Vol. 18 - Num. 25
Talleres
Juan Carlos Juliá Benitoa, Olga Cortés Ricob
aPediatra. CSI Alzira II. Valencia. España.
bPediatra. CS Canillejas. Madrid. España.
Cómo citar este artículo: Juliá Benito JC, Cortés Rico O. Anafilaxia: casos clínicos. Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2016;(26):87-92.
Publicado en Internet: 03-06-2016 - Número de visitas: 18403
La European Academy of Allergy and Clinical Immunology (EAACI) define la anafilaxia como “como una reacción grave de hipersensibilidad generalizada o sistémica, potencialmente mortal, caracterizada por el rápido desarrollo de obstrucción de la vía aérea posiblemente o afectación de la circulación, generalmente acompañada de alteraciones de la piel y mucosas”. Aunque muchos autores optan por una definición más amplia y breve: “la anafilaxia es una reacción alérgica grave de instauración rápida y potencialmente mortal”.
En el último consenso internacional ICON sobre anafilaxia se hace mención concreta al término, indicando que es preferible utilizar anafilaxia y no shock anafiláctico, pues no es necesario que este aparezca para diagnosticar anafilaxia. Igualmente se desaconsejan otros términos como reacción alérgica, reacción alérgica aguda, reacción alérgica mediada por IgE reacción anafilactoide etc.
En España, en el año 2009, con el propósito de mejorar el conocimiento para el diagnóstico y tratamiento a la mayor brevedad, se elabora la guía Galaxia de actuación en anafilaxia. Se trata de una guía de consenso entre las sociedades de alergias y urgencias pediátricas y de adultos.
Con el fin de conseguir una definición clínicamente útil, se ha consensuado un conjunto de criterios que facilitan el diagnóstico de la anafilaxia y su manejo. Con estos criterios se consigue englobar a más del 95% de los casos de anafilaxia.
Disponemos de pocos datos sobre la verdadera incidencia y prevalencia de la anafilaxia en la edad pediátrica y también en la población general.
La prevalencia de la anafilaxia está entre 0,5-2% de la población, con una mortalidad de alrededor del 0,05-1%. No solo influye el desconocimiento de las actualizaciones en el diagnóstico, también es importante la codificación que dificulta evaluar la prevalencia real.
A pesar de que gran parte de las anafilaxias no sean diagnosticadas, la incidencia en los últimos años ha ido en aumento.
La mortalidad por anafilaxia es poco frecuente e incide principalmente en adolescentes y adultos jóvenes, sobre todo cuando la causa es alimentaria.
La alergia a alimentos es la causa más frecuente de anafilaxia en niños, mientras en adultos la causa más frecuente son los medicamentos y medios diagnósticos, seguidos de alimentos y en tercer lugar la picadura de insectos.
Los fármacos más frecuentemente implicados son antibióticos betalactámicos antiinflamatorios no esteroideos, otros antiinfecciosos no betalactámicos y los medios de contraste.
Los alimentos implicados en la anafilaxia dependen de la zona geográfica donde nos encontremos y las diferencias culturales en cuanto a la edad de introducción de los alimentos. En nuestro país, la leche es el primer alimento implicado en los niños de 0 a 2 años de vida, seguida del huevo, y en edades posteriores estos alimentos descienden, aumentando el número de cuadros de anafilaxias desencadenadas por frutos secos legumbres y frutas. En EE. UU. es el cacahuete el alimento que más anafilaxia produce.
Existen diferencias en el tiempo de comienzo de los síntomas de anafilaxia según el agente desencadenante. Por lo general, cuando la causa es un alimento, suelen aparecer las primeras manifestaciones clínicas de anafilaxia a partir de los 30 minutos de la exposición, y muy precozmente, en pocos minutos, cuando es desencadenada por un medicamento o una picadura de himenóptero.
Respecto a los lugares de presentación, la mayoría de las reacciones se producen en el domicilio, seguido de al aire libre, restaurantes y colegios.
Las manifestaciones clínicas de la anafilaxia dependen de los órganos o sistemas afectados, por lo que son tan amplias que pueden dificultar su diagnóstico. Los signos y síntomas de anafilaxia aparecen en las dos primeras horas de la exposición al alérgeno, generalmente en los primeros 30 minutos en caso de alergia alimentaria y más precozmente en caso de medicamentos intravenosos o picaduras de himenópteros.
El prurito palmoplantar, del cuero cabelludo y de los pabellones auriculares puede ser un signo incipiente de anafilaxia. Algunos pacientes refieren tener la sensación de “muerte inminente”.
Los síntomas pueden ocurrir en cualquier orden, aunque los cutáneos suelen ser los primeros en manifestarse y están presentes en la mayoría de los casos. Los síntomas respiratorios ocurren más frecuentemente en niños y los cardiovasculares predominan en adultos. Los síntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea pueden asociarse también a anafilaxia. Las manifestaciones neurológicas son mucho menos frecuentes.
En los lactantes, el diagnóstico clínico puede resultar todavía más difícil porque no pueden expresar muchos de los síntomas iniciales
Hasta un 20% de los casos de anafilaxia pueden presentar reacciones bifásicas, es decir, recurrencia de los síntomas. Habitualmente se produce entre 4-12 horas del inicio de los síntomas y pueden ser incluso más graves, afectando generalmente a los mismos órganos que la reacción inicial.
El principal problema para el diagnóstico es el desconocimiento de la enfermedad y, por lo tanto, no pensar en ella como diagnóstico diferencial cuando nos encontramos con una clínica sugerente. El diagnóstico de anafilaxia es fundamentalmente clínico y debe realizarse de manera precoz, pues nos encontramos ante una enfermedad potencialmente fatal que requiere un tratamiento inmediato. La anamnesis y realizar una buena historia clínica es fundamental para la sospecha diagnostica y la actuación rápida, aunque hay que tener en cuenta que puede tratarse de un primer episodio y no tener antecedentes de anafilaxia y/o alergia alimentaria.
Son los más importantes para su diagnóstico pues debe se debe reconocer a la mayor brevedad para poder actuar en consecuencia, se realizarán por la historia clínica anamnesis y exploración física.
Se han establecido unos criterios clínicos para facilitar el diagnóstico de anafilaxia (Tabla 1). Debemos sospechar anafilaxia cuando de forma aguda en minutos o pocas horas aparece un síndrome rápidamente progresivo que afecta a la piel y o mucosas y que se acompaña de un compromiso respiratorio y/o circulatorio (criterio 1).
Un 80% de las anafilaxias cursan con sintomatología cutánea y son diagnosticadas en base a este criterio. Existen un 20% que cursan sin sintomatología cutánea y son más difíciles de identificar.
Los otros criterios para diagnosticar anafilaxia serían la afectación de dos o más órganos o sistemas, tras la exposición a un alérgeno potencial (criterio 2) o ya conocido para el paciente (criterio 3).
Se reserva el término de shock anafiláctico para cuando existe afectación cardiovascular.
Todas las guías y consensos coinciden en que las pruebas de laboratorio no son útiles para el diagnóstico de la anafilaxia en el momento de la presentación. La medición de los marcadores biológicos tarda unas horas y los resultados no están disponibles para valorar la urgencia.
En el laboratorio podremos medir la triptasasérica, que es un mediador preformado que se encuentra principalmente en los mastocitos y en menor cantidad en los basófilos.
Es recomendable la extracción de un mínimo de tres muestras seriadas para conseguir una mayor sensibilidad y especificidad:
Se recogerá en tubo vacío o con coagulante, indicado para obtención de suero, pudiendo almacenarse temporalmente en el frigorífico hasta el procesamiento de la muestra. La triptasa sérica se considerará elevada si la cifra es superior a 13,5 μg/l.
La determinación de histamina tiene menor utilidad en el diagnóstico, por su rápido descenso y dificultad en la conservación de la muestra.
En el tratamiento de la anafilaxia el punto clave y fundamental es el reconocimiento precoz de los síntomas, y si el paciente cumple criterios diagnósticos debe recibir de forma inmediata adrenalina por vía intramuscular. Este tratamiento está indicado igualmente en pacientes de alto riesgo por historia de reacciones previas, aunque no se cumplan estrictamente los criterios diagnósticos.
Los instantes iniciales tras una reacción de anafilaxia son críticos, y si no son aprovechados convenientemente, el manejo y el pronóstico del paciente van a resultar mucho más complicados.
Tras ello, como en cualquier emergencia médica, debemos valorar la permeabilidad de la vía área, la respiración y el estado cardiocirculatorio. Solicitar ayuda y eliminar exposición del alérgeno. Adoptar la posición de Tredelemburg en caso de mareo o hipotensión, mejor sentado o recostado en caso de vómitos y/o dificultad respiratoria, pero siempre se debe mantener al niño en una posición cómoda. Monitorización de tensión arterial, saturación de oxigeno sin demorar la administración de adrenalina.
Es el fármaco de elección en el tratamiento de la anafilaxia y debe administrarse lo más precozmente posible. No existe ninguna contraindicación para su uso en el niño con anafilaxia. La administración precoz está asociada a un mejor pronóstico. El resto de las medicaciones se han de considerar secundarias.
No hay que esperar a que aparezcan signos de shock o fallo cardiovascular para administrar adrenalina.
Tiene un inicio de acción rápido, un estrecho margen terapéutico y una vida media corta.
Su efecto α-adrenérgico aumenta las resistencias periféricas, mejorando la hipotensión, aumentando el flujo coronario y reduciendo la urticaria y el angioedema. El efecto β-adrenérgico produce broncodilatación, efecto cronotrópico e inotrópico positivo sobre el miocardio, e inhibición de la liberación de mediadores celulares desde mastocitos y basófilos.
Es conveniente advertir al niño de que en ocasiones puede producir ansiedad, mareo, palidez, temblor, palpitaciones y cefalea.
La vía intramuscular es la vía de elección, dado que consigue concentraciones plasmáticas más rápidas y elevadas que la vía subcutánea, con un mayor margen de seguridad que la vía intravenosa. El lugar idóneo es la zona anterolateral del músculo vasto externo. La dosis recomendada es de 0,01 mg/kg de la ampolla de concentración 1/1000, hasta un máximo de 0,3 mg. Esta dosis puede repetirse a los 5-10 minutos si fuera preciso.
La vía intravenosa debe reservarse para el medio hospitalario, bajo monitorización y vigilancia, preferentemente en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos.
En el 2007 la academia Europea de Alergia, en su documento sobe el manejo de anafilaxia en niños, hace unas recomendaciones absolutas y relativas sobre la prescripción de autoinyectores de adrenalina:
Absolutas:
Relativas:
Todo niño que haya presentado una anafilaxia debe ser remitido a un centro hospitalario aunque esta haya ya revertido, por la posibilidad de una reacción bifásica, presente hasta en un 20% de los casos, y permanecer en observación hospitalaria durante al menos seis horas tras la resolución, debiendo ser ese tiempo más prolongado e individualizado si presentan síntomas refractarios o tiene antecedentes de reacciones bifásicas, en caso de anafilaxia grave, asma previa con broncoespasmo grave, si el niño vive muy alejando del centro hospitalario o en situaciones en las que la exposición al alérgeno pueda repetirse con facilidad.
El paciente con anafilaxia puede progresar hacia parada cardiorrespiratoria. Son signos de alarma el empeoramiento progresivo, distrés respiratorio (estridor, sibilancias, taquipnea, dificultad respiratoria o cianosis), vómitos persistentes, hipotensión, arritmias, síncope y disminución del nivel de conciencia.
Todo niño que haya presentado un episodio de anafilaxia debe ser remitido al alergólogo pediátrico de forma preferente, para identificar la causa y diseñar un plan de acción que minimice el riesgo futuro de presentar otros episodios. Hasta ese momento, hay que instruir al niño, familiares y cuidadores sobre cuáles son los posibles agentes responsables de la anafilaxia y qué debe evitar.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
ABREVIATURAS: AIA: autoinyector de adrenalina · EAACI: European Academy of Allergy and Clinical Immunology · FiO2: fracción inspiratoria de oxígeno en el aire inspirado · MDI: metered dose inhaler.
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