Vol. 12 - Num. 19
Seminarios
M.ª Teresa Asensi Monzóa, CM Sánchez Medinab
aPediatra. CS Serrería1. Valencia. España.
bPediatra. CS Albalat de la Ribera. Valencia. España.
Cómo citar este artículo: Asensi Monzó MT, Sánchez Medina CM. Claves de educación en asma: casos clínicos interactivos. Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12(Supl 19):s201-s213.
Publicado en Internet: 20-11-2010 - Número de visitas: 20408
Resumen
El asma es una enfermedad crónica compleja, con una gran variabilidad y que tiene un enorme impacto, no solo en los pacientes afectados y sus familias, sino también en la sociedad en general.
La prevalencia de asma en la infancia es elevada, afecta alrededor del 10% de la población infantil y adolescente, siendo en nuestro medio la patología crónica que consume un mayor número de recursos y tiempo en la Atención Primaria pediátrica.
El manejo adecuado del asma implica que se realice un diagnóstico correcto, se evalúe la gravedad y se prescriba el tratamiento indicado. Un componente esencial en el tratamiento del asma infantil es la educación terapéutica, en la que el paciente y su familia han de ser formados y educados, con la finalidad de conseguir un buen control de la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
Para que los programas educativos sean efectivos, es necesaria una adecuada formación de los profesionales de la salud, siendo importante una buena comunicación y relación entre sanitarios y pacientes para conseguir que estos entiendan la enfermedad y su tratamiento, y mejoren la adherencia.
En este seminario se van a presentar una serie de casos clínicos para desarrollar diversos contenidos diagnósticos, terapéuticos y educativos del asma infantil.
Palabras clave
● Adolescente ● Asma ● Educación ● NiñoEl pediatra de Atención Primaria (AP) es, por sus características de accesibilidad y de relación con la familia y el niño, el primer escalón en el diagnóstico, el tratamiento y el control del asma.
Las guías de práctica clínica y protocolos1-9 establecen el papel de la educación terapéutica (ET) como el elemento clave para el manejo y control del asma. Los programas educativos son útiles para disminuir la morbimortalidad y la demanda asistencial10-12.
Tanto los profesionales sanitarios como los pacientes y sus familias han de ser formados y educados, para conseguir un buen control de la enfermedad y mejorar su calidad de vida13.
Se van a abordar distintos aspectos del asma infantil a través de casos clínicos, y se hará especial énfasis en la educación sanitaria.
La intervención educativa tiene dos grandes objetivos generales: mejorar la calidad de vida del niño-adolescente y de su familia, hasta conseguir que tengan una vida como la de cualquier niño sin asma; y conseguir el autocontrol, bajo la supervisión del pediatra-educador14.
Los resultados más evidentes de la ET se obtienen en pacientes con asma moderado-grave, y son más eficaces cuando se realizan poco después del diagnóstico10,15.
La ET del paciente asmático y su familia es un proceso continuo, dinámico y adaptado que va a permitir conseguir cambios en las actitudes y conductas del paciente y su familia13.
Para que los programas educativos sean efectivos, es necesaria una adecuada formación de los Profesionales Sanitarios, siendo importante una buena comunicación y relación con los pacientes para conseguir que entiendan el asma y su tratamiento, y mejoren la adherencia13,16.
Todos los profesionales sanitarios encargados de la asistencia a niños con asma deben participar en el proceso educativo. La AP es el nivel de asistencia más adecuado, por ser un entorno de confianza para la familia, de gran accesibilidad y que cumple el criterio de asistencia integral y continuada al niño. Por tanto, los pediatras y enfermeros de AP deben desempeñar un papel fundamental en la ET16-18, aunque existan una serie de dificultades19 (tabla 1).
Hay que destacar que educar no es informar, la información es necesaria pero no suficiente. Nuestro objetivo es que el niño y su familia adquieran las habilidades y actitudes necesarias para el control del asma19.
La ET será escalonada (tabla 2), desde los conocimientos y habilidades básicos hasta el autocontrol, si es posible18-20. Además, será continuada, progresiva y adaptada a la capacidad de cada niño y su familia.
Los conocimientos que hay que enseñar para que el paciente y su familia comprendan el diagnóstico de la enfermedad, la necesidad de exploraciones complementarias y las actuaciones terapéuticas son los que se detallan a continuación.
A nivel práctico, la definición más útil, especialmente en el grupo del lactante y preescolar, es la del III Consenso Internacional Pediátrico23: “Sibilancias recurrentes y/o tos persistente en una situación en la que el asma es probable y se han descartado otras enfermedades menos frecuentes”.
Es recomendable proporcionar un documento impreso con la información sobre el asma (www.aepap.org/avalpap/informacion_sanitaria_asma.pdf)
Debemos explicar para qué sirven los broncodilatadores y los antiinflamatorios y cuáles son sus diferencias, así como los posibles efectos secundarios.
El objetivo del tratamiento de la crisis de asma es aliviar la obstrucción al flujo aéreo y la hipoxemia tan pronto como sea posible, y planificar la prevención de futuros episodios26.
El niño y su familia deben saber para qué sirven los broncodilatadores (de rescate) y conocer sus efectos secundarios. Se informará que son los medicamentos que van a aliviar rápidamente en el momento en que se encuentre mal (con tos y/o con pitos). Hay que explicar el concepto de medicación a demanda o de rescate frente al tratamiento continuado usando, por ejemplo, el modelo de tres tubos22.
Los profesionales sanitarios tenemos varias escalas para valorar la gravedad de la crisis de asma. El Pulmonary Score27, recomendado en el consenso infantil de asma, es sencillo y aplicable en todas las edades, valora signos clínicos y la saturación de oxígeno.
Además de los signos clínicos, es importante considerar si el paciente ha precisado corticoides orales en crisis previas, el tiempo de evolución de la crisis (cuanto mayor sea el tiempo de evolución, peor será la respuesta al tratamiento), medicación recibida, duración del tratamiento previo con un β2adrenérgico de acción corta y valorar si hay antecedentes de riesgo para tener una crisis grave.
En el tratamiento de la crisis de asma se recomienda el uso de agonistas β2adrenérgicos inhalados de acción corta de forma precoz y repetida (dosis según la gravedad de la crisis). En las crisis moderadas-graves: asociar oxígeno (para conseguir una saturación ≥ 95%), bromuro de ipratropio28 y corticoides sistémicos de forma precoz29.
Tras la crisis, habrá que revisar el tratamiento preventivo o instaurarlo si no existe, asegurarse de la cumplimentación y de que la técnica de inhalación es correcta, así como repasar los posibles desencadenantes. Es obligatorio revisar el plan de acción; en caso de no tenerlo, es el momento de hacerlo junto con el paciente9.
El niño y su familia han de saber para qué sirven los antiinflamatorios (modificadores) usando el modelo de tres tubos22. Se informará de que se deben tomar a diario, sin interrupción.
Desde el punto de vista de los profesionales sanitarios, según la gravedad del asma se hará un ajuste de la medicación, siguiendo una estrategia de escalonamiento5 (tabla 3). Es muy importante insistir en la necesidad de no suspender el tratamiento de mantenimiento, y de actuar precozmente ante una crisis.
En el tratamiento del asma, la vía inhalatoria es la de elección para administrar broncodilatadores y glucocorticoides, con independencia de la edad y de la situación clínica. Mediante esta vía, se consigue una acción más rápida y directa sobre el órgano diana, lo que permite utilizar dosis más bajas de fármaco y disminuye la incidencia de efectos adversos sistémicos.
Se ha demostrado que la ET del niño y su familia en el uso correcto de estos dispositivos puede corregir las técnicas inadecuadas. Por tanto, se deben prescribir los inhaladores después de que el paciente y la familia hayan sido entrenados y comprobemos que realizan la técnica correctamente.
El sistema de inhalación ha de ser elegido en función de la edad, sobre todo en los primeros años (cámaras de inhalación con mascarilla facial o sin ella), y de las preferencias y aptitudes del niño en edades posteriores, de común acuerdo con él y su familia.
Es importante recordar ir modificando el dispositivo con la edad1,13,30: inhalador presurizado con cámara y mascarilla facial en menores de cuatro años, inhalador presurizado con cámara espaciadora con mascarilla facial o sin ella entre los cuatro y los seis años, e inhalador de polvo seco o inhalador presurizado con cámara espaciadora en niños mayores de seis años.
Es recomendable dar la opción de elegir el sistema ya que, en términos educativos, supone un valor añadido al aumentar la confianza, la motivación y la efectividad. Resulta conveniente simplificar al máximo y, si es posible, utilizar el mismo sistema para la medicación antiinflamatoria y la broncodilatadora, con el fin de disminuir al máximo los errores atribuibles a la técnica.
Se debe mostrar la técnica inhalatoria y los diferentes dispositivos con envases placebo, enseñándola, comprobando su realización y corrigiendo los posibles errores. Es importante proporcionar un documento impreso, con explicaciones y dibujos de la técnica (www.gemasma.com/descargas/GEMA2003/GEMA%20pacientes.pdf).
El autocontrol permite al niño mayor y a la familia tomar decisiones autónomas basadas en la información y educación progresivas.
Para conseguirlo se debe entregar a los pacientes un plan de acción por escrito, personalizado, explicado de forma comprensible, basado en el reconocimiento de síntomas mediante su registro diario (www.aepap.org/avalpap/registro_diario_sintomas.pdf) y, en casos seleccionados (malos perceptores de síntomas, asma mal controlado, etc.), combinados con medición del pico-flujo31; con las medidas terapéuticas que deben adoptarse y cuando solicitar ayuda médica11,13,32 (www.aepap.org/avalpap/crisis_asma_hoja1.pdf, www.aepap.org/avalpap/crisis_asma_hoja2.pdf).
En cada consulta debe valorarse la calidad de vida del paciente y su familia, realizando una serie de preguntas referidas a las últimas cuatro semanas33 (tabla 4): ¿ha tosido, ha tenido pitos o le ha costado respirar durante el día o la noche, o al hacer ejercicio o al reír?, ¿ha acudido a Urgencias o ha estado ingresado?
Los profesionales sanitarios, los pacientes y sus familias deben ser educados en asma.
La educación terapéutica debe ser escalonada y adaptada a cada familia.
El plan educativo debe evaluarse de forma periódica para comprobar los resultados obtenidos y valorar las nuevas necesidades en la progresión de conocimientos y habilidades de la familia y el niño.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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