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Vol. 11 - Num. 43

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Factores predisponentes para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria en la familia, los compañeros y los medios de información

Cómo citar este artículo: Factores predisponentes para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria en la familia, los compañeros y los medios de información. Rev Pediatr Aten Primaria. 2009:533-50.

Publicado en Internet: 30-09-2009 - Número de visitas: 5693

Field AE, Javaras KM, Aneja P, Kitos N, Camargo CA, Taylor B, et al.

Family, peer and media predictors of becoming eating disordered. Arch Pediatr Adolesc Med. 2008;162(6):574-9.

El diagnóstico de bulimia nerviosa (BN) exige que el individuo presente atracones recurrentes de comida y, a continuación, realice conductas compensatorias inapropiadas, purgativas o no purgativas, con el fin de no ganar peso. En el trastorno por atracón (binge eating disorder o BED), el individuo presenta solo frecuentes atracones, sin conductas compensatorias posteriores.

Con el objetivo de identificar factores de riesgo asociados al desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) de carácter bulímico en los adolescentes, se lleva a cabo este estudio prospectivo desde el año 1996 al 2003. En él se recogen los datos de una encuesta autocumplimentada, realizada a 12.534 niños y adolescentes de ambos sexos hijos de enfermeras, predominantemente de raza blanca, con edades comprendidas entre 9-15 años al inicio del estudio, remitiendo un cuestionario a cumplimentar a cada uno de los participantes cada 12-18 meses durante los 7 años que duró el estudio, finalizando con edades de 16-22 años. Los parámetros a medir eran el inicio de atracones de comida al menos una vez a la semana (BED), el inicio de conductas purgativas (vómitos o uso de laxantes) al menos una vez a la semana y la asociación de ambas conductas al menos una vez a la semana (BN) durante un mínimo de 3 meses.

En 2004 les fue remitido a las madres de los participantes otro breve cuestionario sobre si en la familia alguien había recibido tratamiento por algún TCA. Su no cumplimentación excluía a sus hijos del estudio.

Aproximadamente el 10% de las chicas y el 3% de los chicos presentaron alguno de los trastornos descritos durante el período de 7 años del estudio.

El 4,3% de las chicas y el 2,1% de los chicos comenzaron con atracones. El 5,3% de las chicas y el 0,8% de los chicos presentaron conductas purgativas con el fin de controlar su peso. Solo una pequeña proporción de todos ellos (4 varones) comenzaron con ambas conductas simultáneamente (BN). Llama la atención que entre las chicas fueron más frecuentes las conductas purgativas solas que los atracones solos. Estos resultados sugieren que valorando únicamente estas dos combinaciones de síntomas, se pasa por alto a un gran número de chicas que inician solo conductas purgativas, que posiblemente también deberían ser abordadas y tratadas precozmente.

En ambos sexos la incidencia de atracones aumentaba con la edad, pero solo en las chicas se observó un marcado ascenso de las conductas purgativas a medida que eran más mayores. Las niñas menores de 14 años cuyas madres habían padecido TCA comenzaron con conductas purgativas con una frecuencia tres veces superior a las que no, hecho que no ocurría en edades mayores en ambos sexos.

Se han propuesto numerosos factores de riesgo, que por otra parte han sido poco investigados, por lo que su papel no está muy claro, tanto de manera aislada como en combinación, en el desarrollo de TCA; en este estudio se valoran edad, sexo, dietas frecuentes con el fin de perder peso, preocupación por el peso, burlas sobre el aspecto o el peso, insatisfacción con el propio cuerpo, sensación de presión para estar delgados por parte de los compañeros y de los medios e historia familiar de TCA.

Los factores de riesgo varían con la edad y el sexo. Entre las chicas, el estar frecuentemente a dieta, la preocupación por el peso y el deseo de parecerse a sus ídolos del mismo sexo presentes en los medios, sobre todo impresos, fueron factores de riesgo de comenzar con atracones y/o con conductas purgativas. Entre los chicos lo fueron la preocupación por el peso y los comentarios negativos sobre el mismo por parte de sus padres. En ambos no lo fue el hecho de que sus madres hubieran padecido algún TCA.

Entre las chicas, el hecho de padecer sobrepeso y hacer dieta reglada para control del mismo, no aumentó el riesgo de comenzar con las conductas mencionadas.

Entre los chicos, aumentaba la probabilidad de conducta purgativa el que su peso fuera algo importante para sus compañeros o amigos.

No se debe restar importancia a la información proporcionada por los adolescentes sobre que hacen dieta o están preocupados por su peso, ya que ambos hechos se asocian significativamente con la presentación posterior de TCA. Puede que la prevención de los TCA necesite ser diferente según el sexo y la edad. Los padres, profesores y sanitarios deben fomentar el que los niños y adolescentes mantengan un peso adecuado sin sobrevalorar su importancia ni estigmatizar a los que padezcan de sobrepeso.

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