Vol. 25 - Num. 99
Cartas al director
Paloma Martínez Mateoa, M.ª Julia Bustos Fonsecab, Francisco Pablo García Martínezc
aPediatra. CS Fronteras. Torrejón de Ardoz. Madrid. España.
bPediatra. CS Primero de Mayo. CS Santa Mónica. Rivas-Vaciamadrid. Madrid. España.
cGraduado en Filosofía, Política y Economía. Estudiante de Psicología. Madrid. España.
Correspondencia: P Martínez. Correo electrónico: pamartinezmateo@msn.com
Cómo citar este artículo: Martínez Mateo P, Bustos Fonseca MJ, García Martínez FP. Es necesario definir qué es la incondicionalidad para establecer apego . Rev Pediatr Aten Primaria. 2023;25:323-5. https://doi.org/10.60147/c4d85615
Publicado en Internet: 26-07-2023 - Número de visitas: 3605
Estimado director:
El apego seguro con una figura vincular se desarrollará con la exploración del ambiente, manteniendo una base segura en esa figura, para retornar a ella. El apego es la relación que aporta al niño sentimiento de seguridad. Si se le impide explorar, obtendremos un apego inseguro que se concretará en la incapacidad de relacionarse de manera adecuada1-3. La forma de cuidar las primeras fases de la de vida va programando la estructura cerebral. Cada vez hay más evidencias de que la fisiología está condicionada por nuestras emociones y percepciones. El conocimiento del neurodesarrollo es incipiente. Está condicionado por la neurogénesis, mielinización, sinaptogénesis y apoptosis neuronal4.
Los estudios clásicos de Harlow5, Lorenz o los más modernos de Meaney4 empiezan a vislumbrar cómo las primeras interacciones del neonato modulan la cualidad y cantidad de oxitocina6, cortisol4, opioides endógenos7 o dopamina8. La secreción de estas sustancias y sus receptores dependen de diferentes condicionantes sociales y regulan la fisiología, tanto de la digestión, respiración y secreción endocrina como de las emociones. Está descrita la localización del dolor social y la recompensa, su relación con la vía mesolímbica y su función en la teoría de la mente9. La epigenética modula qué genes expresamos. La epigenética es todo lo que nos pasa desde el momento de la fecundación.
La incondicionalidad en la crianza, interpretada como la atención inmediata de los padres, restringe al niño la posibilidad de apreciar la normalidad de las percepciones que recibe del medio. El llanto es lenguaje, expresa frustración, pero sus causas son múltiples: falta o exceso de comida, de ternura y contacto físico, intolerancias, dificultades mecánicas… Hay diferencias individuales en la susceptibilidad al estrés condicionadas por la herencia y la epigenética.
El sistema dopaminérgico mesencefálico estimula la actividad motora en procesos sensoriomotores y motivacionales e impulsa a buscar fuentes de gratificación. Se ha descrito al núcleo accumbens8 como el nexo entre el sistema límbico (emoción) y el sistema motor extrapiramidal (movimiento). Estas interrelaciones pueden ser la “base anatómica” de lo que Bowlby definió como apego.
En las consultas de Atención Primaria observamos cómo hay padres que cuidan a sus hijos de forma complaciente, ya que entienden que eso es la incondicionalidad. Llevado al extremo puede llegar a un comportamiento devoto, fanático o hasta adicto10. Este persistente consuelo que ofrecen a sus hijos seguramente influye en los niveles de las hormonas y/o receptores mentados, modulando así su desarrollo cerebral y, postulamos, de una forma no óptima. El llanto que muestran algunos niños en la camilla de exploración no es consolado por los brazos de los padres. Muchas veces ese llanto es diagnosticado como alergias, intolerancias o reflujos que posiblemente sean una consecuencia, no la causa primera. Dudamos que sea un alérgeno, una mala población de flora intestinal o un mal funcionamiento del esfínter esofágico la causa principal. Lo normal es que, ante un examen o una cita importante, tengamos diarrea, “mariposas en el estómago”… es la fisiología de la emoción. Los cuidados exhaustivos de algunos padres, ¿no harán que el lactante se esté desarrollando con unos niveles inadecuados de cortisol, dopamina, oxitocina u opioides? Como hemos dicho, estas sustancias regularán todas nuestras funciones primitivas de la homeostasis básica, nuestro cerebro reptiliano, incluida la digestión. Creemos que es necesario buscar la causa primera de ese llanto y encontrar otras respuestas. La epigenética, la ecología, etología o hasta la filosofía y la sociología, entre otras, son disciplinas que, aunque alejadas de nuestro quehacer diario, pueden proporcionarnos respuestas.
Oímos frecuentemente: “no me come” o “no me duerme”. ¿Esta madre está reconociendo a su hijo como alguien diferente a ella o lo está viviendo como una prolongación de su ser? Si eliminamos la incomodidad pautando analgésicos ante cualquier molestia, será muy difícil valorar la intensidad del dolor. Otra frase habitual: “Es un niño muy fuerte, nunca se queja, esto es grave”. Puede simplemente significar que nunca le ha pasado nada incómodo o no lo recuerda. La teoría de la mente nos ayudará a entender que el niño siente la preocupación de su entorno y así lo trasmitirá y manifestará. Los niños actuales no tienen pupa, nos hablan de “dolor”. Es frecuente el término “ahogo”. Vemos cómo los padres tratan la molestia como “sufrimiento”, si es como nos lo describen a nosotros será también lo que reflejarán a sus hijos. Cuanto más pequeño sea, menos memoria; un niño que no es consciente de haber vivido una incomodidad, siempre lo que viva y no entienda será lo peor. No se les deja reconocer las contrariedades de la vida ordinaria, como puede ser no entender las ensoñaciones del inicio del sueño o el despertarse en la cuna después de haberse dormido en brazos de sus padres. ¿No sería el equivalente a si nosotros nos dormimos en nuestra cama y nos despertamos en la cocina? Si las percepciones normales son consoladas de esta “forma incondicional” parece que llevan a estructuras cerebrales de niños inquietos, testarudos, inseguros, miedosos, desmotivados e insatisfechos; no a niños curiosos y exploradores. El no fomentar los autocuidados, como dejar pañales o chupetes hasta edades inadecuadas, es prolongar la etapa como bebé. El desuso de botones, cinturones, cordones para facilitarles la vida hace que se retrase la adquisición de habilidades motrices finas y ¿fomenta la inatención? El miedo al atragantamiento, accidentes o enfermedades lleva a evitar que mastiquen, que se muevan libremente (van atados en carros), en definitiva, a que exploren el medio. Entendemos que si a un niño se le da de beber antes de que tenga sed no tendrá motivo para decir “agua”. Cada vez hay más retrasos en el lenguaje verbal. Las consecuencias pueden ser desde malas alineaciones dentales, alteración del funcionamiento de la trompa de Eustaquio hasta retrasos del lenguaje y ¿más necesidad de especialistas? Evitar a toda costa que se aburra o espere está frenando la imaginación. Todo ello es epigenética. Todo ello también está evitando que el niño esté motivado para el conocimiento y el aprendizaje.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
Todos los autores han contribuido de forma equivalente en la elaboración del manuscrito publicado.
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