Vol. 21 - Num. 81
Editorial
aPsicóloga clínica. Centro de Atención al Desarrollo Integral (ADI). Madrid. España.
Correspondencia: A Torner. Correo electrónico: angelestorner@adipsicoterapia.com
Cómo citar este artículo: Torner Hernández A. Nuevos modelos de familia y desarrollo psíquico de los niños. Rev Pediatr Aten Primaria. 2019;21:11-3.
Publicado en Internet: 28-03-2019 - Número de visitas: 10907
Resumen
La trasformación de la familia en el mundo occidental supone uno de los mayores cambios en los últimos 50 años. Se ha pasado de la familia nuclear, como modelo casi único, a una multiplicidad de formas de organización familiar. Estos cambios han hecho más compleja la estructuración de la identidad de los hijos. Cada niño necesitará integrar los efectos imaginarios que cada una de estas configuraciones familiares generan, para lo que necesitará la ayuda del entramado familiar y social que le rodea.
Palabras clave
● Filiaciones ● Identidad subjetiva ● ParentalidadLa familia actual se ha hecho más compleja. Madre y padre adquieren carácter plural: madre o padre biológico, padre dador de esperma, madre sustituta, madre de crianza o de afecto, etc., y en algunas formas de reproducción o de acceder a ser padres siempre va a estar presente un tercero, dador de semen, de óvulo, de útero, padres biológicos, etc. El proyecto de hijo ya no es solo un proyecto de pareja, sino también un proyecto individual; la globalización ha favorecido el aumento de la adopción internacional y también se ha hecho más compleja por los sucesivos divorcios e hijos de diferentes parejas, con vínculos fraternos varios, filiaciones cambiantes, múltiples padres o madres.
Una familia la constituyen dos generaciones con cierta estabilidad en el ejercicio de sus funciones, lo que quiere decir que en la medida en que haya un adulto capaz de cuidar a un niño y un niño capaz de ser cuidado por un adulto podremos hablar de familia1.
No existe un modelo familiar idóneo para un buen desarrollo psíquico, y no se puede adjudicar a priori patología a un niño ni a sus padres por constituir un modelo de familia diferente.
Pero podemos pensar en una serie de criterios que van a favorecer un desarrollo adecuado:
Este adulto en función paterna es muy importante también en el cuidado y crianza del niño pequeño, lo que favorecerá su compromiso y presencia activa en todo el desarrollo.
Estas funciones han sido “naturalmente desempeñadas” por la madre o el padre, pero no tiene que ser así necesariamente. Las habilidades de cuidar a los bebés son semejantes, ambos tienen capacidades que los hombres abandonan antes y las mujeres asumen como función propia.
Cada mujer y cada hombre ejercerán una y otra de las funciones parentales de acuerdo con su personalidad, su historia, y seguramente también dependiendo de su condición de hombre o mujer, y de los condicionantes culturales adscritos a uno u otro género. El psiquismo de cada hombre y cada mujer está constituido por identificaciones tanto masculinas como femeninas, con el padre y la madre y sus ideales, pero también a otras figuras masculinas y femeninas que han sido significativas.
El deseo de un hijo implica un deseo de vida, de transcendencia, y de modo simbólico, el embarazo y el hijo posteriormente permiten un estado de completud, la capacidad de crear a un semejante, prueba de fecundidad y potencia, lo que ayuda a exorcizar nuestra condición humana de seres con carencias. Dependiendo de la estructura psíquica de cada padre-madre, ese hijo puede ser buscado por identificación con la función parental de sus propios padres, o ser buscado, por el contrario, para una negación de las propias carencias vitales.
Así, desear ser padre o madre puede ser un deseo tanto saludable como patológico, y para algunos adultos, puede llegar a convertirse en una necesidad tiránica cuando no ha sido posible hacer el duelo del “deseo de hijo”2.
Hablar de los orígenes para muchos padres es casi imposible, porque significa asumir la diferencia entre maternidad o paternidad biológica y de afecto, lo que les supone una herida narcisista insoportable. Se instala así a veces la necesidad del secreto con sus efectos traumáticos. Cuando los padres no pueden evocar ni hablar de las emociones ligadas a los orígenes, no es posible que los hijos lo puedan pensar ni preguntar, lo que los lleva posiblemente a la imposibilidad de simbolizarlo e integrarlo en su psiquismo.
Para el niño, llegar a tener una identidad propia va unida tanto al proceso de separación y construcción de un yo propio y diferente a otro, como a conseguir sentirse parte de, quedar inscrito dentro de una filiación.
Actualmente hay mayor complejidad en la estructuración de la identidad, y los criterios que determinan la filiación son múltiples: los niños cambian de familias y de modalidades de estructuración de estas (pueden pasar de formar parte de una familia tradicional, a una familia monoparental u homoparental, o con hermanos nacidos en otras culturas, etc.), cambian de lenguas, y pueden tener más de una identidad.
Todas estas configuraciones familiares múltiples provocan efectos imaginarios, que cada niño tendrá que elaborar, para lo que necesitará la ayuda de los adultos que forman su trama familiar y social, para que ellos encuentren la posibilidad de imaginar sobre los orígenes y poner palabras.
Debido a la fragilidad psíquica y física de estas etapas, es muy necesario para cualquier nueva familia contar con una ayuda protectora y no invasiva, pero más cuando las condiciones de acceso a convertirse en padres han sido costosas emocionalmente. Cómo socialmente podamos integrar todas estas nuevas estructuras familiares redundará en una mayor capacidad parental de los adultos.
Factores que promueven un desarrollo adecuado:
La autora declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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