Vol. 25 - Num. 97
Leído. Libros, revistas e Internet
Publicado en Internet: 17-01-2023 - Número de visitas: 1947
En esta novela el autor, pediatra y director médico del Hospital General Rural de Gambo, comparte con el lector sus reflexiones sobre lo vivido en el día a día del hospital, que lleva al papel durante la noche tras una extenuante jornada laboral. Recoge diferentes rostros, edades, circunstancias y enfermedades, personas recibidas con respeto, profesionalidad y entrega. Gracias a todo un equipo implicado en la atención de las mismas, con alegría y eficacia, resultado de una profunda motivación.
A lo largo de esta conmovedora novela, el lector va acercándose a una realidad que, por silenciada u olvidada, nos resulta no solo desconocida, sino en muchos casos injustamente ajena. La ambulancia constituida por un carruaje tirado por un burro, las camas compartidas por los pacientes y la limitación del suministro eléctrico y del aporte de oxígeno son algunas muestras de las dificultades con que este equipo profesional se encuentra en su día a día y que, contrariamente a lo que pensamos, no suponen un menoscabo en su energía e ilusión por seguir luchando diariamente por la salud de los habitantes de Gambo. Y es que la esperanza que se abre paso en este hospital es mayor fuente de energía que el fundamental generador de electricidad a base de carburante con el que consiguen la luz.
Nos descubre una forma de cooperación que no es paternalista, sino, como se expresa en sus páginas, “de igual a igual, de tú a tú”. Y nos recuerda cuestiones básicas que los médicos jamás debemos perder de vista: la humanización implícita en la medicina, la responsabilidad del estudio como compromiso con nuestros pacientes, cuya salud depende en gran medida de nuestros conocimientos, el acto médico como acto de amor hacia quien sufre… nos habla de humanidad, de humildad, de entrega y de responsabilidad.
Según explica Iñaki Alegría, con esta impactante novela desea rendir homenaje a todos los compañeros que trabajan en el hospital y hacen posible lo que de entrada no lo parece. Y creo que los lectores rendiremos homenaje a Iñaki, no solo por su admirable labor, sino por el deseo de hacernos partícipes de ella, transformando nuestra mirada y nuestro corazón.
Mireya Orío Hernández
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