Publicidad
Arroz Hidrolizado
Artículo sin valoraciones

Vol. 20 - Num. 77

Originales

¿Cómo orientan los pediatras de Atención Primaria la alimentación complementaria?

Ana Martínez Rubioa, M.ª Dolores Cantarero Vallejob, Beatriz Espín Jaimec

aPediatra. CS de Camas. Sevilla. España.
bPediatra. CS de Illescas . Toledo. España.
cSección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Hospital Universitario Infantil Virgen del Rocío. Sevilla. España.

Correspondencia: A Martínez. Correo electrónico: mrubiorama@gmail.com

Cómo citar este artículo: Martínez Rubio A, Cantarero Vallejo MD, Espín Jaime B. ¿Cómo orientan los pediatras de Atención Primaria la alimentación complementaria? Rev Pediatr Aten Primaria. 2018;20:35-44.

Publicado en Internet: 16-02-2017 - Número de visitas: 23057

Resumen

Objetivos: evaluar las actitudes de los pediatras de Atención Primaria de nuestro medio sobre la alimentación complementaria y revisar las publicaciones relacionadas con la modalidad baby-led-weaning.

Material y método: estudio descriptivo mediante la elaboración de una encuesta con 36 preguntas relacionadas con la alimentación complementaria y conocimientos sobre baby-led-weaning. Su distribución se realizó mediante correo electrónico a través de la lista de correo de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.

Resultados: se analizaron los datos de 579 encuestas. El 95,3% de los pediatras emplean una hoja informativa, en un 28,6% de elaboración propia. La edad a la que recomiendan el inicio de la alimentación complementaria es en el 60,6% de los casos los seis meses, en el 24,9% los cinco meses y en el 10,7% los cuatro meses, siendo el cereal el alimento preferido para iniciarla en el 39,4% de los casos. El 61,1% aconsejan iniciar la alimentación complementaria con cuchara, el 21,4% con biberón y un 17,4% no especifica cómo hacerlo. El 54,6% aconseja la masticación tan pronto como el niño tiene interés y hasta un 10,7% no la recomienda hasta que el niño no tiene el año de edad. El 79,4% conoce la modalidad baby-led-weaning, el 45,3% la recomienda en ocasiones y un 6,6% siempre. Las principales razones para no indicarlo son la falta de información (67,2%), la escasa evidencia científica (10,6%) y el temor a que el niño presente atragantamientos (10,6%).

Conclusiones: hay gran variabilidad en los consejos sobre alimentación complementaria entre los pediatras encuestados. La técnica más usada sigue siendo en nuestro medio la tradicional. Cada vez son más los pediatras que conocen la técnica del baby-led-weaning, pero pocos los que se sienten preparados para aconsejarla siempre.

Palabras clave

Alimentación Lactante

 
NOTAS AL PIE
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 

INTRODUCCIÓN

Existen pocos datos científicos que determinen cuál es el papel que pueden tener diferentes formas de llevar a cabo la introducción de la alimentación complementaria (AC) en la salud futura del niño, el establecimiento de hábitos dietéticos saludables y la prevención de enfermedades del adulto tales como la obesidad, la hipertensión, la diabetes mellitus tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares1.

En los últimos años ha cobrado especial relevancia un método denominado baby-led-weaning (BLW) que propone, en vez del uso de purés administrados con cuchara por los padres, el empleo de alimentos enteros con un tamaño y forma que el lactante sea capaz de coger y llevárselos a la boca2.

El propósito de este estudio fue evaluar las actitudes de los pediatras de Atención Primaria de nuestro medio sobre la AC y, en concreto, la modalidad BLW junto a la revisión de las evidencias publicadas hasta el momento, relacionadas con esta forma de realizar la introducción de la AC.

MATERIAL Y MÉTODOS

Estudio descriptivo mediante la elaboración de una encuesta estructurada con 36 preguntas, abiertas y cerradas, relacionadas con la forma de introducir la AC y conocimientos sobre la modalidad de BLW (Tabla 1).

Tabla 1. Encuesta
1 Sexo □ Hombre
□ Mujer
2 Tipo de centro en el que trabajas □ Centro de salud público
□ Centro privado
□ Ambos
3 Titulación □ Pediatra vía MIR
□ Pediatra con formación distinta de la vía MIR
□ Otra titulación (médico de familia en funciones de pediatra, puericultor…)
4 Años de experiencia tras haber completado la formación □ <10 años
□ Entre 11 y 20 años
□ Entre 21 y 30 años
□ >30 años
5 Comunidad autónoma en la que trabajas  
6 En tu lugar de trabajo, ¿quién informa sobre la AC? □ Tú mismo/a
□ Enfermero/a
□ Ambos
7 ¿A partir de qué edad recomiendas la alimentación complementaria? □ 4 meses
□ 5 meses
□ 6 meses
□ Más de 6 meses
8 ¿Eres flexible para adelantar la AC en relación con alguna variable del niño? □ Sí
□ No
9 Si la respuesta a la pregunta 8 fue sí, indica cuál o cuáles □ Exagerado aumento ponderal
□ Escaso aumento ponderal
□ El niño demanda muchas veces por la noche
□ La madre tiene experiencia con otros hijos
□ El niño muestra interés antes de la edad
□ El niño se ha aburrido de tomar solo leche
□ La madre se incorpora al trabajo
□ Otro
10 ¿Eres flexible para retrasar la AC en relación con alguna variable del niño? □ Sí
□ No
11 Si la respuesta a la pregunta 10 fue sí, indica cuál o cuáles □ Prematuridad
□ Retraso motor
□ Ganancia excesiva de peso
□ Rechaza probar la comida
□ Experiencia de la madre con otros hijos
□ El niño no demuestra interés por la comida
□ Otra
12 ¿Sigues el mismo patrón con los niños amamantados que con los que toman solo fórmula? □ Sí
□ No
13 Si la respuesta a la pregunta 12 fue no, explica por qué  
14 ¿Utilizas una hoja de consejos sobre alimentación complementaria escrita? □ Sí
□ No
15 Si la respuesta a la pregunta 14 fue sí, indica su procedencia □ Elaboración propia
□ Hoja del centro o área de salud, en cuya elaboración no he participado
□ Hoja del centro o área de salud, en cuya elaboración yo sí colaboré
□ De una web para padres
□ Guía de salud de una asociación científica o comunidad autónoma
16 ¿Con qué grupo de alimentos recomiendas iniciar la alimentación complementaria? □ Cereales
□ Frutas
□ Verduras
□ Indistintamente
17 ¿Con qué modalidad aconsejas iniciar la alimentación complementaria? □ Cuchara
□ Biberón
□ No lo especifico
18 ¿A qué edad aconsejas estimular la masticación? □ A partir de los 8-9 meses
□ A partir de los 12 meses
□ Tan pronto como el niño muestra interés
□ Cuando el niño tiene algún diente
□ Cuando el niño tiene algún molar
19 ¿Conoces el modelo baby-led-weaning (BLW) para la introducción de la alimentación complementaria? □ Sí
□ No
20 Si lo conoces, ¿cuál ha sido tu fuente de información? □ Las propias madres o familiares del niño
□ Un curso o una ponencia en un congreso profesional
□ Una página web
□ Un compañero de mi centro
□ Otra fuente
21 ¿Conoces sus beneficios? □ Sí
□ No
22 ¿Lo recomiendas? □ Nunca
□ A veces
□ Siempre
23 Si no lo recomiendas, indica por qué □ Temor a que el niño se atragante
□ Escaso aporte energético
□ Riesgo de ferropenia/anemia
□ Escasa evidencia científica
□ Riesgo que la dieta de la familia sea poco saludable
□ No tengo suficiente información
24 ¿Tienes actualmente familias que sigan este método? □ Sí
□ No
25 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW facilita la transición a la alimentación familiar” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
26 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW genera menos preocupación o ansiedad a las madres” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
27 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW facilita que el bebé se adapte a sabores y consistencias” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
28 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW ayuda a que las madres no se sobreimpliquen en la alimentación” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
29 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW potencia la masticación frente a la succión” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
30 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW favorece el desarrollo de habilidades motrices finas” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
31 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW puede prevenir la obesidad” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
32 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW puede prevenir los conflictos relacionados con la comida” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
33 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “posiblemente con el BLW los bebés no van a ganar suficiente peso” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
34 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la siguiente afirmación: “el BLW puede conducir a carencias de algunos nutrientes” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
35 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la afirmación: “el BLW puede favorecer el desarrollo madurativo del bebé” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia
36 Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo sobre la afirmación: “el BLW es muy cómodo pues no hay que hacer comidas especiales” □ Totalmente de acuerdo
□ Parcialmente de acuerdo
□ Indiferente
□ Parcialmente en desacuerdo
□ Totalmente en desacuerdo
□ No sé/no tengo experiencia

Dirigida a pediatras de Atención Primaria, su distribución se realizó en octubre de 2015 mediante correo electrónico a través de la lista de correo de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Se estableció un plazo de 30 días para recibir las respuestas, que posteriormente fueron analizadas de manera anónima.

RESULTADOS

Del total de 3700 pediatras de la AEPap, se recibieron 579 encuestas (16% de los socios), con representación de prácticamente todas las comunidades autónomas de España (Tabla 2). Correspondían en el 88,1% de los casos a profesionales con formación vía Médico Interno Residente (MIR) y que trabajaban en su mayor parte (85,8%) en la sanidad pública de forma exclusiva.

Tabla 2. Distribución de las encuestas analizadas según comunidad autónoma
Comunidad autónoma N %
Andalucía 92 15,9
Aragón 22 3,8
Asturias 9 1,6
Baleares 11 1,9
Canarias 12 2,1
Cantabria 9 1,6
Castilla y León 36 6,2
Castilla-La Mancha 31 5,4
Cataluña 29 5
Comunidad Valenciana 51 8,8
Extremadura 12 2,1
Galicia 30 5,2
Madrid 135 23,3
Murcia 16 2,8
Navarra 21 3,6
País Vasco 56 9,7
Rioja 7 1.2
Ceuta 0 0
Melilla 0 0
Total 579 100,0

La información sobre la introducción de la AC es una tarea que llevan a cabo de forma conjunta el pediatra y el personal de enfermería en el 71,8% de los casos, siendo la hoja informativa el recurso utilizado en el 95,3% de los casos.

La edad a la que recomiendan el inicio de la AC es en el 60,6% de los casos los seis meses, en el 24,9% los cinco meses y en el 10,7% los cuatro meses. A pesar de que esas son las preferencias iniciales, el 95,5% de los pediatras son flexibles para adelantarla, sobre todo en relación con una escasa ganancia ponderal (87,6%) o la incorporación de la madre al trabajo (79,9%). Otras causas: ganancia ponderal exagerada (19,8%), demanda frecuente por la noche (51,8%), interés del niño (49,7%) experiencia de la madre (39,8%) y que “el niño se aburre de la leche” (44%).

Igualmente, el 63,4% es flexible también para retrasarla, sobre todo en relación con la prematuridad (71,7%) y, en menor medida, por causas como el retraso motor (55,9%), la ganancia excesiva de peso (48,3%), el rechazo a nuevos alimentos (46,4%), la experiencia materna (48,2%) y el desinterés del niño (37,5%).

El 45,1% siguen el mismo patrón independientemente de si el niño toma lactancia materna o no, siendo los cereales el alimento preferido para iniciar la AC por el 39,4% de los pediatras frente a un 44% que no muestra preferencias por ninguno y comienza indistintamente con verduras, cereales o frutas. El 54,6% aconseja la masticación tan pronto como el niño tiene interés y hasta un 10,7% no la recomienda hasta que el niño no tiene el año de edad.

Respecto al modo de introducir los nuevos alimentos, más de la mitad de los encuestados (61,1%) aconsejan el inicio con la cuchara. Un 21,4% aconseja biberón y un 17,4% no especifica cómo hacerlo.

Un amplio porcentaje de facultativos (79,4%) conoce la modalidad de introducción de AC conocida como BLW, siendo la asistencia a cursos-congresos y las propias madres las fuentes de información más frecuentes (29,2 y 21,2% respectivamente).

El 45,3% lo recomienda en ocasiones y un 6,6% siempre, teniendo alguna familia que lo practique en el momento de la encuesta hasta un 49,9% de los facultativos. Las principales razones para no indicarlo son la falta de información (67,2%), la escasa evidencia científica (10,6%) y el temor a que el niño presente atragantamientos (10,6%), mientras que solo el 5,2% y el 1,4% señalan el escaso aporte energético y el riesgo de ferropenia respectivamente como causas de ello.

En torno al 20-35% no tienen experiencia o una posición clara en relación con los ítems preguntados sobre posibles beneficios del BLW (Tabla 3).

Tabla 3. Respuestas a las preguntas realizadas en relación con los posibles beneficios del método baby-led-weaning
  TA PA IND PD TD NS/NE
Facilita la transición a la alimentación familiar 181 (31,3%) 177 (30,6%) 39 (6,7%) 16 (2,8%) 4 (0,7%) 162 (28%)
Genera menos ansiedad y preocupación en las madres 46 (7,9%) 163 (28,2%) 60 (10,4%) 95 (16,4%) 47 (8,1%) 168 (29%)
Facilita que el bebé se adapte a sabores y consistencias 241 (41,6%) 158 (27,3%) 26 (4,5%) 11 (1,9%) 4 (0,7%) 139 (24%)
Ayuda a que las madres no se sobreimpliquen en la alimentación 58 (10%) 147 (25,4%) 76 (13,1%) 80 (13,8%) 49 (8,5%) 169 (29,2%)
Potencia la masticación frente a la succión 271 (46,8%) 148 (25,6%) 16 (2,8%) 10 (1,7%) 2 (0,3%) 132 (22,8%)
Favorece el desarrollo de habilidades motrices finas 216 (37,3%) 153 (26,4%) 46 (7,9%) 12 (2,1%) 5 (0,9%) 147 (25,4%)
Puede prevenir la obesidad 113 (19,5%) 143 (24,7%) 85 (14,7%) 22 (3,8%) 17 (2,9%) 199 (34,4%)
Puede prevenir los conflictos relacionados con la comida 117 (20,2%) 188 (32,5%) 51 (8,8%) 38 (6,6%) 14 (2,4%) 171 (29,5%)
Posiblemente los bebés no van a ganar suficiente peso 31 (5,4%) 100 (17,3%) 82 (14,2%) 106 (18,3%) 80 (13,8%) 180 (31,1%)
Puede conducir a carencias de algunos nutrientes 62 (10,7%) 173 (29,9%) 41 (7,1%) 75 (13%) 62 (10,7%) 166 (28,7%)
Puede favorecer el desarrollo madurativo del bebé 197 (34%) 174 (30,1%) 44 (7,6%) 10 (1,7%) 6 (1%) 148 (25,6%)
Es muy cómodo pues no hay que hacer comidas especiales 97 (96,8%) 168 (29%) 79 (13,6%) 61 (10,5%) 33 (5,7%) 141 (24,4%)
IND: indiferente; NS/NE: no sé/no tengo experiencia; PA: parcialmente de acuerdo; PD: parcialmente en desacuerdo; TA: totalmente de acuerdo; TD: totalmente en desacuerdo.

DISCUSIÓN

La introducción de la AC se considera un periodo de especial importancia en la nutrición del niño, ya que incluye cambios relevantes en la dieta con la exposición a nuevos alimentos, sabores y texturas que terminarán con su incorporación a los hábitos dietéticos familiares. Existe gran variabilidad sobre cuándo y cómo llevarla a cabo por la existencia de recomendaciones poco explícitas de algunas sociedades científicas, por la diversidad cultural entre países y por la escasa evidencia científica1,3,4.

En los últimos años ha cobrado especial relevancia el BLW, que propone como alternativa a los purés el uso de alimentos enteros, de formas alargadas y estrechas (finger foods) para que los lactantes puedan cogerlos y llevárselos a la boca2. Se trata de una manera de introducir la AC que otorga al lactante un papel más activo, ya que, si bien los padres deciden qué alimentos le ofrecen, realmente es el niño el que decide qué tomar de las opciones ofrecidas, cuánto y a qué ritmo. Su inicio no depende tanto de alcanzar una edad límite como de constatar que el bebé haya adquirido una serie de ítems en su desarrollo, fundamentalmente la sedestación, el uso coordinado de las manos para explorar y manipular objetos y las funciones motoras orales adecuadas para manejar trozos de comida; esto es, la realización de movimientos masticatorios para romper los alimentos blandos y movilizarlos a la parte posterior de la boca con el fin de tragarlos. Hacer que el lactante participe más activamente en su alimentación y conseguir que conozca y se integre lo antes posible en la comida familiar es la filosofía que subyace en esta técnica, que rechaza la alimentación con cuchara por parte de los padres o a lo sumo la relega a un pequeño porcentaje (<10% de la ingesta total). Frente a las ventajas que sus defensores destacan (la participación más activa por parte del niño, con una mayor regulación de la sensación de saciedad y una mejor transición al manejo de texturas sólidas), se plantean dudas respecto a saber si puede conllevar un riesgo más elevado de atragantamientos y déficits de nutrientes5. Para tratar de mitigar estos posibles desequilibrios nutricionales, en 2015 se publica una versión modificada del método BLW denominada Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS), que incluye consejos concernientes a asegurar la ingesta de alimentos energéticos y fomentar la incorporación en la dieta de forma precoz de aquellos ricos en hierro junto a recomendaciones específicas sobre la prevención de atragantamientos6.

En nuestro medio, un amplio porcentaje de facultativos (79,4%) tiene conocimientos sobre el BLW, siendo la asistencia a cursos-congresos y las propias madres las fuentes de información más frecuentes (29,2 y 21,2% respectivamente). Pocas publicaciones reflejan el auge que en estos años tiene esta modalidad de AC. Brown y Lee7 encuentran que de 604 madres británicas encuestadas sobre la AC que efectuaban con su bebé, el 58,1% realizaba BLW, mientras que Cameron8, de 199 madres neozelandesas encuestadas, el 29% refería practicarlo, aunque solo el 8% lo llegaba a efectuar de forma estricta. Respecto a la actitud de los profesionales, Cameron et al. encuentran que menos de la mitad de 31 profesionales encuestados había oído hablar de este modelo de AC y reconocían un limitado conocimiento de los detalles de su práctica. El riesgo potencial de asfixia era la mayor preocupación por lo que no lo recomendaban9.

Nuestra encuesta muestra los primeros datos en nuestro medio, reflejando que un amplio porcentaje de facultativos encuestados (79,4%) conoce en qué consiste el BLW y hasta el 49,9% tienen familias que lo llevan a cabo en el momento de responderla. Aunque solo el 6,6% de los pediatras lo recomienda siempre como el mejor modo de efectuar la AC, hasta el 45,3% lo recomiendan en alguna ocasión, siendo la falta de información la principal razón por la que no lo hacen (67,2%), muy por encima de otras razones como la escasez de evidencias científicas (10,6%) o el temor a que el niño presente complicaciones como atragantamientos (10,6%), escaso aporte energético (5,2%) o ferropenia (1,4%).

Entre los efectos beneficiosos que podría tener el BLW sobre la AC mediante purés está su teórica capacidad para fomentar la aceptación de alimentos con una variedad de texturas y sabores que resulten en un mayor consumo de alimentos considerados saludables, tales como verduras y alimentos no procesados. La mayoría de los pediatras encuestados (68,9%) muestran su conformidad respecto a este apartado a pesar de la escasa evidencia publicada hasta la fecha. El estudio más completo que ha tratado de dilucidar este aspecto ha sido el publicado por Townsend10. En él, 155 padres de niños entre 20 y 78 meses eran sometidos a encuestas sobre el método empleado para efectuar la introducción de alimentos en ellos y la situación dietética posterior. Noventa y dos de ellos refirieron haber realizado un BLW frente a 63 que emplearon una técnica tradicional con purés y, mientras el grupo alimentado con cuchara mostró mayor preferencia por alimentos dulces, el grupo BLW lo hizo por los carbohidratos, a pesar de que no hubo diferencias entre los dos grupos en la frecuencia de exposición a los mismos. Dicha circunstancia abre la posibilidad de considerar no solo la frecuencia de exposición a los alimentos sino también la textura y apariencia de estos factores importantes a la hora de favorecer las preferencias.

Uno de los objetivos que persigue el BLW es conseguir que la alimentación sea a demanda de las necesidades del niño, evitando en todo momento forzarlo a comer para que él mismo regule las cantidades de los alimentos que toma y desarrolle sensaciones de saciedad, de modo similar a como se describe con la leche materna. Solo un tercio de los pediatras encuestados está total o parcialmente de acuerdo con que el BLW genera menos ansiedad en las madres y tienen una actitud más relajada frente a la alimentación de sus hijos, mientras que en torno a la mitad de ellos piensa que puede ayudar a prevenir conflictos relacionados con la comida (52,7%) y la obesidad (44,2%). Si bien la actitud materna es un parámetro que se ha asociado con problemas nutricionales en el niño a largo plazo, de qué forma puede incidir la manera de introducir la AC en ellos ha sido poco estudiada. Los estudios de Brown y Lee7,11 ponen de manifiesto que las madres seguidoras del BLW son menos propensas a presionar a sus hijos a comer y a restringir alimentos que las que efectúan una AC tradicional y que sus niños muestran entre los 18-24 meses datos de un mejor control del apetito (menor respuesta a la comida en ausencia de hambre y mayor capacidad de regular la ingesta de alimento en relación con la saciedad). Además, aunque el número de niños con índice de masa corporal (IMC) por encima del percentil 85 fue baja, predominaron en el grupo alimentado con purés. Townsend10 también encuentra datos parecidos al comparar el estado nutricional de 92 niños que realizaron BLW frente a 63 en los que la introducción de la AC se llevó a cabo de forma tradicional. Si bien la gran mayoría mostraba un IMC adecuado, los del grupo de BLW presentaron un IMC menor que no era atribuible a diferencias en el peso al nacer, el IMC de los padres o el nivel socioeconómico, mientras que aquellos alimentados con purés tuvieron un mayor porcentaje de niños con IMC por encima del percentil 85. No obstante, la interpretación de los resultados de ambos estudios puede estar limitada por factores de confusión tales como que las medidas de peso están referidas por las madres, y que las que siguen el modelo BLW tienden a tener un nivel de educación mayor, mantener durante más tiempo la lactancia materna y reincorporarse al trabajo más tarde, factores todos ellos que pueden incidir en el crecimiento del niño.

Recientemente se han publicado los resultados de un estudio prospectivo cuyo objetivo principal es determinar si el método BLW modificado (BLISS) conduce a diferencias en el z-score del IMC a los 12 y 24 meses respecto a lactantes alimentados con purés, valorando además si se producen cambios en la ingesta de energía y en el comportamiento frente la comida entre ambos grupos12. De 166 niños estudiados (78 en el grupo de AC tradicional y 88 en el grupo que realizó BLISS), al año de edad, los que realizaron BLW modificado mostraron menos problemas y disfrutaron más con la comida, pero, contrariamente a lo publicado hasta el momento, presentaron menor respuesta a la saciedad a los dos años. Ni la ingesta energética ni el z-score IMC de ambos grupos mostraron diferencias estadísticamente significativas, aunque más niños en el grupo BLISS presentaron un IMC por encima del percentil 85 a los 24 meses (10,3%) que en el grupo control (6,4%). Los autores concluyen que el modelo BLISS proporciona un crecimiento adecuado y se relaciona con una actitud diferente frente a la comida en los niños que lo realizan, pero no con un menor riesgo de presentar sobrepeso a los dos años de edad.

Junto a la preocupación sobre si en el BLW el lactante es capaz de ingerir una cantidad suficiente de energía, surgen dudas de si puede o no conllevar un desequilibrio en la ingesta de determinados nutrientes. Así, el 40,6% de los pediatras encuestados consideran que el BLW puede producir carencias de nutrientes, aunque resulta llamativo que solo el 5,2 y el 1,4% señalan el escaso aporte energético y el riesgo de ferropenia respectivamente como las razones por las que no recomiendan esta forma de introducir la AC.

Dos recientes estudios tratan de esclarecer esta cuestión. Morison13 compara la ingesta de macro- y micronutrientes en un reducido grupo de lactantes entre 6-8 meses de edad, sin apreciar diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la ingesta energética total. No obstante, detectan que los niños que efectúan BLW tienden a consumir más grasa como fuente de energía (48 frente a 42%, p <0,001), especialmente de tipo saturada (22 frente a 18%, p <0,001), y presentan diferencias muy marcadas en el consumo de micronutrientes con ingestas menores de hierro (1,6 frente a 3,6 mg, p <0,001), zinc (3,0 frente a 3,7 mg, p = 0,001) y vitamina B12 (0,2 frente a 0,5 μg, p <0,001) respecto a los que efectúan una AC tradicional.

Por otro lado, Daniels et al. constatan primero en un pequeño estudio piloto con diez lactantes de seis meses la efectividad del BLISS para aumentar la ingesta de hierro encontrando que en cinco que lo realizaron conseguían duplicar el consumo diario de alimentos ricos en hierro respecto a cinco que efectuaron el BLW tradicional14. Posteriormente, con una muestra más amplia15, encuentran que no hay diferencias significativas entre el grupo de niños que efectúa BLISS y el que lleva a cabo la AC con purés en relación con la ingesta energética total, el consumo de nutrientes a los siete meses, la ingesta de hierro, la concentración plasmática de ferritina o la prevalencia de anemia. Tampoco evidencian diferencias en el consumo de frutas, verduras, cereales y los lactantes de ambos grupos consumieron el 10% de la ingesta energética en forma de proteínas, el 45% en forma de grasas y el 45% en forma de carbohidratos.

En los últimos años parece existir un aumento en el número de padres que experimentan dificultades en la transición desde la alimentación láctea a la AC, resultando en un retraso en el momento de la introducción de alimentos no triturados. En muchas ocasiones se ha debido al temor de no conseguir que los niños comieran una cantidad determinada de alimentos o por malinterpretar las dificultades que pueden experimentar los niños al manejar comida en trozos. Si bien el 54,6% de los pediatras encuestados aconseja la masticación tan pronto como el niño tiene interés, un 10,7% lo retrasa hasta el año de edad, aunque se considera que existe un periodo crítico para la introducción de alimentos no homogeneizados y que, superado este, se favorece la aparición de dificultades a la hora de avanzar en texturas y aptitudes masticatorias. Ese periodo ventana se sitúa en torno a los 7-9 meses de edad, que es el momento de mayor desarrollo e implantación del BLW. Es uno de los aspectos claramente mejor valorados como beneficiosos por parte de los profesionales, que en el 63,7% de los casos consideran que la manipulación de los alimentos que realiza el lactante en esta forma de introducir la AC le facilita el desarrollo de habilidades motrices; el 72,4% piensa que ayuda a potenciar la masticación frente a la succión. Junto a estas ventajas, el temor a que el niño presente atragantamientos supone la razón principal por la que el 10,6% de los encuestados no recomiendan el BLW.

La evaluación de este riesgo es el principal objetivo del estudio de Fangupo et al.16. En él se recoge mediante cuestionario a los 6, 7, 8, 9 y 12 meses la frecuencia de atragantamientos de 206 lactantes (101 efectuando una AC tradicional y 105 el método BLISS) y la exposición a alimentos considerados de riesgo a los 7 y 12 meses mediante encuesta dietética de tres días. Si bien un total de 35% de los lactantes tuvieron algún atragantamiento entre los seis y los ocho meses, no hubo diferencias significativas entre los dos grupos ninguno de los meses analizados. Los del grupo BLISS presentaron respecto al grupo de AC tradicional más náuseas a los 6 meses, pero menos a los ocho meses, circunstancia que podría reflejar un aprendizaje más precoz en el manejo de las texturas sólidas en los lactantes que efectúan la AC mediante el modelo BLISS, sin un incremento significativo en el riesgo de presentar atragantamientos.

Resulta muy sorprendente que, a pesar de que en este estudio se llevan a cabo revisiones frecuentes en las que se informa de cómo actuar frente a los atragantamientos, la mitad de los padres ofrece a sus hijos a la edad de siete meses al menos uno de dichos alimentos y dicha cifra aumenta hasta el 94% a los 12 meses, sin evidenciar diferencias significativas entre los dos grupos.

CONCLUSIONES

Se aprecia gran variabilidad en los consejos sobre AC entre los pediatras encuestados. La técnica de AC más usada sigue siendo en nuestro medio la tradicional de puré con cuchara, incluso con biberón. Cada vez son más los pediatras que conocen la técnica del BWL, pero pocos los que se sienten preparados para aconsejarla siempre. El pediatra necesita adquirir mayores conocimientos sobre este método, su fundamento, beneficios y riesgos a fin de poder recomendar con mejor preparación una u otra práctica de AC. Para ello se requiere mayor evidencia sobre la seguridad y peligro de este método y sobre el impacto que puede tener en el desarrollo y crecimiento del niño.

Los pediatras utilizan diferentes hojas de recomendaciones sobre AC, lo que puede crear confusión entre los padres. Sería oportuno, teniendo en cuenta la actual publicación científica, crear una hoja de recomendaciones única sobre la AC para la Pediatría de Atención Primaria.

CONFLICTO DE INTERESES

Las autoras declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.

ABREVIATURAS

AC: alimentación complementaria AEPap: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria BLISS: Baby-Led Introduction to SolidS BLW: baby-led-weaning IMC: índice de masa corporal MIR: Médico Interno Residente.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Fewtrell M, Bronsky J, Campoy C, Domellöf M, Embleton N, et al. Complementary feeding: a position paper by the European Society for Paediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition (ESPGHAN) Committee on Nutrition. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2017;64:119-32.
  2. Cameron SL, Heath AM, Taylor RW. How feasible is baby-led weaning as an approach to infant feeding? A review of the evidence. Nutrients. 2012;4:1575-609.
  3. Shiess S, Grote V, Scaglioni S, Luque V, Martin F, Stolarczyk A, et al. Introduction of complementary feeding in 5 european countries. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2010;50:92-8.
  4. Alvisi P, Brusa S, Alboresi S, Amarri S, Bottau P, et al. Recommendations on complementary feeding for healthy, full term infants. Italian J Pediatr. 2015;41:36.
  5. Brown A, Jones SW, Rowan H. Baby-led weaning: the evidence to date. Curr Nutr Rep. 2017;6:148-56.
  6. Cameron SL, Taylor RW, Heath A-LM. Development and pilot testing of Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS) - a version of baby-led weaning modified to address concerns about iron deficiency, growth faltering and choking. BMC Pediatr. 2015;15:99.
  7. Brown A, Lee M. Maternal control of child feeding during the weaning period: differences between mothers following a baby-led or standard weaning approach. Matern Child Nutr. 2011;15:1265-71.
  8. Cameron SL, Taylor RW, Heath A-LM. Parent-led or baby-led? Associations between complementary feeding practices and health-related behaviours in a survey of New Zealand families. BMJ Open. 2013;3:e003946.
  9. Cameron SL, Heath A-LM, Taylor RW. Healthcare professionals’ and mothers’ knowledge of attitudes to and experiences with baby-led weaning: a content analysis study. BMJ Open. 2012;2:e001542.
  10. Townsend E, Pitchford NJ. Baby knows best? The impact of weaning style on food preferences and body mass index in early childhood in a case controlled sample. BMJ Open. 2012;2:e000298.
  11. Brown A, Lee MD. Early influences on child satiety-responsiveness: the role of weaning style. Pediatr Obes. 2013;10:57-66.
  12. Taylor RW, Williams SM, Fangupo LJ, Wheeler BJ, Taylor BJ, Daniels L, et al. Effect of a baby-led approach to complementary feeding on infant growth and overweight. A randomized clinical trial. JAMA Pediatr. 2017;171:838-46.
  13. Morison BJ, Taylor RW, Haszard JJ, SchrammCJ, Erickson LW, Fangupo LJ, et al. How different are baby-led weaning and conventional complementary feeding? A cross-sectional study of infants aged 6-8 months. BMJ Open. 2016;6:e010665.
  14. Daniels L, Heath A-LM, Williams SM, Cameron SL, Fleming EA, et al. Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS) study: a randomised controlled trial of a baby-led approach to complementary feeding. BMC Pediatr. 2015;15:179.
  15. Daniels L, Taylor RW, Williams SM, Fleming LA, Wheeler BJ, et al. Impact of a baby-led approach to complementary feeding on iron status at 12 months of age: a randomised controlled trial. EAPS Congress 2016: October 21-25, 2016. Eur J Pediatr. 2016;175:1393-880.
  16. Fangupo LJ, Heath AM, Williams SM, Williams LWE, Morison BJ, Fleming EA, et al. A baby-led approach to eating solids and risk of choking. Pediatrics. 2016;138:e20160772.

Comentarios

Este artículo aún no tiene comentarios.