Vol. 20 - Num. 78
Notas clínicas
Gracia M.ª García Laraa, Víctor de Diego Cifuentesb, Ana Garach Gómezc, Francisco García Iglesiasd
aPediatra. CS Albayda La Cruz. Granada. España.
bMIR-MFyC. CS Cartuja. Granada. España.
cPediatra. CS Zaidin Sur. Distrito Granada-Metropolitano. Granada. España.
dPediatra. CS Albaycín. Granada. España.
Correspondencia: GM García. Correo electrónico: garla75@hotmail.com
Cómo citar este artículo: García Lara GM, de Diego Cifuentes V, Garach Gómez A, García Iglesias F. Las redes sociales en la piel. Rev Pediatr Aten Primaria. 2018;20:179-81.
Publicado en Internet: 21-06-2018 - Número de visitas: 14203
Resumen
La preadolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la adolescencia que acontece normalmente entre los 8 y los 11 años. En este periodo se producen cambios físicos notables y un gran progreso a nivel psicológico, aumentando la capacidad para reflexionar y pensar de forma abstracta. En el siglo XXI, las nuevas tecnologías forman parte de la vida y realidad social de nuestros jóvenes. Las redes sociales son una potente herramienta de comunicación y a su vez, un gran peligro si padres y educadores no enseñamos a usarlas con prudencia, ya que es imposible frenar su necesidad de estar “conectados”.
Palabras clave
● Adolescente ● Conducta autodestructiva ● Red socialA diario, en nuestras consultas podemos encontrar lesiones que no encajan con el relato facilitado por nuestro paciente o sus padres… La inocencia e ignorancia presentes a esta edad los hace manipulables, y se dejan llevar por corrientes adictivas que, lejos de favorecer la comunicación entre iguales, incitan a practicar conductas arriesgadas o autolesivas.
Por otro lado, el gregarismo o necesidad de formar parte de un grupo, de buscar referentes fuera de la familia, la disconformidad con la personalidad adquirida, la preocupación por su aspecto, la opinión que tienen los demás de otro individuo y la propia sexualidad, se convierten en una necesidad y parte esencial de su identidad personal y social.
Paciente varón de 11 años que acude a consulta por dos lesiones dérmicas profundas, ovaladas, de unos 3 × 4 cm de diámetro en la cara anterior del tercio medio de ambas piernas, sangrado activo en sabana, con tejido de granulación en los bordes, no infectada, en proceso de curación, de cinco días de evolución (Fig. 1). Al consultar la causa, cuenta una caída con la bicicleta y los padres, al estar trabajando fuera de casa, han creído el relato del paciente y su primo. El tipo de lesiones presentadas y la manera de comunicarlo nos hace dudar del origen, por lo que instamos al paciente a que cuente realmente lo ocurrido. Es así como descubrimos que se había autolesionado con la ayuda de su primo, con desodorante y un mechero, para obtener una marca en la piel. Al quedarnos a solas con ambos menores, descubrimos que este hecho forma parte de una especie de juego en la que ellos y muchos otros amigos participan. Consiste en superar una serie de retos, distribuidos en un listado mediante redes sociales y cuyo fundamento es la autoagresión. Tras conocer este hecho, decidimos hacer una consulta programada familiar para poner en conocimiento de los padres el “juego de desafío” en el que se han comprometido, así como, a nivel facultativo, nos vemos obligados a investigar y actualizar nuestros conocimientos en este tema, nuevo en nuestra práctica profesional. Un año más tarde, nuestro paciente nos visita por otro motivo y visualizamos la cicatriz atrófica que quedó en ambas piernas a consecuencia de la lesión (Fig. 2).
Etiopatogenia psicosocial. En la época premoderna se consideraba el cuerpo como una parte inherente de la persona, englobada con el alma para formar el ser. En la actualidad, el cuerpo se considera un conjunto de estructuras independientes que pueden estudiarse y en cierto modo, controlarse de manera aislada. Marcar la piel ha sido una costumbre muy extendida entre muchas culturas, llegando a ser socialmente aceptada. Una función básica de estas marcas corporales era la iniciación de los adolescentes en la edad adulta1,2.
El nuevo cuerpo del adolescente condiciona un sentimiento de extrañeza y es esencial para él la mirada que el otro le devuelve. La búsqueda de la identidad, “el saber quién soy”, ocurre con mucha intensidad en esta etapa. A veces, querer fabricar una imagen propia puede pasar por el decorado de su propio cuerpo para captar fácilmente la mirada de los demás como una forma de socialización3.
Existen marcajes aceptados socialmente, como es el caso de tatuajes y piercings; otros, lejos de buscar una estética concreta, certifican la adherencia a grupos y por último, existen marcajes de naturaleza agresiva cuyo objetivo es producir daño y conseguir manipulación psicológica, tema que hoy traemos a colación4.
Algunas de las prácticas de desafío distribuidas por las redes y que proponen la autolesión y marcado de la piel son las siguientes5,6:
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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