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Vol. 12 - Num. 19

Pósteres

P-4. Enfermedad exantemática

M Amor Llorentea, M Medina Berriosa, FJ Mares Diagoa, M Martínez Ponsb

aServicio de Pediatría. Hospital Clínico Universitario. Valencia. España.
bCS República Argentina. Valencia. España.

Cómo citar este artículo: Amor Llorente M, Medina Berrios M, Mares Diago FJ, Martínez Pons M. P-4. Enfermedad exantemática. Rev Pediatr Aten Primaria. 2010;12(Supl 19):e85.

Publicado en Internet: 20-11-2010 - Número de visitas: 6856

Introducción. La fiebre botonosa mediterránea es una enfermedad exantemática frecuente en el área mediterránea (Marruecos y sur de Europa).

Caso clínico. Niño de cinco años que acude a su centro de salud por presentar un absceso en la parte interna de la pierna izquierda. Tras recibir varios antibióticos tópicos/orales durante cinco días, y ante la falta de respuesta a los mismos, acude a Urgencias, donde se objetiva una lesión sobreelevada, de bordes nítidos, contorno irregular/geográfico, caliente al tacto y con intensa hiperemia central y lesiones vesiculosas perilesionales. Se pauta tratamiento con cloxacilina oral y ácido fusídico tópico, pero a las 24 horas aparece un exantema generalizado de distribución morbiliforme, constituido por máculas y pápulas eritematosas de 1-2 cm de diámetro, por lo que se decide su ingreso para estudio. Durante su hospitalización, se objetiva fiebre alta, placa violácea (10,5 x 14 cm) con lesión central costrosa (1 x 1,5 cm), no pruriginosa y lesiones papuloeritematosas de diferentes tamaños no confluentes y de distribución generalizada. La primera aproximación clínico-diagnóstica es de rickettsiosis, que posteriormente se confirma por pruebas serológicas. Se obtiene una gran mejoría al instaurar tratamiento específico con claritromicina.

Discusión. La prevalencia de fiebre botonosa mediterránea está en aumento y hay que pensar en ella en pacientes procedentes de zonas rurales, presencia de garrapatas, ante la triada de fiebre, exantema maculopapular (que afecta a palmas y plantas) y mancha negra. El diagnóstico en la fase inicial es clínico-epidemiológico, confirmándose por estudios serológicos en la fase de convalecencia. El tratamiento de elección es con tetraciclinas/doxiciclina, pero en niños, a causa de sus efectos secundarios, se emplean macrólidos.

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