Publicado en Internet: 30-09-2014 - Número de visitas: 7832
La Asociación Americana de Pediatría recomienda a los pediatras esforzarse para no rechazar a los pacientes que rechazan la vacunación
La Asociación Americana de Pediatría (AAP) se posiciona nuevamente sobre la actitud que debería tomar un pediatra ante el rechazo de la vacunación infantil por parte de los padres. Se reafirma en el documento publicado en 2005 (Diekema DS. Pediatrics. 2005;115:1428) haciendo solo un cambio: donde antes ponían “en general los pediatras deben evitar rechazar a los pacientes...”, la nueva publicación hace el cambio: “en general los pediatras deberían esforzarse por no rechazar a los pacientes de sus consultas solo por el hecho de que los padres se nieguen a vacunar a sus hijos”. Con el que se sugiere una actitud más activa por parte de los pediatras ante este problema.
Cuando el pediatra interactúa con padres que rechazan las vacunas, se enfrenta a tres cuestiones. La primera es valorar si el padre está actuando de forma negligente, y la necesidad de dar parte a los Servicios de Protección al Menor. La inmunidad de rebaño hace que el riesgo al que un padre somete a su hijo al no vacunarle sea bajo, aunque los riesgos de la enfermedad original sean altos, y por tanto el riesgo total sea bajo. En este caso el papel del pediatra es informar adecuadamente sobre los riesgos y beneficios de las vacunas y estar pendiente de situaciones que pongan en riesgo elevado la salud del paciente, que deberían denunciar.
La segunda cuestión es valorar si esta decisión pone en riesgo a otros individuos y es necesaria la intervención de Salud Pública. Los padres que deciden no vacunar a sus hijos pueden aumentar los riesgos de enfermedad de otros individuos y se están beneficiando de la inmunidad de rebaño que les proporcionan los vacunados sin asumir ningún riesgo. A pesar de ello, no estaría justificado tomar ninguna medida coercitiva, salvo si se pusiera al resto de la comunidad en una situación de riesgo grave para la salud, en la que los derechos individuales podrían restringirse. Este sería el caso de situaciones de epidemia o de presencia de enfermedades muy graves, como la viruela, pero no el de la mayoría de las vacunas recomendadas en el momento actual.
La tercera cuestión sería cómo debe responder el pediatra ante los padres que se niegan a vacunar a sus hijos. La AAP aconseja:
Si a pesar de un abordaje adecuado los padres siguen rechazando la vacunación, la AAP indica que la decisión se debe respetar salvo si se pone al niño en situación de riesgo grave. Consideran que los pediatras deberían esforzarse por no rechazar a los pacientes de sus consultas solo por el hecho de que los padres se nieguen a vacunar a sus hijos. No obstante, si persiste un nivel elevado de falta de confianza, diferencias significativas en la filosofía del cuidado médico o pobre comunicación, el pediatra puede animar a la familia a buscar otro profesional. Aunque el pediatra está en su derecho de finalizar la relación con el paciente debería asegurar antes que hay una continuidad en la atención médica del mismo.
En cualquier caso esta decisión debería tomarse cuando se han agotado todas las vías del diálogo. Las familias con dudas sobre la vacunación deberían tener acceso a una atención médica de calidad. Se ha visto que la continuidad en la atención brinda oportunidades de tratar el tema de la vacunación a lo largo del tiempo, aumentando el porcentaje de niños que finalmente reciben las vacunas.
María Aparicio Rodrigo
Pediatra. CS Entrevías. Madrid. España.
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