Vol. 20 - Num. 80
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Publicado en Internet: 17-12-2018 - Número de visitas: 4989
El autor del artículo se cuestiona si este mantra, aplicable a distintas facetas de la vida e incluso de la medicina (por ejemplo, los antibióticos), se puede aplicar a los pediatras. ¿Cómo podemos conseguir un número mínimo de pediatras que puedan responder a las necesidades de salud de la población infantil?
Presentan los resultados de una encuesta sobre datos de profesionales encargados de la atención a la población infantil, respondida por pediatras de 17 países europeos. De estos países, seis tenían un sistema de solo pediatra, cuatro tenían un sistema de atención pediátrica mixto y cuatro un sistema de médicos general para la Atención Primaria (AP) pediátrica. La media de niños por pediatra fue de 818; del total de pediatras, un 41% trabajaban en AP; la duración promedio de la vida laboral fue de 36 años; un 17% trabajaba a tiempo parcial; y el 71% de los pediatras eran mujeres. En el momento actual el 78% de los pediatras en formación en Europa son mujeres. Ocho países comunicaron un aumento en el número total de pediatras entre 2013 y 2018 de entre un 1-10%, cinco indicaron que no había habido cambios y dos declararon que el número de pediatras en este periodo había disminuido. Seis países referían un saldo emigración-inmigración negativo; dos referían un saldo nulo y en cinco países el saldo era positivo. Entre 2013-2018 se formaron una media de 319 pediatras al año, por país, de promedio; en 2018 se formarán 347. En los países con sistema de solo pediatras en AP había una media de 1342 niños asignados por pediatra de AP y 1446 por cada pediatra de hospital. En los sistemas mixtos el número aumentaban a 1625 niños por pediatra de AP y 2540 por pediatra hospitalario. En los sistemas de médicos generalistas atendiendo niños en AP, el 90% de los pediatras trabajaban en el hospital y estos tenían el mayor cupo medio de niños por pediatra: 2250.
Los autores sugieren que la planificación de las necesidades de pediatras en el futuro debe pasar por una actualización constante de estos datos y la elaboración de una estrategia por parte de personal competente de los ministerios de sanidad y servicios sociales. Defienden que esta estrategia debería contemplar como objetivo un sistema de provisión de cuidados descentralizado y ofrecido por los profesionales con más experiencia, reservando la atención hospitalaria para enfermedades poco frecuentes y el tratamiento de pacientes graves. Consideran que el pediatra de AP debería ser el responsable del cuidado del niño, con una comunicación fluida y bidireccional con los pediatras hospitalarios, que no deberían considerarse como un ente aislado sino como una parte del sistema, atendiendo los problemas complicados y devolviendo al paciente al pediatra de AP para su seguimiento
Los autores piensan que en Pediatría el total es más que la suma de las partes, pero que el mantra “mejor atención por menos pediatras” no es realista. Defienden la necesidad de mejorar la formación de los pediatras.
María Aparicio Rodrigo
Pediatra, Madrid
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