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Vol. 16 - Num. 61

A la Pediatría desde el Arte

Los niños. Fidelio Ponce de León, 1938 Gitana con niño. Amadeo Modigliani, 1919

Iván Carabaño Aguadoa

aSección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España.

Correspondencia: I Carabaño. Correo electrónico: carabano1975@hotmail.com

Cómo citar este artículo: Carabaño Aguado I. Los niños. Fidelio Ponce de León, 1938 Gitana con niño. Amadeo Modigliani, 1919. Rev Pediatr Aten Primaria. 2014;16:93-4.

Publicado en Internet: 21-03-2014 - Número de visitas: 14471

Los niños, 1938. Fidelio Ponce de León (1895-1949). Museo Nacional de Bellas Artes. La habana. Cuba

Los niños, 1938. Fidelio Ponce de León (1895-1949). Museo Nacional de Bellas Artes. La habana. Cuba

Los niños. Fidelio Ponce de León, 1938

Como tantos y tantos ejemplos en el mundo del arte, el cubano Fidelio Ponce de León (1895-1949) malvivió entre tabernas intentando encontrar en vano el aplauso del público y el reconocimiento de la crítica. Su pintura abiertamente feísta, escasamente cromática, desesperanzada, ensombrecida, no alcanzó el reconocimiento que se merecía hasta 15 años antes de su muerte.

En este Los niños vemos alguno de sus puntos fuertes, que tanta huella dejarían para sucesores ilustres y alejados geográficamente, como el esloveno Zoran Music. La pobreza, la humildad, el dolor, la enfermedad social, el silencio, se convierten en protagonistas de una pintura que podríamos calificar de fantasmal, ética, deprimida, decepcionada.

 

Gitana con niño, 1919. Amadeo Modigliani (1884-1920). National Gallery of Art. Washington. Estados Unidos.

Gitana con niño, 1919. Amadeo Modigliani (1884-1920). National Gallery of Art. Washington. Estados Unidos.

Gitana con niño. Amadeo Modigliani, 1919

Amadeo Modigliani (1884-1920) le debe mucho al arte africano y al arte camboyano, pues el impacto que dejaron en su obra tras descubrir ambos en el Museé de l’Homme de París es patente. Los rostros ovalados, las narices torcidas, los ojos de almendra, las bocas pequeñas, los apagados gestos delatan su personalidad pictórica.

Los excesos vitales del italiano y su personalidad arrolladora imantaron a multitud de mujeres. De él se decía que era triste, violento, tímido y encantador a partes iguales. Aquí mostramos su maternidad más célebre, donde el auténtico protagonista es el tratamiento de los tonos azules y violetas, tonos fríos poco frecuentados en este canon representativo.

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