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Vol. 20 - Num. 77

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Asociación entre la ecografía prenatal y los trastornos del espectro autista

Publicado en Internet: 09-03-2018 - Número de visitas: 8271

  • Rosman NP, Vassar R, Doros G, DeRosa J, Froman A, DiMauro A, et al. Association of prenatal ultrasonography and autism spectrum disorder. JAMA Pediatr. 2018 [en prensa].

En las últimas décadas la ecografía fetal ha sido una de las exploraciones de rutina en el seguimiento del embarazo. Con el tiempo, las técnicas y los equipos han ido evolucionando a imágenes de mayor resolución y a la mayor precisión en el diagnóstico de patologías fetales, por lo que su utilidad es innegable y hoy por hoy insustituible.

Tradicionalmente se asume la ecografía como una técnica inocua y por ello relativamente poco regulada, por lo que su uso puede ser banalizado, haciéndose bastantes más ecografías de las recomendadas por la evidencia. Numerosos estudios realizados en ratones han demostrado que la ultrasonografía prenatal afecta negativamente a la migración neuronal cortical por los efectos mecánicos y térmicos producidos por las ondas ultrasónicas.

Por otra parte, la prevalencia de los trastornos del espectro autista (TEA) parece haber aumentado de forma rápida en los últimos años, independientemente de su mejor catalogación, y se considera que este incremento se debe a una variedad de factores ambientales tóxicos que afectan al feto y en este caso al cerebro en sus primeras fases de desarrollo, actuando posiblemente sobre una predisposición genética. Se plantea la hipótesis de la posible asociación entre los hechos descritos, valorando la frecuencia de las ecografías, el momento de la gestación en que fueron realizadas, la duración de la exposición y su profundidad y las distintas técnicas (Doppler, 3D, 4D).

Los autores, pertenecientes al Boston Medical Center, revisan la exposición prenatal a diversas técnicas ecográficas en una población muy controlada y con cuidadosa selección de casos y controles, seleccionando 107 pacientes con TEA, 104 controles con retraso en el desarrollo (RD) sin TEA y 209 niños con desarrollo normal, todos ellos de edad de seis años.

La conclusión es que el grupo de niños con TEA no tuvieron mayor número de ecografías ni mayor duración de exposición a los ultrasonidos que los controles, pero sí recibieron mayor profundidad media de penetración ultrasonográfica que los RD en el primer trimestre de gestación y lo mismo con respecto a los de desarrollo normal en los trimestres primero y segundo y por tanto hay que considerar e investigar en los posibles efectos adversos de la ecografía en la migración neuronal y el desarrollo cerebral fetal.

Estos datos retrospectivos admiten muchas críticas y no pueden ser tomados como definitivos. En el mismo centro se ha puesto en marcha un ambicioso estudio prospectivo que pueda clarificar estos aspectos.

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