COVID-19. Nuestra guerra

• Gutiérrez Sánchez A. COVID-19. Nuestra guerra. Madrid: Luyel Prod; 2020.

Alipio Gutiérrez Sánchez es uno de los informadores sanitarios más prestigiosos, no solo en el ámbito nacional, sino en el internacional. Ha recibido galardones como el Premio Ondas, el Antena de Plata, dos premios de la Academia de las Ciencias de la Televisión o el Julio Verne del Consejo Internacional de Comunicación Audiovisual de la Unesco.

El valor de su crónica de la primera oleada de la pandemia, y que está plasmada en este libro, es incuestionable. Lo podemos situar a la altura de los Diarios de la peste, de Daniel Dafoe, otro de los textos histórico-epidemiológicos de referencia. Pero en el caso de COVID-19. Nuestra guerra, el autor ha tenido la habilidad de delegar la narración de los hechos en algunos sanitarios que le sirven de fuentes. Dichas fuentes (entre las cuales hay catedráticos de Salud Pública, jefes de servicio, geriatras, médicos de urgencias y, por supuesto, pediatras), movidos por la alta carga emotiva de la primera oleada, se sinceran con Alipio Gutiérrez y muestran sus emociones frente a él: rabia, impotencia, tristeza, perplejidad y cansancio pueblan unos testimonios que se sitúan frente al diván del periodista. El periodista se muestra también crítico frente a lo que, desde su sector, se pudo hacer. Su tesis es que si, en la primera oleada, la sociedad hubiese tenido una imagen exacta del drama que se estaba viviendo realmente en los hospitales y en los centros de salud, ahora la cosa nos iría bastante mejor. Pero este hecho no fue posible. De igual manera que en los años ochenta, toda España tuvo una imagen del hambre en Etiopía al mostrarse en los telediarios a niños terminales con marasmo, en la crisis más importante del siglo XXI no se ha tenido una imagen concreta, de alto impacto. Esa es la realidad. Y no menos real es que, nos guste o no, nuestro motor es la imagen. Vicente Vallés, uno de los prologuistas del libro, se plantea si el hecho de impedir el acceso a la prensa a los centros donde se estaba generando una información tan importante fue correcto o no. Por un lado, había que respetar la intimidad de los pacientes; por el otro, había que contar la verdad de lo que estaba sucediendo. Lo que se hizo, hecho está. Y de los errores, se debería aprender, cosa que no siempre se hace.

Un libro para la reflexión, y como tal, muy recomendable. Además, muy bien escrito y perfectamente documentado.

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