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Vol. 12 - Num. 48

A la Pediatría desde el Arte

El almuerzo. Claude Monet, 1873 Mue Rusell y sus hijos. Édouard Vuillard, 1904

Iván Carabaño Aguadoa

aSección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España.

Correspondencia: I Carabaño. Correo electrónico: carabano1975@hotmail.com

Cómo citar este artículo: Carabaño Aguado I. El almuerzo. Claude Monet, 1873 Mue Rusell y sus hijos. Édouard Vuillard, 1904. Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12:701-2.

Publicado en Internet: 14-01-2011 - Número de visitas: 13582

El almuerzo. Claude Monet, 1873

El almuerzo. Claude Monet, 1873

Este almuerzo impresionista tiene un aire de cursilería burguesa, pero también una niña en la esquina inferior izquierda que casi, casi, pasa desaperci­bida. El juego de la pequeña le da movimiento y frescura al cuadro, cuya brillantez queda mermada por el afán de mezcla. Porque Monet peca de querer plasmar a la vez un paisaje, dos bodegones, un retrato y un enigma. Y un cuadro solo puede tener un propósito. La avaricia estética “rompe el saco”.

Pero volvamos a la niña. Este es un cuadro en el que la infancia es juguetona. Pero aquí el juego es minucioso, controlado, solitario. ¡Cómo se distingue de otros juegos alocados, como el goyesco de Los gigantillos! Esta niña buena, de modales exquisitos, juega frente a los melocotones y la tetera, cabizbaja y con un punto de tristeza. Probablemente, los pintores quieren decirles a los niños que el juego embrutecido es más divertido que el de los jardines de las casas pudientes.

Mue Rusell y sus hijos. Édouard Vuillard, 1904

Mue Rusell y sus hijos. Édouard Vuillard, 1904

Es esta una travesura esbozada a grandes rasgos, a vuelapluma, con gran agilidad. Una de las dos pequeñas insiste, insiste, “mamá cógeme, mamá cógeme”, o vaya usted a saber qué diablos. La travesura perseverante llena el cuadro: mucho más que la figura materna, que la otra niña, que la casa que aporta un fondo de blanca fachada.

Y es que el “caprichismo” es el gran ismo infantil. Faltaba que la historia de la pintura lo retratara, y aquí está. Constrástese esta actitud con la de la niña monetiana que jugaba solita e inventaba con la imaginación un distractor para su propio silencio.

CONFLICTO DE INTERESES

El autor declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.

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