Vol. 20 - Num. 80
Editorial
aPediatra. CS Maracena. Distrito Granada-Metropolitano. Granada. España.
Correspondencia: E Ortega. Correo electrónico: edortegap@gmail.com
Cómo citar este artículo: Ortega Páez E. ¿Sigue vigente hoy día la medicina basada en la evidencia? Rev Pediatr Aten Primaria. 2018;20:323-8.
Publicado en Internet: 21-12-2018 - Número de visitas: 10403
La práctica de la medicina no es un proceso exacto y con frecuencia no es reproductible; esto hace que los profesionales de la salud nos encontremos la mayoría de las veces en situaciones de incertidumbre ante la toma de decisiones sobre nuestros pacientes y, por consiguiente, que no podamos asegurar de forma matemática su diagnóstico y el tratamiento. En la práctica de la medicina tradicional (MT) esta incertidumbre se aborda mediante el paradigma clásico de beneficencia y no maleficencia1, bajo un principio de ética moral de forma individual heredero del principio hipocrático de primun non nocere en el que el médico procura en su práctica diaria, realizar su trabajo lo mejor posible con el mínimo daño posible.
Esta MT se caracteriza por los siguientes hechos2:
Este paradigma clásico de medicina basada en la autoridad adolece de varios problemas:
Existe una variabilidad en la práctica clínica (VPC) legítima inherente a la toma de decisiones en el campo de la salud, bien sea por las diferente presentación y evolución del proceso de enfermar, o la basada en la propia experiencia del profesional y en las preferencias del paciente1. Pero existe otra VPC llamada no legítima, que se consigue por la práctica de la MT, donde varios médicos, ante escenarios semejantes, actúan de forma muy diferente y donde un mismo médico, ante pacientes con la misma enfermedad, también actúa de forma diferente, todo ello de forma no justificada, lo que nos lleva a una toma de decisiones no correcta.
Para dar respuesta a las nuevas necesidades de salud de los pacientes era necesario cambiar el paradigma, que garantizara el análisis de la ingente información creciente, que ofreciera una sistematización y jerarquización de los conocimientos garantizando la mejor respuesta en los escenarios clínicos. Nace la medicina basada en la evidencia (MBE), mal traducida del inglés evidence como “evidencia”, cuyo término más correcto sería medicina basada en pruebas. Fue Gordon Guyatt quien utilizó el término MBE por primera vez en 1991 y posteriormente el Evidence Based Medicine Working Group sentó las bases en un artículo conjunto en el Journal of the American Medical Association (JAMA)3. Pero, se le debe al profesor David Sackett, tristemente fallecido en 2016, la definición de la MBE como “la utilización consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia científica clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de cada paciente”4.
La MBE no abandona la competencia clínica individual, entendida como buen juicio y que el clínico adquiere con la experiencia, sino que la integra, y esto es lo novedoso y clave, con la mejor evidencia disponible a partir de una investigación sistemática. La MBE no es una religión ni una secta, es una forma de trabajar que garantiza una revisión de la evidencia disponible e intenta resolver de la mejor manera posible la ecuación entre lo “deseable, lo posible y lo apropiado” en un entorno sembrado de incertidumbre, variabilidad en la práctica clínica, sobrecarga de información, aumento de demanda y limitación de recursos5.
Siguiendo a David Sacket y Oxman6, la metodología de la MBE se basa en cuatro pilares fundamentales. A saber:
La MBE, a diferencia de la MT, donde a todos los artículos y estudios se les daba la misma credibilidad, jerarquiza la evidencia atendiendo a los distintos diseños epidemiológicos, adjudicándole distintos niveles de evidencia o grados de recomendación según su rigor científico, atendiendo a su validez interna o diseño válido y validez externa o extrapolación de resultados (el lector puede encontrar en este artículo de revisión los distintas clasificaciones que se han propuesto para la evidencia disponible11).
A partir de este momento se extendió la MBE como la pólvora. Comenzaron a realizarse diferentes iniciativas como la Colaboración Cochrane, organización internacional, independiente, sin ánimo de lucro, que ponía a disposición de los clínicos la actualización y divulgación de revisiones sistemáticas sobre los efectos de la atención sanitaria, convirtiéndose en unos de los pilares fundamentales de la MBE12. Las guías de práctica clínica (GPC), documentos elaborados normalmente a petición de los organismos sanitarios, como GuíaSalud en España13, SIGN en Escocia14, NICE en Reino Unido15, todas ellas con el mismo fin de ayudar a tomar las decisiones más apropiadas en circunstancias concretas. El programa Critical Appraisal Skills Programme (CASP)16 tiene por finalidad ayudar a los profesionales a realizar una lectura crítica de la bibliografía. Para ayudar a responder las preguntas clínicas paulatinamente se ha elaborado un banco con las respuestas que los profesionales realizaban según metodología de la MBE, son los critically appraissed topics (CATS) o temas valorados críticamente17. Por último, ante la cantidad ingente de información se crearon secciones dentro de revistas prestigiosas como la sección de Archímedes de Archives of disease in Childhood18, o revistas secundarias como Evidencias en Pediatría19, cuyo fin es presentar la bibliografía de calidad de forma estructurada y con metodología MBE para ayudar al profesional en la toma de decisiones diarias.
Es innegable que la metodología de la MBE, seria y rigurosa, aporta una credibilidad a la práctica habitual que antes no era conocida en la resolución de distintos escenarios clínicos. Esto ha hecho que las especialidades médicas, como las agencias de tecnología sanitaria, los gestores políticos y hasta la industria farmacéutica, se sumen al carro de la MBE y que se creara la marca “basado en la evidencia”. Aunque es indudable que la MBE presenta numerosas ventajas (Tabla 1)20, también debe reconocerse que no es la solución a todas las situaciones clínicas, de hecho, presenta varias debilidades ya apuntadas antes en un análisis DAFO de la MBE (Tabla 2)5.
Tabla 1. Ventajas de la medicina basada en la evidencia |
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Disminución de la amplia variabilidad (injustificada) en la atención médica |
Reducción de la brecha entre la generación del conocimiento y su aplicación |
Superación de modas, propagandas, inducciones y otras formas de imposición |
Estimulación de la evaluación crítica del conocimiento establecido |
Estimulación para la práctica reflexiva |
Facilitación del aprendizaje de las estrategias de búsqueda y recuperación de la información |
Promoción de la capacidad de discernir entre información científica y no científica |
Promoción del establecimiento de un sistema propio de educación continuada |
Promoción de la interconexión entre la atención médica, la educación y la investigación |
Favorece la apreciación del valor de la verdad |
Favorece la apreciación del valor de la mejor alternativa |
Eliminación de las alternativas que no representan las mejores opciones para los pacientes de acuerdo con el avance científico y tecnológico |
Tabla 2. Debilidades de la medicina basada en la evidencia |
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Limitaciones de la evidencia científica: ausencia de evidencia en muchas áreas de la práctica, evidencias sesgadas, inconclusas, contradictorias, etc., que dificulta la aplicación del conocimiento científico a pacientes individuales |
Ausencia de evidencia sobre la propia MBE: ausencia de ensayos clínicos que demuestren la eficacia de la MBE para mejorar los resultados clínicos de los pacientes |
Reduccionismo: limitación del conocimiento clínico a un aspecto parcial de este, el derivado de los ensayos clínicos, con menosprecio de otras formas de conocimiento y otros diseños de investigación |
Limitaciones para la política y gestión sanitaria: conflictos entre la toma de decisiones a nivel individual y a nivel colectivo o poblacional; ambigüedad inferencial de la evidencia científica |
Minusvalorar la experiencia, el instinto, lo que la medicina tiene de “arte y oficio”, si bien el uso racional de la MBE solo pretende aportar un poco más de ciencia al arte de la Medicina |
Creer que el uso de Internet, como herramienta de búsqueda de información clínica relevante, garantiza la aplicación de una MBE |
Existe aún insuficiente información específicamente relacionada con los resultados clínicos o sanitarios finales de interés, sino solo con indicadores intermedios del proceso |
La toma de decisiones en la práctica clínica es aún difícil, bien por falta de información, por exceso de información o por incorrecta información |
Barreras al desarrollo de la MBE: problemas y limitaciones reales o percibidos por los clínicos para practicar la MBE. Las barreras clásicas serían la necesidad de desarrollar nuevas habilidades (búsqueda bibliográfica y lectura crítica, entre otras), y la escasez de tiempo y recursos para desarrollar esas habilidades |
Falta de una clara definición de lo que significa efectividad y qué efectividad debe ser considerada |
Y son estas debilidades las que la han llevado a la tergiversación y abuso de la marca “basado en la evidencia” y a las críticas vertidas sobre la misma en los últimos años que han cuestionado su valor y su eficacia, preguntándose si la MBE está en crisis21. Esta supuesta “crisis” de la MBE vendría porque la marca “basado en la evidencia” está corrompida, porque sus principios y metodología se han malinterpretado. Analicemos con más detenimiento estos argumentos.
En resumen, la MBE ha supuesto un gran avance en la práctica clínica habitual respecto al paradigma de la medicina tradicional, disminuyendo la variabilidad clínica, promoviendo la autonomía de los profesionales y evaluando de forma crítica y jerarquizada los conocimientos para solventar y garantizar la mejor forma de llevar a cabo la toma de decisiones. Pero también se han mostrado sus sombras y debilidades, la falta de evidencia ante situaciones complejas (“la ausencia de evidencia no es la evidencia de la ausencia”), la manipulación de marca “basado en la evidencia” con fines comerciales o interesadas, y la “infoxicación” que nos invade. Es posible que a algunos les haya decepcionado por no cumplir los objetivos que se había marcado en un principio, y corremos el peligro, como se comenta en un artículo reciente del British Medical Journal24, de olvidar que el uso juicioso de la mejor evidencia implica que esta debe estar sujeta a juicio y que existe un peligro de “estandarización” de la asistencia que puede hacer que se olvide la vertiente individual, las preferencias del paciente e incluso puede llevarnos a proteger las acciones que pueden resultar dañinas.
Pero la solución no es denostar ni menospreciar ni sustituir la MBE, sino mejorarla. Quizás una solución sea la llamada “MBE real”, que considera la prioridad del paciente y necesidad de aplicar la evidencia disponible de forma individualizada, teniendo en cuenta las preferencias del paciente. La MBE tiene que ser un instrumento al servicio de la profesión y de los pacientes, ofreciendo a estos la mejor alternativa posible25.
El autor declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
CASP: Critical Appraisal Skills Programme · CATS: critically appraissed topics · GPC: guías de práctica clínica · JAMA: Journal of the American Medical Association · MBE: medicina basada en la evidencia · MT: medicina tradicional · PICO: características del paciente (paciente), intervención factor de riesgo que se quiere analizar (intervención), la comparación y el resultado esperado (outcome) · VPC: variabilidad en la práctica clínica.
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