Vol. 16 - Num. 64
A la Pediatría desde el Arte
aSección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España.
Correspondencia: I Carabaño. Correo electrónico: carabano1975@hotmail.com
Cómo citar este artículo: Carabaño Aguado I. El ladrón y su hijo. Karl Friedrich Lessing, 1832 Niño soplando pompas de jabón. Alegoría de lo transitorio y breve de la vida. Karel Dujardin, 1663. Rev Pediatr Aten Primaria. 2014;16:371-2.
Publicado en Internet: 12-11-2014 - Número de visitas: 11793
El ladrón y su hijo, 1832. Karl Friedrich Lessing (1808-1880). Philadelphia Museum of Art, The W. P. Wilstach Collection. Filadelfia (EE. UU.)
En la Europa de los siglos XVIII y XIX, se le concede a la figura del ladrón una importancia destacada. Así, se le aportan matices psicológicos que enriquecen y completan un perfil psicológico sin duda particular. En este magnífico óleo de Karl Friedrich Lessing, más que a un ladrón, vemos a un hombre cansado, lleno de remordimientos, que descansa junto a su hijo, durante su huida por la montaña. El cuadro está lleno de ternura, y exhibe un alto grado de humanidad, lo cual posiciona al espectador del lado del pillo.
Niño soplando pompas de jabón. Alegoría de lo transitorio y breve de la vida, 1663. Karel Dujardin (1622-1678). Statens Museum for Kunst. Copenhague (Dinamarca)
Los niños con frecuencia nos recuerdan que ser feliz es muy fácil, siempre y cuando bajemos el umbral de exigencia. Por ejemplo, basta con formar burbujas para que lo podamos conseguir, y viajemos por mares imaginarios en una concha gigante. Lo malo es que el espíritu infantil, y la vida plena, ceden con rapidez: eso es lo que el paisajista holandés Karel Dujardin nos quiere mostrar en este cuadro. En sus representaciones, las figuras humanas se convierten en actores de teatro, y el paisaje en su escenario. El semblante risueño de este niño, entre la emoción y el disparate, no tiene desperdicio.
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