Vol. 13 - Num. 51
Notas clínicas
David Crespo Marcosa, Francisco Javier Pérez-Lescure Picarzob
aCardiología Infantil. Hospital Universitario Fundación Alcorcón. Alcorcón. Madrid. España.
bUnidad de Cardiología Infantil. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario Fundación Alcorcón. Alcorcón. Madrid. España.
Correspondencia: D Crespo. Correo electrónico: dcrespo@fhalcorcon.es
Cómo citar este artículo: Crespo Marcos D, Pérez-Lescure Picarzo J. Casos clínicos en Cardiología (n.º 8): adolescente de 14 años con dolor torácico. Rev Pediatr Aten Primaria. 2011;13:411-7.
Publicado en Internet: 11-10-2011 - Número de visitas: 70104
Resumen
Continuamos con la serie de casos clínicos en Cardiología pediátrica, revisando los motivos de consulta frecuentes en las consultas de Pediatría de Atención Primaria, presentados de forma breve y práctica y tratando de mostrar la utilidad del electrocardiograma, método diagnóstico del que disponemos en Atención Primaria. En este número se presenta el caso de un adolescente de 14 años que se queja de dolor torácico. Se discute cómo las características del dolor y los hallazgos electrocardiográficos orientan el manejo de este paciente.
Palabras clave
● Dolor torácico ● Pericarditis ● Repolarización precozAdolescente varón de 14 años que acude a su pediatra sin cita previa por dolor torácico en el hemitórax anterior izquierdo irradiado al cuello. El dolor comenzó el día anterior, empezó siendo de carácter leve y ha ido a más, y el paciente ha observado que las molestias empeoran en decúbito y con la respiración profunda, y mejoran cuando se sienta e inclina el tronco hacia delante. Niega fiebre u otra sintomatología, y carece de antecedentes médico-quirúrgicos de interés. La exploración física es completamente normal; no obstante, el pediatra realiza un electrocardiograma (ECG) (figura 1) y decide, ante los hallazgos de la prueba, derivar al paciente al hospital. Antes de continuar leyendo, observad atentamente el ECG.
Siguiendo la lectura sistemática1, el ECG muestra un ritmo sinusal a 100 latidos por minuto. No hay anomalías en la onda P ni en el segmento PR, y el complejo QRS presenta un eje dentro del cuadrante inferior izquierdo (entre 0 y +90º, al ser positivo en I y aVF) sin alteraciones morfológicas. Hasta el momento no hemos detectado ningún dato fuera de lo normal. Al analizar la repolarización, observamos un intervalo QTc de duración normal, si bien llama la atención la presencia de ondas T negativas en las derivaciones V3-V6. Observamos un marcado descenso del segmento ST en V4 y algo menor en V5, sin ondas Q patológicas ni signos de hipertrofia ventricular. Ante la clínica del paciente y los hallazgos electrocardiográficos, el pediatra diagnostica una pericarditis aguda y remite, con muy buen criterio, al paciente al hospital.
La polaridad de la onda T se valora fundamentalmente en las derivaciones precordiales (V1-V6). En V1, la onda T es positiva durante la primera semana de vida, negativa entre los siete días y los diez años, y nuevamente positiva a partir de esa edad. La persistencia de ondas T negativas en las derivaciones precordiales derechas (V1-V3) en personas mayores de 14 años constituye un criterio diagnóstico menor de la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, si bien carece de valor como hallazgo aislado. En las derivaciones precordiales izquierdas (V5-V6) la onda T es siempre positiva, salvo durante las primeras 48 horas de vida. Su negatividad orienta a pericarditis, miocarditis, isquemia miocárdica o hipertrofia ventricular izquierda grave1. Por tanto, ante el hallazgo de anomalías en la polaridad de la onda T, siempre hay que analizar minuciosamente:
El dolor torácico, motivo de la consulta del paciente expuesto, genera gran ansiedad y preocupación tanto en el niño como en su familia, pues es con frecuencia percibido como patología cardiaca potencialmente letal2. No obstante, presenta origen cardiovascular en poco casos (0-4%). La pericarditis aguda es un síndrome clínico debido a la reacción inflamatoria del pericardio que puede acompañarse o no de derrame pericárdico. En nuestro medio, las formas más frecuentes (más del 90%) son la idiopática y la viral (sobre todo por los virus Coxsackie, Echo e Influenza), aunque también puede ser secundaria a infecciones tuberculosas o bacterianas, síndrome postpericardiotomía (tras cirugía cardiaca), colagenopatías, uremia o neoplasias, entre otras. El diagnóstico de pericarditis3 exige al menos dos de los tres criterios que se exponen a continuación, si bien la auscultación de un roce pericárdico permite, por sí mismo, establecer el diagnóstico:
Conviene conocer el patrón de repolarización precoz5 (figura 2), variante de la normalidad presente en el 1-2% de la población de adultos jóvenes, que consiste en elevación del segmento ST de concavidad superior presente en derivaciones precordiales izquierdas (V5-V6) y/o de cara inferior (II, III, aVF), habitualmente con ondas T altas, y que puede plantear dudas diagnósticas con la pericarditis aguda.
Los pacientes con repolarización precoz presentan ascenso localizado del segmento ST y un ECG invariable a lo largo del tiempo, a diferencia del ascenso difuso y la variación temporal electrocardiográfica en la pericarditis. Por último, señalar que ante derrame pericárdico importante pueden apreciarse disminución del voltaje del complejo QRS o cambios cíclicos de la amplitud del QRS (alternancia eléctrica).
Ante sospecha de pericarditis3 deben realizarse, además de una completa anamnesis y exploración física, un ECG, una radiografía de tórax (puede mostrar cardiomegalia y/o derrame pleural asociado), una ecocardiografía (valora la presencia de derrame y en su caso la posible repercusión) y una analítica sanguínea (incluyendo enzimas cardiacas, pues el proceso inflamatorio puede también afectar al miocardio, causando una miopericarditis con riesgo potencial de arritmias ventriculares).
La mayoría de los pacientes afectos de pericarditis aguda pueden ser tratados en régimen ambulatorio, mediante reposo y antiinflamatorios no esteroideos (de primera elección ácido acetilsalicílico, también pueden emplearse ibuprofeno o indometacina). Los corticoides suelen controlar rápidamente los síntomas, pero debe limitarse su uso pues es posible que favorezcan la aparición de recidivas.
En conclusión, la pericarditis es una rara causa de dolor torácico en niños, aunque siempre debe tenerse en consideración. Los hallazgos electrocardiográficos resultan determinantes para su diagnóstico, y conviene recordar que el ECG puede ser normal, cursa con cambios evolutivos y puede confundirse con el patrón de repolarización precoz, variante de la normalidad.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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