Vol. 15 - Num. 22
Talleres
aPediatra. CS Torre Ramona. Zaragoza. España.
Cómo citar este artículo: Moneo Hernández MI. Educación para el control del asma. Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2013;(22):105-8.
Publicado en Internet: 03-06-2013 - Número de visitas: 10072
El asma es, tras la obesidad, la segunda enfermedad crónica de los niños españoles, y sin duda consume un gran número de recursos y tiempo en la Atención Primaria de la infancia.
Para mejorar su control se han desarrollado en nuestro país diversos planes de atención y ha sido la materia para la elaboración de guías de práctica clínica a nivel nacional1,2 e internacional3-5. En todas ellas se postula la educación como una parte indispensable del tratamiento integral de la enfermedad e incluso se recomienda que las actividades educativas se realicen no solo en el ámbito sanitario sino también en el medio escolar y en la comunidad6.
La educación ha demostrado con estudios que permiten el máximo nivel de recomendacion6 que es capaz por si sola de disminuir las exacerbaciones, las visitas a urgencias, mejora la adherencia terapéutica, aumenta la calidad de vida y disminuye los costes sanitarios3,7.
Si se realiza cercana al diagnóstico es más eficaz, y son los niños y adolescentes con asma moderada y grave los que obtienen mejores resultados de la inclusión en un plan educativo8.
El objetivo que perseguimos con este plan educativo es que el niño y la familia acepten y conozcan la enfermedad, y además sepan cómo actuar en cada momento, conozcan que síntomas indican una exacerbación, y cómo tratar está; en definitiva que sean lo más autónomos posibles en el manejo de su enfermedad7.
Para que la educación sea efectiva es importante establecer una relación de confianza entre el equipo sanitario y el niño y la familia, de forma que puedan exponer sus dudas, preocupaciones y miedos.
De forma práctica lo primero que debe hacer el educador es conocer que idea previa tiene la familia de la enfermedad, qué factores cree que influyen en la evolución y los temores que puedan tener acerca de los efectos del tratamiento. Esto es, establecer un diagnóstico educativo de lo que es prioritario en cada niño y/o familia8.
La educación debe contemplar dos grandes aspectos (Tabla 1):
La guía española para el manejo del asma resume así los conocimientos mínimos1.
La educación es un proceso gradual, individualizado y adaptado a las características de cada niño y familia8. En la Tabla 2 se adjunta una propuesta de escalones educativos.
La mayor parte de los tratamientos del asma se administran por vía inhalatoria. La prescripción de cualquier sistema de inhalación debe hacerse solamente después de que el niño y/o su familia hayan recibido entrenamiento en su uso y hayan demostrado una técnica satisfactoria.
No existe el inhalador o la cámara ideal, deben ser elegidos por el niño y la familia. De forma orientativa7:
La reevaluación de la técnica debe formar parte de todos los contactos que se realicen en los niños con asma.
Las familias deben conocer cómo mantener limpias las cámaras, comprobar el buen funcionamiento del dispositivo. Saber cuándo queda pocas dosis de fármaco si no tiene cuenta dosis y las normas de higiene bucal tras su administración.
La educación es un proceso continuo, que requiere recordatorios y repeticiones, en la que nada debe darse por supuesto. Conceptos y habilidades que se comprobaron cómo aprendidos en algún momento previo deben ser repasados.
El proceso educativo para ser más eficaz debe ser evaluado, lo que nos permitirá conocer además las nuevas necesidades del niño y la familia8, no solo en conocimientos sino también en dificultades o temores que la progresiva autonomía que van adquiriendo puede generar.
Además de conocer cómo inhalar la medicación, es importante que los niños y sus familias conozcan y comprendan la acción que cada fármaco que usan ejerce en los bronquios y su relación con los síntomas que presentan, ello llevará sin duda a conductas adecuadas en el tratamiento de las crisis y a mejorar la adherencia a los tratamientos de fondo. Para ello podemos usar modelos de fácil compresión como el modelo tridimensional de los tres tubos.
Es importante que conozcan también dónde almacenar la medicación, cómo comprobar las dosis restantes si el dispositivo no tiene cuenta dosis y las normas de higiene bucal tras su administración.
Debemos discutir acerca de sus temores y creencias sobre qué efectos secundarios pueden tener los tratamientos a corto y a largo plazo, la pérdida de eficacia de los tratamientos o la posibilidad de dependencia6.
Un plan de acción por escrito es un plan de tratamiento que elaboramos de acuerdo con el paciente, y en el que planteamos el tratamiento a seguir, qué hacer cuando el asma deja de estar controlada o cuando aparece una crisis, etc.
En él detallamos cómo debe modificar la toma de fármacos en dependencia del grado de control de la enfermedad y cuándo deben buscar ayuda médica.
Cuando los planes por escrito se incluyen en un programa de educación y en una revisión programada, han demostrado eficacia en disminuir las hospitalizaciones, las visitas a Urgencias y los despertares nocturnos por asma10.
Los planes por escrito pueden estar basados en síntomas o en síntomas y medida de pico flujo. No se han podido demostrar diferencias en los resultados obtenidos con uno y otro tipo, por ello quizás podemos pactar con la familia o el niño cual elegir.
Existen en muchas guías1,3-5, documentos y plantillas que pueden sernos de utilidad para la elaboración de un plan de tratamiento; adaptaremos la que resulte más clara, y compresible para el niño o la familia.
La autora declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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