Vol. 12 - Num. 48
Cartas al director
aPediatra de Atención Primaria. Madrid. Vocal del Comité Asesor de Vacunas de la AEP. España.
Correspondencia: A Hernández. Correo electrónico: ahmerino@gmail.com
Cómo citar este artículo: Hernández Merino A. Definición de caso sospechoso de gripe A(H1N1) 2009: razones para la discordancia. Réplica. Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12:705-6.
Publicado en Internet: 14-01-2011 - Número de visitas: 9838
En primer lugar, agradecer la atención y comentarios de los autores1 a un artículo2 dedicado a un tema que tantos recursos y esfuerzos consumió en su momento y tan poca atención y reflexión posterior ha despertado. Por ello creo, que es muy oportuno.
También, antes de entrar en el tema, decir que mi aportación se hace desde el punto de vista clínico-asistencial, y que, dada mi escasa formación en epidemiología, no me atrevo a entrar en aspectos técnicos de, por ejemplo, los métodos de los Servicios de Vigilancia Epidemiológica.
La pandemia de gripe A(H1N1) 2009 transcurrió en distintas fases, a cada una de las cuales correspondían determinados criterios de consenso y definiciones, pero los datos del artículo mencionado fueron recogidos en el periodo de tiempo del 15 de julio al 20 de agosto de 2009, y a este periodo de tiempo se ciñe el propósito del trabajo. En este tiempo todas las comunidades autónomas (CCAA) españolas se encontraban en la misma fase de desarrollo de la pandemia, y debían trabajar con las mismas definiciones de caso sospechoso, según se adelantaba desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Entiendo que la definición de caso a efectos (epidemiológicos) de detección y registro de casos pueda y deba ser distinta a la de caso sospechoso o confirmado y susceptible de alguna modalidad de tratamiento para el clínico. Pero esto no se discutía en el artículo.
Hay dos cuestiones, sin embargo, con las que discrepo. Una es que la epidemiología de ciertas enfermedades, como la que nos ocupa, pueda ser sustancialmente distinta en las distintas CCAA españolas, tanto como para justificar actuaciones muy dispares: ¿qué razones técnicas pueden argumentarse? Yo diría que ninguna y que, en razón de la necesaria eficiencia y racionalidad en el uso de los recursos, sería necesario ir a una planificación y decisión en salud pública a un nivel superior que el de cada CCAA, quizás a nivel estatal o al nivel europeo, incluso, en algunos aspectos.
El último aspecto que quería comentar es la última frase: “[…] y todos estos objetivos establecidos se alcanzaron con éxito, […]”. Creo que después de un uso intenso y extenso de recursos económicos y humanos no se ha llevado a cabo ninguna reflexión seria y profunda de lo realizado y lo ocurrido. La conclusión de M.ª J. Purriños y cols. es, a mi modo de ver, excesivamente optimista; quizás podría corresponder a la realidad, pero, simplemente, no ha habido oportunidades para debatirlo y contrastarlo.
El autor declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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