Vol. 15 - Num. 59
A la Pediatría desde el Arte
aSección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España.
Correspondencia: I Carabaño. Correo electrónico: carabano1975@hotmail.com
Cómo citar este artículo: Carabaño Aguado I. Busto de un niño. Paul Klee, 1933 Retrato de Manuel Gómez-Moreno Martínez. Manuel Gómez-Moreno González, 1884. Rev Pediatr Aten Primaria. 2013;15:287-8.
Publicado en Internet: 09-09-2013 - Número de visitas: 15082
Busto de un niño, 1933. Paul Klee (1879-1940). Fundación Paul Klee. Kunstmuseum. Berna. Suiza.
Dicen que la Primera Guerra Mundial alentó (para el imaginario pictórico) la huida/superación de la realidad, o lo que a todos les parecía que era la realidad, y que poco tenía de hermoso. Coincidía todo aquello con la generalización de las teorías freudianas, que hablaban con pasión contagiosa de la psique, del individuo, del yo.
Y es que lo que todos veían no tenía por qué ser lo verdaderamente real, sino que la única percepción valorable era la procesada por cada persona. Nació de todo aquello un entramado de "ismos", como el surrealismo abstracto de Paul Klee (1879-1940). Burlón, paródico y valiente, en este cuadro representa la cabeza de un niño como lo haría un mocoso de cuatro o cinco años.
Retrato de Manuel Gómez-Moreno Martínez, 1884. Manuel Gómez-Moreno González (1836-1918). Fundación Rodríguez Acosta. Granada.
El adolescente no es solo un paciente pediátrico lleno de singularidades, sino que es también un hijo especial. Para muchos padres, la etapa adolescente es un reto complicado de sobrellevar y una edad más que olvidable. Esto también es extrapolable al mundo de la pintura, donde se representa mucho al adulto joven, pero no a su antecesor en cuanto a años se refiere. Por eso, reconforta comprobar cómo el pintor y arqueólogo granadino Manuel Gómez-Moreno González (1836-1918) plasmó esa inconfundible mezcla de timidez, alboroto capilar e hirsutismo incipiente que transportan los púberes. Y a la cual los pediatras, por cierto, nos tendríamos que acostumbrar, por la cuenta que nos trae.
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