobre la AF y el resto muestra un beneficio débil.
En 2015 Kader29 publicó una revisión sistemática de las intervenciones para padres de niños de 2 a 18 años sobre promoción de AF, dieta saludable y peso y además estudia la relación con el nivel socioeconómico. Es una revisión desde 1990 hasta 2013 que incluye 35 estudios, con cuatro tipos de intervención: consejo telefónico, consejo cara a cara y sesiones educativas en grupos (sobre todo dirigidas al control de peso) y envío domiciliario de información. Diez van dirigidos específicamente a la AF y cinco al sedentarismo, el resto de los estudios se centran en mejorar la dieta o controlar el peso. Tres de las 15 intervenciones dirigidas a AF/sedentarismo emplearon consejo cara a cara19,30,31: Birken en 2012 (que ya ha sido comentado), Anand en 2007, con intervenciones en el hogar, y Sääkslahti en 2004, que fue una intervención en medio escolar dirigida a 228 padres e hijos de 2-5 años con peso normal: la intervención duró 182 semanas y fue efectiva para aumentar la AF al aire libre31. Los trabajos de Birken y Anand fueron considerados de baja calidad. En cuanto a la ubicación, nueve estudios son intervenciones en el hogar, nueve en escuelas, siete a nivel comunitario y diez estudios se llevaron a cabo en clínicas de salud. De ellos, solo el estudio de Birken19 fue desarrollado en AP tal y como la conocemos en nuestro país, el resto de los estudios ubicados en clínicas iban dirigidos al control de peso y dieta. En el citado estudio de Birken, un consejo de diez minutos no fue suficiente para disminuir el tiempo de pantalla. Los autores de la revisión concluyen que hay evidencia limitada de la efectividad de las intervenciones para padres dirigidas al aumento de AF, principalmente porque los trabajos son de calidad moderada-baja. En general, las intervenciones fueron más efectivas a menor edad y nivel socioeconómico bajo.
Hay datos, basados en estudios amplios observacionales de cohortes en población adulta, de que la AF mejora la morbimortalidad y disminuye las enfermedades cardiovasculares. Además, hay evidencias de alta calidad, basadas en estudios tanto observacionales como experimentales en población infantil, de que la AF disminuye los factores de riesgo cardiovasculares, la adiposidad y mejora aspectos del desarrollo psíquico y cognitivo, así como la capacidad aeróbica y el desarrollo osteomuscular.
La evidencia de las recomendaciones en cuanto a la intensidad de la AF está basada en estudios observacionales (nivel de AF y beneficios para la salud) y experimentales (ejercicio y mejora de parámetros de salud), pero las cantidades y tiempos concretos son solo opinión de expertos.
Hay numerosos estudios experimentales con metaanálisis y revisiones sistemáticas bien diseñadas y amplias que demuestran que las intervenciones sobre la AF modifican la conducta aumentando niveles de AF y mejorando algunos parámetros de salud. Sin embargo, la magnitud del beneficio en general es escasa y poco consistente, aunque en conjunto la evidencia tiende a mostrar un beneficio neto sobre todo en intervenciones intensivas y largas. No hay estudios que evalúen los beneficios a largo plazo, ni evaluaciones de coste-beneficio.
No hay evidencia en ninguno de los trabajos de efectos adversos asociados a las intervenciones. Hay pocos estudios ubicados en AP y aún menos a través de consejo breve en población pediátrica18,19,24,25,28.
La calidad de la evidencia de los trabajos en AP es moderada-baja, porque si bien hay estudios bien diseñados, de tipo ensayo clínico con grupo control, que serían de calidad alta, la escasa y pobre recogida de la muestra poblacional, la falta de medidas objetivas de la AF, los escasos datos de las intervenciones y el pobre análisis de datos disminuyen la calidad.
El beneficio es escaso y poco consistente: en tres de los trabajos llevados a cabo en AP no hubo beneficio19,24,25 y en los otros18,26-28 hubo beneficio moderado, tanto para disminuir el sedentarismo como para aumentar la AF.
No hay estudios sobre beneficios en parámetros de salud, resultados intermedios u otros beneficios. No hay estudios de seguimiento a largo plazo. En los subgrupos de población, no hubo diferencias por nivel económico, raza o discapacidad, salvo en la revisión de Kader29, donde la efectividad fue mayor en niveles socioeconómicos bajos. Además, no se hicieron análisis del coste-efectividad de las intervenciones y en ninguno se encontraron efectos adversos.
Respecto a la aplicabilidad, la cuestión más importante sería: ¿puede hacerse una inferencia de que la intervención tendrá eficacia para la población infantil española en AP? El análisis de los resultados de los estudios en AP, salvo el trabajo de Ortega28, no puede aplicarse íntegramente a otros países donde la estructura y cobertura de la AP es diferente. En consecuencia, es esencial que la evaluación de las posibles intervenciones se realice en el contexto real donde se van a desarrollar. Además, encontramos que los estudios son escasos y tienen una base muestral muy limitada para poder hacer inferencias poblacionales.
Teniendo en cuenta los beneficios probados en salud de la AF y la ausencia de efectos adversos de las intervenciones en la infancia y adolescencia, y a pesar de los problemas de aplicabilidad y de la limitada información sobre los resultados del consejo en AP (escasos estudios y falta de trabajos de alta calidad), globalmente la promoción de la AF desde AP puede tener efectos favorables.
La mayoría de las entidades científicas nacionales e internacionales, así como los organismos sanitarios y las guías de práctica clínica, establecen una serie de recomendaciones que se resumen a continuación32-40.
Los beneficios pueden aumentarse considerablemente incrementando progresivamente el nivel de actividad, especialmente en niños inactivos. Se debe alentar a los niños a realizar AF de una forma placentera y segura.
Aunque hacen falta más estudios que demuestren las consecuencias negativas específicas de la salud asociadas a conductas sedentarias, sí está demostrado que el sedentarismo es un factor de riesgo para la salud independiente de la AF. Por esto, según los grupos de edad se recomienda:
También se aconseja minimizar el tiempo de transporte motorizado (en coche, en autobús, en metro) y fomentar el transporte activo, recorriendo a pie o en bici al menos parte del camino, así como realizar actividades al aire libre.
En el caso de los niños y jóvenes inactivos, se sugiere aumentar progresivamente la AF hasta alcanzar los niveles indicados. No obstante, si los niños no realizan actualmente ninguna AF, la práctica de esta en niveles inferiores a los recomendados les reportará más beneficios que la inactividad.
A pesar de que el nivel de evidencia en los primeros años de vida solo se apoya en la opinión de expertos, la AF debe alentarse ya desde el nacimiento por medio de juegos en el suelo o acuáticos. Todos los niños y jóvenes deberían realizar diariamente AF en forma de juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados, en el contexto de la familia, la escuela y las actividades comunitarias.
Según los diferentes grupos de edad, se aconseja una cantidad e intensidad de AF adecuadas:
Existen tablas35 con tipos de actividad estructurada o no estructura (para preescolares, relacionadas fundamentalmente con el juego). En estas tablas se aconseja realizar una AF aeróbica de intensidad moderada que aumente la sensación de calor, iniciando una ligera sudoración a la vez que se produzca un incremento del ritmo cardiaco y respiratorio que permita hablar sin sentir que falta el aire. Por ejemplo, se podría caminar a paso ligero (más de 6 km/h) o pasear en bicicleta (15 km/h).
El nivel de evidencia de la recomendación en cuanto a la intensidad de la AF se basa en estudios observacionales (nivel de AF y beneficios para la salud) y experimentales (ejercicio y mejora de parámetros de salud), pero las cantidades y tiempos concretos son solo opinión de expertos.
La recomendación de la cantidad mínima de AF (60 minutos) se hace en base a estudios que muestran una asociación dosis-respuesta, ya que en general existen evidencias en estudios observacionales y experimentales que demuestran una asociación fuerte entre AF regular y efectos beneficiosos cardiovasculares, del metabolismo de la glucosa, de control de sobrepeso y obesidad, de formación osteomuscular y beneficios psicológicos.
La distribución diaria y la recomendación de la cantidad semanal de AF se hace solo a través de la opinión de expertos, ya que no hay datos concluyentes de duración específica.
En el caso de niños escolares, se sugiere realizar una AF vigorosa con ejercicios de fuerza muscular al menos tres días en semana basándose en estudios que demuestran una asociación entre AF vigorosa con mejorías en parámetros de salud, concretamente en formación ósea y parámetros metabólicos.
En niños con sobrepeso, la AF puede ser beneficiosa incluso sin pérdida de peso. Los niños y jóvenes con discapacidades, siempre que sea posible, deberían cumplir las recomendaciones. Además, las mismas son aplicables a todos los niños y jóvenes, con independencia de su género, raza, etnicidad o nivel de ingresos.
Se recomienda que los médicos de AP utilicen la visita médica para preguntar sobre hábitos de AF e informar (consejo), aunque falta evidencia sobre la efectividad del consejo asistido para cambiar los comportamientos de los pacientes respecto a la AF.
En el trascurso de las visitas médicas en AP, se debería evaluar la frecuencia, el tipo y la duración de la AF para niños a partir de tres años. El pediatra debe enseñar a los padres y a los pacientes la importancia de realizar AF regular entre moderada y vigorosa como manera de prevenir las enfermedades de la edad adulta. Los pediatras deberían servir de modelo participando ellos también en AF diaria y trabajando con las escuelas para proporcionar una adecuada educación física.
La adopción de estas recomendaciones tiene un coste mínimo, fundamentalmente si se adapta al entorno de cada país y a sus modalidades de comunicación y difusión. Si se desea aplicar políticas integrales que faciliten la consecución de los niveles de AF adecuados, será necesario dedicar recursos adicionales.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
AF: actividad física · AP: Atención Primaria · IC 95: intervalo de confianza del 95% · IMC: índice de masa corporal · OR: odds ratio · VO2 máx.: consumo máximo de oxígeno.
Comentarios
Este artículo aún no tiene comentarios.