Vol. 13 - Num. 20
Mesa redonda
M.ª Victoria García García-Calvoa
aPediatra. CS Buenavista. Toledo. España.
Cómo citar este artículo: García García-Calvo MV. “No puedo con mi hijo” (el niño tirano, modelo de padres, la educación infantil…). Perfil del pediatra ante los nuevos retos en educación. Presentación. Rev Pediatr Aten Primaria. Supl. 2011;(20):81-2.
Publicado en Internet: 18-11-2011 - Número de visitas: 8127
“No han nacido para castigar a nadie, o para hacer la vida imposible a sus padres o profesores; no buscan el fracaso o la desesperación de los que están a su lado; aunque parezca complicado, buscan su apoyo y su ayuda para salir adelante para sentirse bien consigo mismos, para tener alguna opción de ser como los demás, para llegar algún día a sentir que la felicidad también existe para ellos.”
(M.ª Jesús Álava Reyes, psicóloga, El No también ayuda a crecer, 2002).
Todos los días observamos en nuestras consultas “pequeños tiranos” que imponen su propia ley en el hogar. Empiezan por no hacer caso, luego continúan discutiendo, más tarde amenazando e insultando, después rompiendo objetos y, por último, terminan agrediendo a sus progenitores.
Un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad. Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde el año 2000, estos casos se han multiplicado por seis, con cerca de 6500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado.
Según Luis González Cieza, Coordinador del Programa de Maltrato Infantil de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor, La tendencia de los padres es encubrir el problema. Un estudio realizado en EE. UU. advierte que la violencia de adolescentes (no exclusivamente física) hacia sus padres tiene una incidencia entre el 7 y el 18%.
¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales. El abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y la sobreexigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos. Para otros, la permisividad y la falta de autoridad no son suficientes para explicar este fenómeno (Vicente Garrido Genovés). Un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable, pero no un hijo violento.
Son incapaces de desarrollar emociones (como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento por las malas acciones.
Lo que para muchos es una falta de disciplina que se soluciona con un “cachete a tiempo”, para otros es un problema mucho más profundo que exige ayudar al niño a crear una conciencia sólida. ¿Cómo detectar a estos niños en nuestra consulta?, ¿existe alguna forma de prevenir este comportamiento?, ¿de qué herramientas disponemos?
La autora declara no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.
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