Sandra Giménez Badiaa, J Albares Tenderob, Teresa Canet Sanzc, M.ª José Jurado Luqued, Juan Antonio Madrid Péreze, Milagros Merino Andreuf, Francis Sellés Galianag
aGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Unidad Multidisciplinar de Sueño del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (HSCP). Barcelona . España.
bGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Clínica del Sueño Dr. Estivill. Barcelona. España.
cGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Servicio de Neurofisiología. Hospital Virgen de los Lirios. Barcelona. España.
dGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Unidad Multidisciplinar de Sueño. Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona. España.
eGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Laboratorio de Cronobiología. Departamento de Fisiología. Universidad de Murcia. Murcia . España.
fGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Unidad de Trastornos Neurológicos de Sueño. Hospital Universitario La Paz. Madrid . España.
gGrupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.Unidad de Trastornos del Sueño. Hospital General Universitario Alicante. Alicante . España.
Correspondencia: S Giménez. Correo electrónico: sgimenez@santpau.cat
Cómo citar este artículo: Giménez Badia S, Albares Tendero J, Canet Sanz T, Jurado Luque MJ, Madrid Pérez JA, Merino Andreu M, et al. Trastorno de retraso de la fase del sueño y del despertar. Síndrome de retraso de fase. Rev Pediatr Aten Primaria. 2016;18:e129-e139.
Publicado en Internet: 13-09-2016 - Número de visitas: 17150
Resumen
El trastorno de retraso de la fase del sueño y del despertar o síndrome de retraso de fase (SRF) es la alteración del ritmo circadiano de sueño más frecuente y suele manifestarse en la adolescencia.
Se caracteriza por un retraso estable, habitualmente de más de dos horas, del inicio y del final del sueño respecto a los horarios convencionales.
Clínicamente los pacientes presentan insomnio a la hora de acostarse, con gran dificultad para levantarse por la mañana en la hora deseada.
Entre semana, debido a las obligaciones escolares o sociales, los niños con SRF duermen pocas horas, generándose una privación crónica de sueño que se manifestará con somnolencia diurna, fatiga, falta de atención, afectación del rendimiento escolar o absentismo escolar. Característicamente, el fin de semana o durante las vacaciones, cuando están libres de horarios, retrasan el sueño, siendo este de características normales y levantándose descansados.
Es importante realizar un diagnóstico precoz para iniciar un tratamiento temprano que minimice las consecuencias del SRF. Por la imposibilidad de seguir unos horarios regulares de estudio ni de trabajo, son jóvenes a los que se califica de noctámbulos o de vagos, a pesar de sus esfuerzos repetidos por adaptarse a unos horarios convencionales, lo que aboca en altos índices de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.
El retraso de fase de sueño se confirma mediante las agendas de sueño, la actigrafía y los marcadores de fase circadianos. La higiene del sueño, la cronoterapia, la fototerapia y la administración de melatonina son los posibles tratamientos del SRF.
Palabras clave
● Adolescentes ● Insomnio ● Somnolencia diurna ● Trastornos del ritmo circadiano del sueñoEl patrón de vigilia-sueño, como la temperatura, el rendimiento cognitivo y la mayoría de otros ritmos biológicos, fluctúa de manera regular cada 24 horas, es decir, con una periodicidad circadiana (circa: alrededor, dies: día).
Este ritmo circadiano viene determinado genéticamente por un reloj biológico interno situado en los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo (NSQ) y es ligeramente superior a 24 horas, por lo que nuestro organismo ha de reajustarlo cada día con el ambiente, con los sincronizadores externos (como si diéramos cuerda al reloj), para evitar un desplazamiento progresivo.
El sincronizador externo más potente para el NSQ es el ciclo luz oscuridad, con un periodo de 24 horas. La exposición periódica a la luz y la secreción nocturna de melatonina, acompasando los diferentes ritmos biológicos entre sí y con el medio externo, son los principales reguladores. Además de la luz, el NSQ utiliza también otros sincronizadores externos como los factores sociales (horarios de trabajo, actividad o comidas) para encarrilar y modificar el horario de sueño en el ciclo de 24 horas del entorno social convencional1.
Los trastornos del ritmo circadiano aparecen cuando se da un desajuste entre el sistema circadiano endógeno y el medio externo (por ejemplo, que el sueño acontezca fuera de los horarios habituales).
El trastorno de retardo de la fase del sueño y del despertar o síndrome de retraso de fase (SRF) constituye la alteración circadiana del sueño más frecuente, y característicamente se manifiesta en la segunda década de la vida.
En el trastorno de retardo de la fase del sueño y del despertar existe un retraso estable del periodo de sueño nocturno habitual, caracterizado por insomnio a la hora de acostarse y dificultad para despertarse por la mañana en el momento deseado, lo que provoca somnolencia diurna excesiva2.
Es decir, de manera crónica se mantiene un horario de sueño y despertar retrasado, habitualmente en más de dos horas, en relación al horario convencional (Tabla 1).
Por la imposibilidad de seguir unos horarios regulares de estudio ni de trabajo, suelen ser jóvenes a los que se califica de noctámbulos o de vagos, y generalmente son mal considerados dentro del contexto sociofamiliar. La negativa del adolescente por irse a dormir cuando el resto de la familia lo hace es malinterpretado como un comportamiento oposicionista típico del adolescente y no como un problema de sueño, incrementando la problemática familiar. El déficit de sueño del SRF en los adolescentes se asocia con mayor irritabilidad y peor rendimiento escolar, con incremento del absentismo escolar, sobre todo por las mañanas. El índice de depresión, ansiedad, problemas de conducta e hiperactividad es alto, coexisten problemas psiquiátricos, así como el uso y abuso de sustancias. En los adultos aumentan las dificultades laborales, financieras o problemas de pareja5.
El SRF es una condición crónica, de inicio habitual en adolescentes, aunque puede darse en infancia más temprana, sobre todo en casos familiares. En niños más pequeños el SRF suele presentarse como un incremento de resistencia al acostarse puesto que los horarios establecidos por los padres divergen con el estado circadiano óptimo del niño para la conciliación del sueño. Niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad y con trastornos del desarrollo presentan una vulnerabilidad aumentada al SRF por alteraciones en la síntesis y secreción de melatonina6.
En la edad adulta, el ciclo vigilia sueño tiende a avanzarse, disminuyendo la propensión al retraso de fase del sueño, si bien la preferencia a retardar los horarios de sueño persiste de por vida.
La prevalencia exacta en la población general del SRF se desconoce, aunque se estima alrededor del 0,17%. En adolescentes y adultos jóvenes es mucho más frecuente, situándose entre el 7-16%7.
La etiología del SRF es desconocida, aunque se propone una interacción anormal entre los mecanismos circadianos y homeostáticos que regulan el sueño y la vigilia, como un periodo circadiano intrínseco más prolongado de lo habitual, anomalías de la curva de respuesta a la luz, o una menor capacidad para compensar la privación crónica de sueño8.
Existen una serie de factores de riesgo conocidos en el SRF:
El diagnóstico del SRF es fundamentalmente clínico, aunque disponemos de técnicas subjetivas y objetivas para confirmarlo (Tabla 2).
En niños menores de ocho años serán los padres quienes cumplimenten los cuestionarios o diarios. Estos resultados habitualmente difieren de los obtenidos en las actigrafías o de los datos rellenados por los propios niños más mayores. En las observaciones de los padres generalmente el inicio del sueño es más precoz, el final del sueño mayor, el tiempo total de sueño superior, con menor número de despertares. Además, las anotaciones dependen de la colaboración y estilo de vida de los padres, por lo que a medida que pasan las semanas, la motivación puede decrecer y la información ser menos precisa y basada en aproximaciones. Asimismo, los resultados obtenidos de los cuestionarios suelen reflejar los horarios de los días entre semana, ya que los padres suelen considerar estos días como normales19.
Recientemente, se han desarrollado dispositivos a modo de relojes, que integran el registro de distintas variables como la temperatura periférica (marcador de fase circadiano), la posición corporal (conocer cuando el sujeto permanece acostado), la actigrafía (ciclos de actividad-reposo) y la exposición a luz (permite detectar una inadecuada exposición a luz como posible causa del SRF o evaluar tratamiento). El análisis combinado de diferentes variables como el del ritmo TAP (temperatura, actividad y posición), permiten detectar con gran precisión los episodios de sueño y determinar la fase del sistema circadiano25.
El SRF debe diferenciarse de aquellos patrones de sueño variantes de la normalidad, sobre todo en adolescentes con preferencia circadiana vespertina, pero sin alteración en su rendimiento. Actividades personales y sociolaborales realizadas a última hora de la tarde junto con hábitos de sueño inapropiados perpetúan y exacerban un patrón de sueño retrasado.
El SRF ha de distinguirse de otras causas que provocan una dificultad en el inicio y/o mantenimiento del sueño (Fig. 2).
El objetivo del tratamiento es resincronizar el ritmo circadiano de sueño con el ciclo luz-oscuridad de 24 horas.
La aplicación correcta de las normas de higiene del sueño y de exposición a la luz son las bases para la corrección del SRF. La cronoterapia y la melatonina exógena son otros tratamientos adicionales.
La AASM establece unos parámetros guía basados en la evidencia para el tratamiento del SRF18.
Se debe disminuir la intensidad lumínica (natural y artificial) en el atardecer y aumentar al máximo la exposición solar por la mañana. Hay que tener un especial cuidado con los adolescentes en la utilización de aparatos electrónicos (ordenadores, móviles, consolas, tabletas) antes de acostarse, ya que la luz que emiten es suficiente para provocar un retraso en la conciliación del sueño y empeorar la calidad del sueño26. Finalmente, no hay que descuidar el componente cognitivo respecto a las posibles distorsiones del sueño que experimente el paciente.
Una vez determinado el patrón de sueño habitual del paciente mediante agendas de sueño o actimetría, la cronoterapia consiste en retrasar progresivamente la hora de acostarse y levantarse (habitualmente tres horas cada dos días), hasta conseguir el horario de sueño deseado. Este cambio va supeditado a una gran adherencia de las rutinas diarias y buenas prácticas de higiene del sueño, evitando siestas y ajustando las comidas y el ejercicio físico al nuevo horario cada día. La cronoterapia fue el primer tratamiento descrito para el SRF, y si bien ha demostrado ser eficaz en condiciones de laboratorio27, fuera de estas existen factores que limitan su aplicabilidad, puesto que son necesarios muchos días para ajustar el horario, dificultando e interfiriendo en los horarios académicos y laborales de los pacientes. Aunque es un tratamiento recomendado por la AASM, no existen estudios clínicos controlados que documenten su eficacia y seguridad18,22.
La administración de luz brillante, o fototerapia, por la mañana (después del mínimo de temperatura corporal) provoca un avance de fase del reloj biológico, mientras que la administración nocturna (antes del mínimo de temperatura) lo retrasa1. En el SRF, la fototerapia ha de darse tras el mínimo de temperatura, lo que sucede unas 2-3 horas antes del despertar.
En adultos, estudios realizados con exposición a luz brillante de amplio espectro (entre 2500 y 10 000 lux de intensidad) entre las 6:00 y las 9:00 horas de la mañana, demuestran un avance de fase de los ritmos circadianos, con incremento del alertamiento diurno28,29. No existen evidencias sobre la efectividad de la fototerapia en niños con SRF20.
La duración y la intensidad de la exposición ha de ser individualizada, ajustándose según la respuesta del paciente. Por ejemplo, se puede utilizar de forma inicial dos horas de fototerapia al levantarse a 2500 lux, o exposiciones más intensas durante menos tiempo (10 000 lux durante 30-40 minutos). En combinación con otros tratamientos, intensidades inferiores pueden ser suficientes30. Es recomendable una dosis de mantenimiento para evitar recidivas. La fototerapia, no obstante, puede ser difícil de cumplimentar, puesto que precisa que el paciente se levante y que se exponga un rato cada día a la misma hora antes de salir de casa durante un periodo de 4-6 semanas.
Existen lámparas especiales de fototerapia, entre 5000 y 10 000 lux, que filtran los rayos ultravioletas. Se recomienda un examen oftalmológico antes de iniciar el tratamiento y abstenerse en pacientes con retinopatía, fotosensibilidad, manía o tendencia migrañosa.
A pesar de que faltan estudios largos, aleatorizados y controlados para determinar la intensidad, la duración o la hora exacta de exposición a la luz, la fototerapia constituye un tratamiento eficaz recomendado en el SRF18,22.
La administración de melatonina exógena produce cambios de fase en el reloj circadiano interno casi de manera opuesta a los que acontecen tras la exposición a la luz. Es decir, la melatonina nocturna avanza el ciclo vigilia-sueño mientras que la diurna lo retrasa1.
En el tratamiento del SFR, la administración de melatonina vespertina es eficaz en producir un avance de fase (efecto cronobiótico) y en disminuir la latencia de sueño (efecto soporífero, inductor del sueño), aunque la magnitud del efecto dependen del momento de administración y no de la dosis administrada31,32. En la práctica clínica suele administrarse unas 5-7 horas antes de acostarse, ya que estudios controlados han determinado que el mayor avance de fase se produce cuando se administra melatonina exógena de 4-6 horas antes del inicio de la secreción de melatonina (DLMO)33,34. Sin embargo, como con la luminoterapia, no existen unas guías estandarizadas respecto al tiempo, dosis o duración del tratamiento18,22. Se utilizan dosis desde 0,3 mg hasta 6 mg durante 3-4 semanas, valorándose su retirada según la evolución clínica20.
Como terapia única, su efecto es menor que el de la luminoterapia. La combinación de fototerapia matutina y melatonina vespertina parece ser una modalidad terapéutica mucho más eficaz y duradera, mejora la somnolencia, la fatiga y la función cognitiva35-37. En la terapia combinada se recomienda de una manera práctica la administración de melatonina 12 horas antes de la exposición a la luz30.
La utilización de hipnóticos de vida media corta y antidepresivos (del tipo de la agomelatina o la trazodona) para mejorar la latencia de sueño, y de fármacos estimulantes (modafinilo), para promover la vigilia en el momento del despertar, si bien podría tener una justificación clínica, no existe ninguna evidencia de su eficacia en el tratamiento del SRF como tampoco ha resultado eficaz la administración de vitamina B1218,20,22.
La terapia cognitivo conductual, podría ser útil en minimizar las repercusiones del SRF28.
Como se ha mencionado, no existe un consenso sobre cómo utilizar exactamente las distintas terapias, aunque siguiendo las indicaciones de la AASM se recomienda18,20,22 (Tabla 3): 1) intervenciones comportamentales en todos los casos y de carácter permanente; 2) control de exposición a la luz, y 3) tratamiento combinado con fototerapia matinal y con melatonina vespertina.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
ABREVIATURAS: AASM: American Academy of Sleep Medicine · DLMO: dim light melatonin onset · NSQ: núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo · SRF: síndrome de retraso de fase · TAP: temperature, actividad y posición.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los miembros del Grupo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño por las sugerencias, comentarios y aportaciones que han hecho posible el consenso y la redacción del presente manuscrito.
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