Vol. 12 - Num. 47
Revisiones
aPediatra. CS José Ramon Muñoz Fernández. Zaragoza. España.
Correspondencia: C García. Correo electrónico: cgarciavera@gmail.com
Cómo citar este artículo: García Vera C. Estado de portador de neumococo en niños y su relación con la enfermedad invasiva. ¿Qué ha cambiado tras la introducción de la vacuna conjugada? Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12:457-82.
Publicado en Internet: 30-09-2010 - Número de visitas: 20280
Resumen
En la última década se han sucedido cambios importantes relativos a la enfermedad neumocócica invasiva (ENI) en los países desarrollados. Con la generalización de la vacuna neumocócica conjugada heptavalente (VNC-7), se ha constatado la efectividad de la vacuna para disminuir la ENI por los serotipos incluidos en dicha vacuna (STV), pero también han surgido nuevos serotipos no incluidos y que han emergido con fuerza como productores de ENI. Afortunadamente, la carga de la enfermedad invasiva ahora provocada por los no vacunales en niños menores de cinco años es sensiblemente menor que la que provocaron los STV en la era prevacunal, y esta tendencia parece estable en el tiempo. Pero este proceso se ha seguido en paralelo por cambios similares en la colonización nasofaríngea por neumococos, muy frecuente en niños menores de cinco años, de manera que en la actualidad los STV han disminuido radicalmente en portadores sanos, y han sido sustituidos por no vacunales que terminan produciendo ENI. Este reemplazo de serotipos ha tenido también como consecuencia que las resistencias a antibióticos hayan descendido, ya que estas eran más prevalentes entre los STV. Recientemente se han comercializado dos nuevas vacunas conjugadas que amplían la protección a nuevos serotipos. Este artículo pretende repasar los cambios que se han producido y las expectativas e incertidumbres que se abren en esta nueva etapa de las vacunas neumocócicas conjugadas.
Palabras clave
● Colonización ● Enfermedad neumocócica invasiva ● Nasofaringe ● Streptococcus pneumoniae ● Vacuna conjugada antineumocócicaNota:
El autor ha sido invitado por Laboratorios Pfizer, como asistente, a la II y III Reunión de Expertos en Vacunación Antineumocócica Conjugada celebradas en Madrid en los años 2009 y 2010. Además fue becado por laboratorios GSK para la realización del Curso Universitario Experto en Vacunas de la Universidad Complutense de Madrid en 2008/9.
Streptococcus pneumoniae continúa siendo una de las causas más frecuentes de enfermedad invasiva bacteriana, particularmente en los dos polos de la vida humana (niños preescolares y ancianos). Conocemos hoy 92 familias (serotipos) de neumococos con potencial para producir patología en la especie humana, que se han ido clasificando en 46 serogrupos en función de las características de los polisacáridos capsulares. Los serogrupos se han ido numerando progresivamente, y se ha impuesto la nomenclatura danesa que dentro de cada grupo va denominando los diferentes serotipos el primero con la letra F, y los sucesivos dentro de ese serogrupo consecutivamente con las letras A, B, C, etc.1.
Todas las enfermedades causadas por neumococo están precedidas de una colonización nasofaríngea asintomática de mayor o menor duración2. La edad en que más frecuentemente se demuestra el estado de portador y la transmisión persona a persona va del mes de vida a los cinco años y se corresponde precisamente con la de mayor incidencia de la enfermedad neumocócica2. Conviene recordar y resaltar que, a pesar de la importancia de la enfermedad neumocócica invasiva (ENI), el estado de portador tiene mucha mayor importancia para el entorno que para el propio colonizado, debido a la potencial contagiosidad.
La morbilidad y la mortalidad asociadas a ENI son altas a nivel global, por lo que se ha considerado un problema de salud pública de actuación prioritaria. Se ha estimado que cada año mueren en el mundo 1,6 millones de personas (de ellas entre 700 000 y un millón corresponderían a niños menores de cinco años) por infecciones neumocócicas, la gran mayoría en países en vías de desarrollo3. La incidencia de ENI en niños pequeños (< 5 años) en EE.UU. y Europa es de 8 a 75 casos anuales por 100 000 niños de esa edad, mientras que en países en desarrollo se eleva hasta 100-500 casos anuales por 100 0004,5. Además, en adultos y ancianos de países en vías de desarrollo, la mortalidad atribuida a la infección neumocócica es muy alta y en su mayor parte evitable6.
La drástica disminución como productores de ENI de los serotipos incluidos en la vacuna neumocócica conjugada 7-valente (VNC-7), tras su introducción en los países en los que se han logrado amplias coberturas7-9, se ha correlacionado con un radical descenso de la presencia de estos serotipos también en la nasofaringe de niños sanos, vacunados o no. Se comprueba que el número total de niños portadores de neumococo permanece similar al del periodo prevacunal, pero nuevos serotipos (bien correlacionados en general con los emergentes como productores de ENI) han ocupado el lugar dejado por los vacunales. En nuestro país se han publicado datos contradictorios sobre la disminución global de la ENI en niños preescolares (que expondremos más adelante), pero donde no cabe discusión es en la disminución de ENI provocadas por los serotipos incluidos en la VNC-7 y en el reemplazo por los no vacunales. Los pocos estudios en portadores sanos10-12 también muestran la disminución brusca de los serotipos vacunales que ahora colonizan la nasofaringe de los niños preescolares sanos, y su sustitución por nuevas cepas emergentes, lo que mantiene el porcentaje de niños sanos preescolares portadores de neumococo en torno a un 30%-35% (detectados mediante hisopado nasofaríngeo y posterior cultivo según técnica estándar recomendada13).
Para responder a los cambios que se han producido en la etiología de la ENI ya se han comercializado dos nuevas vacunas (tabla 1) que amplían el número de serotipos en su formulación: decavalente (Synflorix®, laboratorios GSK) y tridecavalente (Prevenar-13®, Pfizer).
Este artículo, en la línea de actualización abierta por una excelente revisión sobre el tema publicada en esta revista14, pretende, desde la perspectiva de la evolución de los serotipos en portadores y en la ENI, realizar un análisis de la situación heredada tras la era de la vacuna heptavalente, revisar las expectativas ante las nuevas vacunas deca- y tridecavalente y poner de manifiesto, junto con los logros de la vacuna, las incertidumbres ante nuevos fenómenos de reemplazo.
Decíamos que está aceptado que toda enfermedad neumocócica en la infancia ha sido precedida por una colonización asintomática en la nasofaringe, colonización que puede ser más o menos duradera en función de diferentes factores, pero principalmente de la invasividad de cada serotipo, de la presión antibiótica y, más recientemente, de la vacunación VNC-7.
La distribución de los distintos serotipos en la nasofaringe varía poco según países o tipo de colectivo2,4. Entre Canadá, EE.UU. y la mayoría de los países europeos, apenas se constatan diferencias y, en la era prevacunal los principales serotipos en portadores eran los siguientes: 19F, 6B, 14, 23F, 6A. Sí se comprobaba que la presencia de serotipos incluidos en la vacuna disminuía con la edad, pues eran menos detectados en la nasofaringe a partir de los 6-8 años15, mientras que en edades posteriores, a partir de los 8-10 años y en adultos, aparecían como colonizadores serotipos menos detectados en edades precoces (serotipos 3, 8, 10, 11 y 15).
Con los resultados aportados por la investigación de Shouval16 queda clara la estrecha relación entre la presencia de los serotipos que colonizan la nasofaringe y los que provocan infección. Así, con datos obtenidos a partir de cuatro estudios en la era prevacunal, entre los nueve serotipos que más frecuentemente producían ENI (por orden de frecuencia serotipos 1, 5, 19F, 19A, 14, 23F, 6A, 6B y 9V), siete estaban entre los más frecuentemente encontrados en la nasofaringe (6A, 14, 32F, 19F, 6B, 19A y 9V) de portadores sanos.
El “nicho ecológico” principal de S. pneumoniae es la nasofaringe de los niños, y se estima que prácticamente todos los niños en algún momento de su etapa preescolar han sido ya portadores de neumococo en al menos una ocasión17. La colonización nasofaríngea sucede a edades muy tempranas. La edad media de la primera colonización por neumococo son seis meses (e incluso antes en niños de países en desarrollo). Por tanto, teniendo en cuenta que la mayoría de los niños sanos han portado neumococo, muy pocos finalmente desarrollan enfermedad invasiva, por lo que deberíamos considerar esta como una complicación habitualmente rara. El problema, sobre todo, es que, aunque la mayoría de los niños no van a padecer enfermedad, sí van a ser los principales reservorios y transmisores de la bacteria en el entorno.
S. pneumoniae es parte de la flora comensal del tracto respiratorio superior en conjunto con otras bacterias, entre las cuales las más reconocidas son Moraxella catarrhalis, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitidis, Staphylococcus aureus y varios tipos de Streptococcus haemolyticus2. La colonización nasofaríngea es un proceso dinámico por el recambio constante de especies y serotipos colonizadores. Existe un equilibrio entre la flora autóctona y los gérmenes que transitoriamente la invaden, y es un equilibrio importante que depende también de cada germen (por ejemplo, S. pneumoniae compite con S. viridans o S. aureus, pero tiene una relación positiva con N. meningitidis, de forma que el crecimiento de neumococos en la nasofaringe se incrementa en presencia de colonias de meningococo)2. Se ha demostrado también que muchas infecciones virales facilitan la adhesión de neumococos a la mucosa de la vía respiratoria18 y por ello se aíslan más neumococos en la nasofaringe de niños con procesos catarrales. Además de estas interacciones “ecológicas”, existen factores del entorno determinantes de las modificaciones de la flora nasofaríngea. En conjunto, una serie de estos factores aumentan la posibilidad de portar neumococo en la infancia, y van desde el tamaño de la familia (sobre todo en relación al número de hermanos y al hacinamiento), a los ingresos familiares, el tabaquismo pasivo y activo, la asistencia o no a guarderías y centros escolares, y la infección viral concomitante2. Además, la colonización neumocócica, así como la ENI, es más prevalente en determinadas etnias, como afroamericanos, indios Apache y Navajo, población nativa de Alaska y población aborigen australiana2. Por último, es más frecuente el estado de portador en niños que han recibido un tratamiento antibiótico reciente, en cuyo caso es más prevalente la colonización por cepas resistentes a antibióticos19.
Los polisacáridos capsulares (que definen cada serotipo) son ampliamente heterogéneos, pero muy inmunógenos y, a la vez, son el principal factor que define la virulencia, pues protegen a la bacteria de la fagocitosis20. La antigenicidad de los polisacáridos capsulares es tipo-específica, aunque puede darse la posibilidad de reacción cruzada entre serotipos (dentro del mismo serogrupo), ya que comparten polisacáridos en su composición capsular.
Está comprobado que el lugar donde mayores resistencias a antimicrobianos adquieren los neumococos es la nasofaringe del niño sano, y por un doble mecanismo: de selección de cepas sometidas con frecuencia a presión antibiótica (los tratamientos antibióticos en la primera infancia son bastante más habituales que en el resto de la niñez y que en la edad adulta), y en segundo lugar por transmisión de material genético entre cepas diferentes que compiten por el mismo nicho ecológico. Esta es la razón por la que las cepas con menor capacidad invasiva (y que, por tanto, suelen permanecer bastante más tiempo colonizando la nasofaringe) coinciden con las que más resistencias a antibióticos desarrollan, y otros serotipos como el 1, el 5 o el 7F, difíciles de encontrar en la nasofaringe por su alta capacidad invasiva, no plantean problemas de resistencias a betalactámicos, macrólidos o quinolonas.
Independientemente de factores como la presión antibiótica o las vacunaciones, existe una variabilidad en el tiempo de la frecuencia de serotipos en la producción de ENI. Feikin21, en una amplia revisión en EE.UU. muestra cómo entre 1928 y 1998 la proporción de infecciones neumocócicas causadas por los siete serotipos vacunales (STV) aumentaron de un 15% a un 59% en adultos (13 estudios), y de un 53% a un 87% en niños (19 estudios). En los estudios nacionales de Fenoll22,23, con datos desde 1979 hasta 2008, se muestra una clara variabilidad en el tiempo en la incidencia de varios serotipos que han fluctuado antes ya de la utilización de la vacuna y en el global de la población (serotipos 1, 5, 7F, 23F) frente a otros con una incidencia más estable (serotipos 3, 4, 6A, 8). Esta variabilidad puede estar condicionada por los cambios en la utilización de antibióticos, las condiciones socioeconómicas de las poblaciones, el estado inmunológico y también la práctica más extendida con el tiempo de hemocultivos en la investigación de las infecciones.
La eficacia de la VNC-7 en la erradicación de la colonización nasofaríngea por cepas incluidas en esa vacuna parece estar en relación directa con la capacidad de producir anticuerpos de tipo IgA e IgG antipolisacáridos en la mucosa bucal, hecho que, según se ha demostrado, se da principalmente tras la dosis de refuerzo24.
Finalmente, hay que constatar que los cambios que han sucedido tras la introducción de la vacuna conjugada entre los neumococos ahora responsables de la ENI se correlacionan bien con los habidos en portadores sanos de las mismas poblaciones, con la única excepción de los serotipos mencionados antes como de mayor capacidad invasiva, que lógicamente eran infrecuentes colonizadores en la era prevacunal, y lo siguen siendo ahora11,25-28.
Según lo expuesto, parece importante concluir que es esencial mantener monitorizada la evolución de serotipos que colonizan la nasofaringe de los niños pequeños, ya que en esa distribución de serotipos encontraremos los que van a producir ENI, conoceremos cómo evoluciona la adquisición de resistencias antibióticas y, en función de ello, podremos elaborar estrategias vacunales que incluyan los serotipos emergentes. No obstante, hay que tener en cuenta que ciertos serotipos y genotipos muestran una mayor predisposición a la ENI en relación con su escasa presencia en la nasofaringe (serotipos 14, 1, 5, 7F, 8, 38, 33F, y clones del 18C), y van a estar porcentualmente en escasa cantidad respecto a otras cepas de menos invasividad. Por ello, aun a pesar de su escasa presencia en la nasofaringe, los serotipos 1, 5, y 7F han sido incluidos en las nuevas vacunas deca- y tridecavalente.
Determinados serotipos se hallan con más frecuencia entre portadores sanos2. Antes de la era vacunal, estos eran los incluidos en la vacuna VNC-7, a excepción del serotipo 4, así como los serotipos relacionados 6A, 19A, y el serotipo 3 (incluidos todos ellos en la VNC-13), y otros pertenecientes a lo serogrupos 10, 11, 15 y 33. Por el contrario, los serotipos 1, 5, 7F, 8 y 46 se encuentran muy ocasionalmente en portadores sanos, incluso en poblaciones entre las que producen importantes porcentajes de enfermedades invasivas.
Está comprobado, y se confirmó de nuevo en el metaanálisis de Brueggemann17, que serotipos y serogrupos de neumococo difieren en su capacidad invasiva. Este autor calcula, con los datos de los diferentes estudios incluidos (siete estudios, todos de la era prevacunal), la odds ratio (OR) entre neumococos de cada serogrupo encontrados en la orofaringe de población sana y los encontrados en la misma población en enfermedad invasiva, y concluye finalmente que los serogrupos más invasivos serían 1, 4, 5, 7 y 14. Esto concuerda además con el hallazgo de que los serogrupos con mayor capacidad invasiva fueron los menos frecuentemente portados. Sandgren29 estudia en Suecia la capacidad invasiva de los diferentes serotipos relacionando las características de 273 aislamientos en ENI y 246 tomados de niños portadores en guarderías. Finalmente, los 34 serotipos aislados se pueden agrupar para el autor en dos clases: los que producen fundamentalmente ENI (1, 4, 7F y 9V) muy relacionados “clonalmente”, y los que causan ENI pero también se hallan frecuentemente colonizando la nasofaringe (6A, 6B, 14 y 19F), que son genéticamente más variados. Aislamientos pertenecientes a un mismo clon se encontraron con diferentes cápsulas (serotipos) y se constató que tenían similar potencial de patogenicidad, por lo que las propiedades asociadas a un tipo clonal en particular se sumarían a las específicas de la cápsula para determinar la invasividad. Además, algunas investigaciones30 sugieren que existe heterogeneidad entre tipos capsulares y resultados de capacidad invasiva según las características del huésped humano: los serotipos más invasivos y portados brevemente en la nasofaringe suelen infectar a pacientes con poca o nula comorbilidad, causan enfermedad menos grave y se asocian con menor mortalidad. Por el contrario, los serotipos menos invasivos y portados durante mayores periodos en la nasofaringe suelen infectar a pacientes con mayor comorbilidad, causar enfermedad más grave y provocar mayor mortalidad.
Aunque el polisacárido capsular de cada serotipo de neumococo parece el factor más importante asociado a su virulencia, genes de otras proteínas de la bacteria también podrían contribuir a su potencial patogenicidad. De hecho, para otras bacterias encapsuladas como N. meningitidis hay evidencia de que las variaciones clonales que determinan elementos no capsulares pueden ser mejores predictores de virulencia que la identidad capsular31.
Aunque todos los serotipos pueden causar cualquier tipo de ENI, es bien conocido que algunos de ellos manifiestan especial predisposición a producir una enfermedad invasiva concreta, como el caso del serotipo 1 y las neumonías complicadas con empiema en niños mayores de dos años, o los serogrupos 6, 10 y 23 y las meningitis22. Además, también hay diferencias en la incidencia de determinados serotipos según la edad del paciente. Así, en niños menores de cinco años son especialmente incidentes los serotipos 1, 3, 5, 7F, y 19A y mucho más a raíz de la introducción de la VNC-7, que no los incluía. La proporción de infecciones causadas por los siete serotipos “pediátricos” incluidos en la vacuna es más baja en adultos en todas las regiones geográficas32 y más todavía tras la introducción de la vacuna. Con todo, estos siete serotipos constituían la etiología del 59% de todas las ENI en adultos en 1998 en EE.UU.21. En adultos más mayores se ha demostrado en casi todas las áreas geográficas una mayor incidencia de determinados serotipos (6B, 8, 14 y 23F).
La selección de cepas resistentes a antibióticos sucede fundamentalmente en la nasofaringe de los portadores. Por ello, hay una correlación bastante consistente entre los serotipos más frecuentemente aislados en la nasofaringe y aquellos con más resistencias a antimicrobianos33. Además, el conocimiento de diferentes clones comunes a varios serotipos (muy prevalente fue el “Spanish 23F clone”) asociados con multirresistencia neumocócica a antibióticos ha permitido demostrar un importante papel de estas dotaciones genéticas en las resistencias de diferentes serotipos de neumococo, ya que se ha podido demostrar que unos pocos clones se encuentran detrás de más del 80% de las cepas (aun de diferentes serotipos) multirresistentes34. Por tanto, los periodos más prolongados en la nasofaringe permiten un mayor intercambio genético entre los diferentes serotipos y, en último término, mayor probabilidad de adquisición de resistencias a antimicrobianos.
Clásicamente, los serotipos más relacionados con resistencias a antimicrobianos han sido 6A, 6B, 9V, 14, 19A, 19F y 23F31. Además de la selección natural ante la presión antibiótica y del intercambio de material genético, se ha descrito (y demostrado in vitro) un fenómeno implicado en la adquisición de resistencias, denominado de “transformación capsular” (capsular switching), de manera que algún serotipo vacunal concreto (se ha comprobado con clones del 23F Spanish/US), mediante transferencia de material genético que determina la cápsula polisacárida procedente de otros serotipos no vacunales, ha podido resultar finalmente en variantes de los serotipos 3 y 9N35, con similares resistencias a betalactámicos y macrólidos. En una publicación israelí sobre aislados de otitis media supurada, se sugiere que la similitud entre los clones (y en el patrón de resistencias) encontrados en los serotipos no vacunales 15B/C y 11 y el STV 19F podría deberse a este mecanismo de transformación capsular36. Obviamente, este fenómeno se produciría en particular en aquellos serotipos más prolongadamente portados en la nasofaringe.
Respecto a la evolución de la sensibilidad a antimicrobianos, una vez introducida ampliamente la vacunación VCN-7, parece que a medida que se publican nuevos estudios los serotipos emergentes que inicialmente presentaron menores resistencias37 van adquiriéndolas38-43. En España, con datos del Laboratorio de Referencia de Neumococos del Instituto de Salud Carlos III, sobre un total de25 166 aislamientos de ENI en toda las edades y en el periodo 1979-2008, el número de neumococos no sensibles a penicilina (suma de resistencia intermedia y total) aumentó desde un 6% en 1979, hasta un máximo del 44%-45% en los años 1995-97, cuando empieza a declinar gracias a una utilización más racional de la terapia antibiótica hasta un 33,9% en 1999, descenso que se hizo mayor a partir de 2002 (introducción de la vacuna), hasta ser del 22,3% en 2008 (p < 0,001)44. En el mismo estudio, las resistencias a macrólidos descendieron desde un 42,9% de cepas resistentes en ENI en niños en 2003 a un 26,6% en 2008. Destaca en otro amplio estudio nacional del mismo Laboratorio9 el hecho de que, comparando los periodos 1997-2001 y 2007-2008, cuatro STV disminuyeron significativamente entre el porcentaje de cepas resistentes a penicilina (6B, 9V, 19F y 23F) y uno permaneció estable (serotipo 14), mientras que el porcentaje de serotipos no vacunales entre los no sensibles a penicilina aumentó significativamente, destacando el incremento de dos serotipos (19A y 24F).
En series amplias, tras la introducción de la vacuna conjugada, la evolución de los serotipos emergentes es hacia la adquisición de resistencias, facilitadas por la transmisión genética de estas, como ha sido el caso del serotipo 19A. Esta tendencia se confirma más certeramente en estudios prospectivos como los de Ghafarr45 y Park46.
Los serotipos incluidos en VNC-7 lo fueron por ser los más prevalentes como productores de ENI en niños preescolares de Norteamérica (EE.UU. y Canadá). En países europeos5 variaba con un 64% de STV entre los que producían ENI en esa población en Alemania, o un 85% en Inglaterra y Francia, o una estimación del 74% en España. En Australia se cubría un 80%-90% de ENI, pero en Latinoamérica descendía a un 65%, y en Asia aproximadamente a un 50%32.
A partir de esa realidad de cada país, parece claramente comprobado que la introducción de la vacuna heptavalente, sobre todo en los que han conseguido muy amplias coberturas vacunales, ha supuesto un gran descenso de la carga de la ENI global en niños menores de seis años, como se puede demostrar en los casos en que se dispone de estudios rigurosos antes y después7,38,47-50. De forma inversa, y en las mismas poblaciones, es significativo el incremento de ENI por serotipos no incluidos en la vacuna heptavalente en todos los grupos de edad51-54, aunque la carga de enfermedad que estos producen es sensiblemente inferior a la provocada previamente por los vacunales, salvo en poblaciones de mayor riesgo de ENI, como la nativa de Alaska25 (entre los periodos 1995-2000 y 2004-2006 la incidencia de ENI producidas por STV en menores de dos años pasó de 275,3 a 10,6 por 100 000, mientras que las producidas por no vacunales se incrementaron de 95,1 a 228,6 por 100 000 en los mismos periodos de tiempo). Algunos de los serotipos emergentes han mostrado importante patogenicidad (1, 19A) e incluso multirresistencias a antimicrobianos (19A)9,25,55-57.
En EE.UU., en un estudio que compara la evolución de las meningitis neumocócicas antes y después de la vacuna heptavalente, la incidencia global, para todas las edades, descendió de 1,13 casos por 100 000 habitantes entre 1989-1999 a 0,79 por 100 000 en el periodo 2004-2005 (30,1% de descenso; p < 0,001), descenso que para la tasa en menores de dos años fue hasta de un 64,0% (p < 0,001)38. La caída fue del 92,8% (p < 0,001), y del 73,3% (p < 0,001) en cuanto a las meningitis producidas por STV en menores de dos años y en todas las edades, respectivamente. Sin embargo, el aumento de las meningitis producidas por serotipos no vacunales (excluidos los “relacionados” e incluido ahora el 19A) fue de un 275,3% (p = 0,001) y un 60,5% (p < 0,001) en cada grupo.
En España, también han variado la proporción y las cepas causantes de ENI en niños menores de seis años tras la introducción de la vacuna. Se han publicado en nuestro país datos contradictorios sobre la efectividad de la vacunación en la reducción de la ENI11,58-70. Seguramente, la discusión sobre la eficacia de la vacunación en nuestro país, y las cifras reales de incidencia, tenga que ver con las menores tasas de cobertura vacunal que se han venido dando, al ser una vacuna no financiada (salvo en Madrid, donde lo es desde noviembre de 2006), y con un aumento en la realización de hemocultivos en las comunidades autónomas (CCAA) en las que se han establecido sistemas de vigilancia epidemiológica sobre la ENI. Las diferentes tasas de incidencia en estudios postvacunales en España pueden comprobarse en la tabla 2.
En nuestro país, los serotipos que actualmente producen la mayoría de las ENI en niños son 19A, 1, 6A, 7F, 5, 3, 24F y serogrupo 15, y de los vacunales aún persiste con mantenida incidencia el 1411,22,59,62-65,70-73, mientras que los que previamente las producían, por orden de frecuencia y en menores de dos años según datos del Laboratorio Nacional de Referencia de Neumococos22, eran 14, 19F, 6B, 23F, 6A, 19A, 18C y 9V, y en niños de dos a cinco años eran 14, 18C, 1, 6B, 19F, 23F, 6A y 9V. Además, se mantienen algunas peculiaridades locales, como el caso de un brote de ENI por serotipo 5 en Madrd70,73, que afectó sobre todo a niños de uno a cuatro años en forma de neumonía bacteriémica, y de bacteriemia.
Es preciso comentar uno de los hechos más destacados coincidentes o consecuentes a la introducción de la VCN-7, y que ha sido el importante aumento de los ingresos hospitalarios por neumonías con empiema en niños (por ejemplo, un número 13 veces superior de los ingresos por este motivo en los hospitales de Sevilla y Málaga entre 1998 y 2006, o un incremento de seis veces en los hospitales de Barcelona de 2004 a 2006)72. En el 48% de este grupo de niños con neumonía complicada se demostró (mediante proteína C reactiva [PCR], pruebas genéticas y/o cultivo) el serotipo 1 como causante. Solamente un 11% fueron producidas por STV. Este aumento de empiemas coincidente con la introducción de la vacuna conjugada se ha constatado en muchos otros países74-86.
En cuanto a la efectividad de la vacuna conjugada en enfermedad no invasiva, dos revisiones sistemáticas de la colaboración Cochrane sirven para valorarla. La primera87 estudia la eficacia en la prevención de las neumonías demostradas mediante radiografía según criterios de la OMS en niños menores de cinco años de edad, y desvela una eficacia vacunal (vacunas de 7, 9 u 11 serotipos) del 27% (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 15% a 36%), pero esta disminuye a un 6% (IC 95%: 2% a 9%) al referirse al global de neumonías de diagnóstico clínico. En la segunda88, se valora el efecto de vacunas conjugadas de 7, 9 u 11 serotipos sobre la incidencia de otitis media aguda (OMA) en menores de 12 años de edad, comprobándose una reducción del riesgo de OMA del 6% (IC 95%: -4% a 16%) para la VNC-7, y una reducción del 34% (IC 95%: 21% a 44%) en el caso de la vacuna 11-valente que utiliza como carrier la proteína D de H. influenzae.
A propósito del papel de la vacuna en la prevención de la OMA, un reciente estudio estadounidense (prospectivo, sobre 200 niños de 6 a 30 meses de edad), muestra que si bien inicialmente tras la introducción de la vacuna el porcentaje de OMA atribuible a neumococo disminuyó de forma que las más frecuentes pasaron a ser las OMA por Haemophilus infuenzae no tipable (2001 a 2003), finalmente con datos de niños seguidos de 2007 a 2009, se demuestra que descendió hasta casi desaparecer la OMA producida por serotipos incluidos en la vacuna heptavalente, pero en la actualidad la producida por serotipos no vacunales (principalmente serotipos 19A, 6A, 6C y 15 en este estudio) vuelve a colocar al neumococo como principal causa de OMA en niños menores de tres años (37% de otitis frente a 30% por Moraxella y 24% por Haemophilus)89.
Es importante también constatar el efecto de inmunidad de grupo. Finalmente, la principal repercusión que la introducción de la VNC-7 en niños pequeños ha tenido sobre la ENI en adultos y ancianos ha sido una disminución en general no significativa de la incidencia global a esas edades, pero con una clara sustitución de serotipos, disminuyendo los STV y emergiendo los no vacunales90, hecho que se comprueba también en estudios nacionales (en el área sur de Barcelona en adultos se demuestran incrementos significativos entre el periodo 1997-2001 y el 2005-2007 de ENI por serotipos 1, 5, 7F, 12F, 19A, 22F y 24)91.
En cuanto al estado de portador, se esperaba que, tal como sucedió con H. influenzae, el número de portadores sanos con la introducción de la VNC-7 disminuyera de forma significativa. Sin embargo, el resultado ha sido claramente el del fenómeno “del reemplazo”, de manera que la disminución radical de STV como colonizadores da lugar a la sustitución por otros no incluidos en la VNC-7, manteniendo los mismos porcentajes de portadores en similares poblaciones. Las expectativas de lo que se denominó reactividad cruzada, si bien han sido algo efectivas para la mayoría de serotipos, han fracasado con la emergencia del serotipo 19A, cepas 23 noF y, en menor medida, del 6A.
Establecida previamente la importancia de la colonización nasofaríngea en la infección neumocócica, la irrupción de la vacuna también ha supuesto una selección de nuevas cepas, tanto en los niños como en los contactos27,90,91.
En nuestro país, pocos estudios se han publicado en relación con la evolución de los serotipos en niños portadores de neumococo en la nasofaringe. Solo existe publicado un estudio previo a la vacunación en España sobre colonización de neumococo en la nasofaringe de niños sanos92. Se estudiaban niños sanos de seis años, entre los que se encuentra una tasa de portadores del 36,1%, y llama la atención la gran cantidad de aislados no tipables encontrados (44,5%). Del total, solamente un 27,3% de cepas eran de las incluidas en la VCN-7.
Después de la introducción de la vacuna se han publicado datos sobre la evolución de cepas en la nasofaringe de niños sanos en dos estudios. El primero, realizado en la ciudad de Sevilla10 a partir de muestras tomadas en centros de Atención Primaria y en un Servicio de Urgencias Pediátricas entre los años 2005 y 2006 a niños de entre seis meses y seis años, y con una tasa de cobertura vacunal estimada del 36%, encuentra un porcentaje de portadores del 31% y los serotipos más frecuentemente aislados fueron 6A, 14, 19A, serogrupo 15, 11 y 23A (no tipables 6%). En conjunto, 21% son STV, similar porcentaje sería cubierto por la vacuna decavalente y un 42% de cepas por la tridecavalente. El segundo estudio se hace con muestras tomadas a niños menores de cinco años de Barcelona11 entre 2001 y 2005, con una tasa de cobertura vacunal estimada del 33%, y sobre un porcentaje de portadores del 50% (las muestras se toman en un Servicio de Urgencias) los serotipos más frecuentemente aislados son 6A, 9V, 14, 19 (serogrupo, no se distinguieron serotipos dentro del 19) y 11. En conjunto, el 34% son serotipos incluidos en VNC-7.
Además, habría que añadir el resultado de la investigación llevada a cabo por nuestro grupo en la provincia de Zaragoza12 (en prensa) realizada sobre 371 niños de dos meses a cinco años de edad que acudían a revisiones de niño sano en tres centros de salud urbanos y uno rural durante un año, de 2008 a 2009, que desvela un porcentaje de portadores del 31%, y que con una cobertura vacunal del 66% solamente encuentra STV en el 8,7% de los niños colonizados. Los que más frecuentemente colonizaban la nasofaringe fueron el serogrupo 15 (15B/15C), y los serotipos 19A, 6A, 11, 22F, 23A y 31. Un 8% fueron cepas no tipables.
En el entorno europeo y de países desarrollados, los datos sobre estudios en portadores sanos, tras VCN-7 son similares a los nuestros. Varía el porcentaje de portadores fundamentalmente en función de que las muestras sean tomadas en niños que acuden a consulta por revisiones del niño sano (sobre el 30% de portadores) o niños que acuden a guarderías y/o centros de Educación Infantil (40%-60% de portadores). Pueden verse resumidos en la tabla 3 y, en conjunto, se demuestra que con coberturas vacunales por encima del 75% el porcentaje de STV que colonizan la nasofaringe no llega prácticamente al 20%12,26,27,46,93-97. Los serotipos que en la era posvacunal se encuentran en la nasofaringe son también los que emergen como productores de ENI (19A, 6A, serogrupo 15, 23 noF, serogrupo 11), a excepción de los considerados más invasivos (1, 5, 7F) que, como cabía esperar, son difíciles de encontrar colonizando la nasofaringe de niños sanos.
Ha quedado suficientemente demostrado que la vacuna PCV-7 ha evitado gran cantidad de ENI por STV, pero si hemos de sustituirla ahora por una de mayor número de serotipos es indudable que ha sido por la pujanza de nuevos serotipos por el llamado fenómeno “de reemplazo”. En el haber de la heptavalente están no solo todas las ENI por STV evitadas desde la introducción de la vacuna, sino también las no invasivas evitadas, que lo han sido en menor porcentaje, pero que al ser mucho más frecuentes que las invasivas suponen una carga de enfermedad evitada muy considerable. Pero, al disminuir las probabilidades de ENI de los que la vacuna protege, la heptavalente pierde efectividad y deja de ser coste-efectiva98,99.
Además, con las nuevas formulaciones de vacunas conjugadas se plantean nuevos interrogantes: por ejemplo, la inclusión en la vacuna de serotipos muy frecuentes en la nasofaringe ha permitido casi su erradicación, pero la presencia ahora en las nuevas vacunas conjugadas de otros serotipos que apenas se encuentran colonizando la nasofaringe (1, 5, 7F) crea dudas sobre la evolución de las ENI por estos serotipos, ya que no se produce tanta inmunidad de grupo al no sumarse el fenómeno de eliminación en portadores. También es importante conocer que en algunas poblaciones, en el momento de la introducción de la VCN-13 partimos ya de una situación en la que los serotipos no incluidos en la 13-valente suponen un número importante de causas de ENI: en EE.UU. ya 1/3 de ellas en < 5 años, con muestras recogidas en 2007-2008, eran producidas por cepas no incluidas en la 13-valente7.
El fenómeno de inmunidad de grupo ha sido importante no en cuanto a la reducción de la carga global de la enfermedad neumocócica en adultos y ancianos (tema debatido, pero que en la mayoría de poblaciones ha permanecido con una incidencia más o menos estable), sino con respecto a la modificación en la distribución de serotipos causantes de ENI, constatándose también el fenómeno de reemplazo de STV por no vacunales. Con datos del Laboratorio Nacional de Referencia22, en adultos en la era prevacunal los STV producían el 41% de las ENI, y en el año 2008 solamente el 19%.
Actualmente ya está comercializada en España (desde junio de 2010, Prevenar-13®) la nueva vacuna 13-valente, que cubre un espectro de serotipos más amplio y, a diferencia de la 10-valente (comercializada en agosto de 2009, Synflorix®), incluye el serotipo más frecuente en colonización y entre los productores de ENI actualmente en menores de dos años: el serotipo 19A10-12,23,70. Sin entrar a valorar sus efectos tangenciales sobre la OMA, ya que la vacuna se ha diseñado para la prevención de las ENI en niños pequeños, cubriremos mejor el espectro actual de la ENI con la tridecavalente. Y no solo porque en los estudios de portadores abarcamos el doble de serotipos hallados en la nasofaringe10,12 con la tridecavalente respecto a la decavalente, sino por los datos actualizados en 2008 de los serotipos productores de ENI en niños españoles que facilita el Laboratorio de Referencia de Neumococos22 y en el que comprobamos que VNC-7 solamente cubriría ya el 13% de ENI en niños menores de dos años y el 16% en niños de entre dos y cinco años, mientras que VNC-10 cubriría el 39% y el 71% de ENI en ambos grupos de edad, y VNC-13 protegería del 77% y el 88% de ENI en los dos grupos de edad. En nuestro entorno, en Francia se ha estimado que en niños menores de dos años VNC-10 protegería del 51% de ENI y VNC-13 del 76%, y en Alemania del 57% y el 80% respectivamente39.
El logro principal (disminuir las tasas de ENI en niños menores de cinco años) de la vacuna conjugada parece estable en el tiempo, con coberturas vacunales altas, a excepción de lo que puede suceder en poblaciones particularmente susceptibles a las ENI, en las que la carga de la enfermedad por serotipos no incluidos en la vacuna termina siendo también elevada25. En un escenario de aplicación generalizada de vacuna tridecavalente, y si el comportamiento es similar a lo sucedido tras la introducción de la VCN-7, cabe esperar que se reduzca todavía más la incidencia de ENI y que, aunque nuevos serotipos reemplacen a los anteriores, la carga global de la enfermedad siga disminuyendo.
Con seguridad, nuevos serotipos tomarán protagonismo tras la generalización de la vacuna tridecavalente. Ya es una realidad que ciertos serotipos no incluidos en dicha vacuna se detectan de forma progresivamente más incidente tanto como productores de ENI como en portadores sanos100 (En EE.UU. y en Europa los serotipos 15A, 15B, 22F, 23A, 24F, 33F y 35B). La preocupación se concentra todavía más en serotipos que ya presentan clones ampliamente diseminados con importantes tasas de no sensibilidad a penicilina, como son 15A, 23A y 35B, y que podrían resultar finalmente en un comportamiento similar al mostrado por el 19A101.
Publicaciones recientes102 muestran que en portadores una vacuna 11-valente provoca similar efecto que la hepavalente: tras la dosis booster el porcentaje de portadores de neumococo es similar al del grupo control (sobre el 23%), no se reduce; además, hay una caída del 48% en el total de serotipos incluidos en la 11-valente que colonizan la nasofaringe en el grupo vacunado con respecto al control, y ya se detecta un aumento de cepas no vacunales en aquel grupo (15,3% de incremento).
Ante este escenario de incertidumbre, y dado que la técnica de conjugación parece no soportar muchos más serotipos en una misma vacuna que los que incluye la tridecavalente, se hace necesario el desarrollo de nuevas vacunas con dianas diferentes a los polisacáridos capsulares. La mejor estrategia parece que sería desarrollar una vacuna a partir de alguna proteína común a todos los neumococos, o una combinación de proteínas que cubriese eficientemente todas las cepas2,100. Se experimenta con varias candidatas (proteína A de la superficie, proteína A ligadora de colina, neumolisina) y la vacuna ideal probablemente sería la que consiguiese evitar tanto la colonización nasofaríngea como la extensión de las bacterias en forma de ENI103.
Finalmente, y aunque el autor de este artículo piensa que es una decisión que escapa al ámbito de los pediatras clínicos y que deberían tomarla expertos en salud pública y economía de la salud, por los datos y la experiencia obtenida con la VCN-7 parece necesario que se replantee la idoneidad de incluir la nueva vacuna tridecavalente en los calendarios vacunales de todo el país. Las desigualdades sociales que se crean ante una vacuna de elevado coste en farmacias y que compran aproximadamente un 75% de padres en las comunidades en que no está financiada, el hecho constatado de que a mayores coberturas mayor reducción de la carga global de la ENI en menores de cinco años, la seguridad de poder utilizar una pauta 2 + 1 en lugar de 3 + 1 cuando las coberturas son muy amplias, y la protección actual que ofrece la vacuna tridecavalente (80% de serotipos productores de ENI en menores de cinco años) son factores que deberían tenerse en cuenta.
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