Publicado en Internet: 04-09-2015 - Número de visitas: 6464
Exigua revisión de un tema escasamente tratado como es la enfermedad por virus Ébola (EVE) en la edad pediátrica.
Con los datos oficiales disponibles parece haber un patrón diferencial entre los tres países de África Occidental que padecen la reciente y devastadora epidemia: en Sierra Leona y Liberia la diseminación es más rápida pero la mortalidad menor que en Guinea Conakry. No está claro si se trata de diferencias en el agente etiológico o existen factores en relación con los Servicios de Salud.
En cuanto a la afectación infantil global de la actual epidemia, es de un 18% de los casos, con los datos de agosto de 2014. Contrasta con otras epidemias previas como la de Zaire de 1995 (9%) o la de Uganda de 2000-2001 (41%).
Las niñas parecen tener un mayor riesgo por su frecuente asignación de tareas domésticas que pueden incluir cuidados de enfermos.
Al igual que en la población adulta, los síntomas son muy inespecíficos y superponibles a otros procesos comunes: fiebre, astenia, inapetencia, vómitos, diarrea y hemorragias en las fases finales.
El diagnóstico clínico de sospecha se realiza por la aparición de fiebre (> 38 °C) entre 2 y 21 días tras el contacto con un enfermo o fallecido por EVE.
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para el antígeno del virus constituye el patrón oro de diagnóstico y existen test rápidos basados en detección de anticuerpos IgM e IgG con ELISA.
En cuanto al tratamiento, no existen antivíricos específicos aprobados. Se han utilizado anticuerpos monoclonales como terapia experimental con dudosos resultados hasta el momento. El tratamiento de soporte sigue siendo la base para afrontar la EVE.
En cuanto a la prevención, lo único eficaz hasta la fecha es la profilaxis del contacto con las secreciones de enfermos o fómites.
E. Rodríguez-Salinas,
en nombre del Grupo de Coorperación de la AEPap
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