Vol. 14 - Num. 21
Talleres
aHospital Infantil Universitario del Niño Jesús. Madrid. España.
Cómo citar este artículo: Hernández Martín A. ¿Qué hago con las verrugas, los moluscos y el acné?, ¿y qué digo cuando me preguntan cómo prevenir y curar la dermatitis atópica? Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2012;(21):101-3.
Publicado en Internet: 01-06-2012 - Número de visitas: 11531
El presente taller de Dermatología tiene por objeto enseñar el abordaje práctico de algunas enfermedades cutáneas muy frecuentes que se atienden diariamente la consulta de Pediatría. A lo largo del mismo se darán las claves diagnósticas y terapéuticas claves para el manejo práctico de verrugas, moluscos, acné juvenil y dermatitis atópica (DA), y se tratará de transmitir protocolos de actuación terapéutica. Sin duda, en la mayoría de las ocasiones el pediatra puede prescribir tratamientos eficaces sin necesidad de derivar al paciente a la consulta especializada, aumentando la resolutividad de su consulta y minimizando consumo de recursos sanitarios.
Las verrugas vulgares son una infección cutánea muy frecuente en la infancia producida por el virus del papiloma humano. Se transmiten, con un índice de contagiosidad moderado, por contacto directo y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluida la región genital, sin que ello signifique necesariamente que el contagio haya sido por vía sexual. Sabemos que tienden a la autorresolución, pero tendemos a tratarlas para evitar su diseminación tanto en el mismo niño que las padece como en sus contactos familiares y sociales. Sin embargo, no hay un único tratamiento capaz de curar todas las verrugas del paciente, por lo que las opciones terapéuticas son numerosas. Entre las más frecuentes se encuentran las siguientes:
Se trata de una infección cutánea por Poxvirus particularmente frecuente en niños con DA. Se contagian principalmente por contacto directo, siendo las piscinas un lugar prioritario de diseminación. Al igual que en el caso de las verrugas víricas, los moluscos contagiosos pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo y tienden a la resolución espontánea, pero se suelen tratar para que no haya diseminación en el niño afectado o en sus contactos. Las opciones terapéuticas incluyen la eliminación mecánica de las lesiones mediante curetaje o expresión (la aplicación previa de anestésicos tópicos es muy útil para minimizar el dolor durante estos procedimientos), la crioterapia, y la aplicación de productos queratolíticos o vesicantes. La eliminación mecánica de las lesiones, parece ser el método con menor tasa de recidiva. La cirugía queda reservada a lesiones de gran tamaño o de morfología atípica para confirmación histológica.
El acné juvenil se produce a consecuencia de la inflamación del complejo pilosebáceo. Su etiología hormonal justifica la aparición predominante en la adolescencia. Aunque es una condición benigna, tiene una importante repercusión psicológica y condiciona secuelas cicatriciales irreversibles, por lo que es necesario tratarlo precozmente. Las lesiones se localizan fundamentalmente en la cara y la parte superior del tronco. Las manifestaciones suelen ser polimorfas, y casi todos los pacientes presentan un número variable de comedones, pápulas, pústulas, nódulos y cicatrices. Solo el 10% de los casos puede considerarse de intensidad grave a muy grave. Los objetivos del tratamiento son a) regular la secreción sebácea, b) evitar la obstrucción del folículo y el comedón, y c) disminuir la población bacteriana. En función de la morfología lesional predominante y de la severidad de la afectación se recurrirá a tratamientos tópicos y orales. La influencia de factores como la dieta o el estrés es controvertida, por lo que no es posible dar recomendaciones categóricas sobre los mismos.
La DA es una enfermedad crónica, recidivante y muy pruriginosa cuyos criterios diagnósticos mayores son bien conocidos. Adicionalmente, los pacientes pueden presentar otras manifestaciones menos típicas o “menores”, como la queilitis atópica, el eccema areolar, la pitiriasis alba, la hiperquerqueratosis folicular, o la dermatosis palmoplantar juvenil, las cuales se deben reconocer y tratar adecuadamente. La DA repercute significativamente en la calidad de vida de los niños y su familias. Un buen manejo de la dermatitis atópica incluye una adecuada educación a los pacientes y sus familias, la evitación de los desencadenantes, un exquisito cuidado de la piel y la realización de un tratamiento adecuado, ya que pese a unos cuidados adecuados, la mayoría de los niños atópicos van a tener brotes que requerirán tratamiento farmacológico. En muchas ocasiones, los padres de los niños con DA se sienten defraudados por los resultados de los tratamientos médicos o temen sus efectos adversos, por lo que recurren a medidas coadyuvantes y/o tratamientos alternativos buscando la solución de la enfermedad. Los profesionales sanitarios debemos mantener un diálogo abierto con los pacientes y sus familias, discutiendo la utilidad de medidas complementarias como el baño, la hidratación, las dietas restrictivas, el uso de jabones especiales, la desinsectación del hogar, etc., así como los beneficios y riesgos de cada tratamiento.
ABREVIATURAS: DA: dermatitis atópica.
Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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